Es muy frecuente que al momento de salir de casa aprovechemos un momento de distracción del niño para abrir la puerta y desaparecer como por arte de magia.
A veces incluso provocamos que sea distraído por alguien para escaparnos antes de que se de cuenta que hemos cogido las llaves y el bolso para irnos.
Un niño pequeño no entiende por qué hace un minuto estaba con su madre y de repente resulta que ha desaparecido. Naturalmente, genera gran desconcierto en el niño que empieza a preguntar por su madre (o padre) sin entender si volverá o no, por cuánto tiempo y por qué se ha ido. A cualquiera le sucedería igual si estamos con alguien y de repente nos damos la vuelta y desaparece.
La separación de la madre no es un tema menor para el bebé. En la mayoría de los casos es su persona “especial”, su referencia ante el mundo, y como todo, necesita ir poco a poco aprendiendo a separarse de ella sin traumas.
Creo que es mucho más natural y razonable, aunque sea pequeño y creamos que no puede entendernos, despedirse con un beso y explicarle que mamá tiene que salir 10 minutos, unas horas, sale a trabajar o de viaje. Es muy probable que al niño no le guste nada que te vayas y seguramente llore, pero es normal (y sano) que demuestre sus sentimientos.
Es más lógico que te extrañe porque te vas a que sienta inseguridad ante la desaparición repentina. El niño no sabe si volverás o no al esfumarte, pero creando ese ritual de la despedida puede asociar que te vas pero luego vuelves.
La despedida es importante pues ayuda al niño a asimilar mejor el proceso de separación. Luego hay niños que ante la mínima separación lloran como desesperados. También es menos angustiante para la madre (o el padre) que se marcha de casa sabiendo que no ha utilizado artimañas para engañar a su bebé.
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