Anticipar consiste en avisar con antelación de un cambio de actividad de una forma clara, contundente y respetuosa, ayudando con ello a definir los límites y aportando a la persona seguridad y confianza.
La anticipación es una herramienta fabulosa cuando tratamos con niños pequeños que están interiorizando rutinas y comprendiendo poco a poco el mundo que les rodea. También es especialmente útil en el caso de niños con TEA, TDAH y alta sensibilidad emocional.
Pero saber lo que va a ocurrir también aporta tranquilidad a los niños mayores e incluso a los adultos, aunque esto no está reñido con entrenar la resiliencia para ser capaces de hacer frente a los imprevistos de la vida.
Estos son los cinco grandes motivos por los que la anticipación es positiva y beneficiosa para los niños:
1) Seguridad y autonomía. Saber cómo se estructura el día, qué tareas tienen qué hacer, cuándo comenzar una nueva actividad y cuándo finalizarla aporta seguridad a los niños más pequeños, además de ayudarles a actuar con mayor confianza y autonomía.
Ya hemos hablado en otras ocasiones del importante poder que tienen las rutinas en el día a día de los niños, y por qué es necesario implementarlas de una forma adecuada y respetuosa a sus ritmos.
En este sentido, por ejemplo, las tablas de rutinas son una excelente forma de anticipar a los niños la actividad que toca hacer en cada momento.
2) Reduce la frustración ante cambios cotidianos. La anticipación también es muy beneficiosa para ayudar a los niños a enfrentarse a situaciones que se salen de lo cotidiano, como puede ser una excursión con el cole, asistir a un cumpleaños con amigos o recibir la visita de un familiar al que hace tiempo que no ven.
Si no anticipamos este tipo de situaciones y los peques se enfrentan a ellas de golpe, podrían alterarse y mostrarse especialmente inquietos, irascibles, sobreexcitados o incluso frustrados ante el cambio repentino de rutina.
Avisarles con tiempo les permitirá asimilar mejor el cambio y afrontarlo con mayor serenidad y control emocional. Poco a poco, a medida que vayan creciendo y madurando, este tipo de cambios en sus rutinas no les afectarán tanto.
3) Les ayuda a prepararse emocionalmente para cambios importantes. Pero además de los pequeños cambios de rutina, también pueden darse otro tipo de situaciones que alteren de una forma radical el ritmo de vida cotidiano.
Sin embargo, a veces ocultamos a los niños ciertas situaciones que sabemos que pronto alterarán su rutina de una forma brusca, con el objetivo de protegerlos o no ponerlos nerviosos antes de tiempo. Sucede, por ejemplo, en el caso de niños pequeños que van a empezar el colegio por primera vez, o cuando deben volver al cole después de un largo periodo vacacional. También hay padres que prefieren no anticipar a sus hijos la muerte inminente de su mascota (y que se enfrenten a ella el día que ocurra), una mudanza, una operación o intervención médica...
Pero toparse de golpe y sin previo aviso con un cambio tan radical, puede desestabilizar al niño y provocarle malestar. La anticipación ayuda a los pequeños a entender el por qué del cambio que se va a producir en su vida y asimilarlo de una forma progresiva.
Eso sí, es importante que anticipemos la situación teniendo en cuenta la edad y madurez del niño, y sobre todo el tiempo con el que anticipamos.
4) Favorece su cooperación. Los niños colaboran mejor cuando respetamos sus necesidades y empatizamos con sus emociones. En este sentido, la anticipación resulta una herramienta respetuosa para recordar al niño los límites que debe cumplir, sin imponer ni ordenar.
Por ejemplo, si estamos en el parque y toca volver a casa, probablemente nos resultará más fácil que el niño asuma el momento de una forma positiva si en lugar de arrancarle del juego sin avisar, le anticipamos lo que va a ocurrir diciéndole, "en cinco minutos nos vamos. Elige si quieres tirarte por el tobogán una vez más".
5) Mejora la conexión y el clima familiar. Como venimos diciendo, la anticipación es una forma respetuosa de reforzar los límites, recordar a los niños las tareas que deben hacer y acompañarlos mientras fomentamos su autonomía. Esto no solo va a repercutir de forma positiva en su autoestima, sino que también va a fortalecer el vínculo entre padres e hijos, mejorar el clima de convivencia familiar y su bienestar emocional.