Cómo enseñar a tu hijo a que disfrute (mucho) de la vida

Cómo enseñar a tu hijo a que disfrute (mucho) de la vida
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La vida está llena de obligaciones, de normas y de cosas que no salen, de expectativas que no se cumplen: y tus hijos lo van a aprender, contigo acompañándoles. Pero la vida también está llena de cosas maravillosas a nada que te paras un poco. Disfrutar, ¡qué palabra! De lo grande y lo pequeño, de ellos y ellos de nosotros: te contamos cómo favorecer que tu hijo sea un disfrutón de la vida.

Si le preguntamos a diez padres al azar qué es lo que quieren para sus hijos en la vida, muy probablemente (me arriesgo con la respuesta) la mayoría diremos que lo que de verdad queremos, lo que realmente importa, es que nuestros hijos sean felices (y que estén sanos, claro).

Sin embargo hablamos poco de ello, escribimos poco sobre ello... y mucho sobre cómo hacer que nuestros peques expriman sus capacidades, que sean más creativos, más ordenados o más “obedientes” (o el remate, ¡que sean niños exitosos!). ¡Qué cosas!

No es este un tirón de orejas, que conste. Entiendo que a todos nos pasa que, en el fondo, creemos saber qué necesitan nuestros hijos para ser felices, pero que quizá lo que no tenemos tan claro es qué hacer ya cuando ese angelito, al que amamos con toda nuestra alma, lleva toda la tarde en “modo Rasputín”.

Pero precisamente como hablamos más de eso otro, y un poco menos de lo “bonito”, acabamos poniendo el ojo de Sauron en ello, en Mordor. Y mira, sí, hay que tener vigilados a los orcos, pero oye, La Comarca es un sitio precioso, o Rivendel, con esas calidad arquitectónica que tiene.

Quiero decir, para aquellos que pasen olímpicamente de El señor de los anillos (y que no hayan dejado de leer a pesar del párrafo anterior -gracias por seguir-), es que está muy bien que nos (pre)ocupemos de esas cositas, pero que también pongamos atención en enseñarles a disfrutar de la vida.

Y, de paso, ya que estamos, vamos disfrutar nosotros también de ella y de ellos, que en la era de la productividad implacable y del poco tiempo a veces estamos que no estamos, y se nos pasan los días en una nebulosas gris. Stop nebulosa. Hola solecito.

niña con manguitos jugando en la orilla

Disfruta tú

Empecemos, como siempre digo para casi todo lo relacionado con los niños, por servir de ejemplo: vamos a quitarnos las anteojeras (blinkers, esas cositas que llevan los caballos en los ojos) que nos están quitando campo de visión.

Párate en el supermercado a oler el melón, cuando abraces a tu peque aprecia lo suave que tiene el pelo (¡y dilo en voz alta!), cierra los ojos cuando te den un beso y siéntelo (así pasa más lento, así tarda más en desvanecerse), etc.

Párate un poco, un segundo, es lo que necesitas para ver con perspectiva las cosas, para fijarte en el detalle, para que no se te escapen las horas y los días y las cosas de las manos sin siquiera haberte dado cuenta. ¡Y disfruta!

Poneos las gafas disfrutonas

Ser un poco “flipadete” es estupendo, hace que valoremos un mismo evento, una misma cosa, mucho más positivamente.

Te pongo un ejemplo: si vas a ir a una exposición y vas "de morros", sin ganas, y enfurruñado, probablemente la experiencia sea un fiasco. Sin embargo si tu actitud es de “a ver qué me ofrece”, si vas con ánimo de pasarlo bien, lo más probable es que esa misma experiencia te resulte estupenda.

La lectura que hacemos de las cosas depende mucho de las expectativas que hayamos generado antes, y de la evaluación que hagamos del durante y del después.

A veces algo que podía ser un 9 (sobre 10) se queda en un tímido 5 porque nos centramos en lo que ha fallado, en lo que no era como esperábamos, en lo que podría mejorar. Sin embargo si nos centramos en lo que ha estado bien, en lo que nos ha aportado, la valoración será mucho más favorable...

¿Y sabes lo más importante? Que esa valoración es, a la postre, el poso emocional que nos deja la experiencia en cuestión: si te lo pasas regular pensando que podría haber estado bien lo que sientes es frustración o decepción, mientras que si te lo pasas bien (porque la lectura ha sido positiva, porque la actitud ha sido positiva), te sentirás satisfecho, animado...

Lo que pensamos modula cómo nos sentimos, así que favorezcamos que nuestros peques se centren en ver qué pueden sacar de cada experiencia, que valoren lo bueno, que "se flipen" un poco, que es estupendo.

niña mirando flores de almendro

Refuerza y valora el esfuerzo, no el logro

Somos muy pesaditos con esto, ¡pero es que es taaaan importante! Si queremos que disfrute de la vida ha de saber disfrutar del camino, no anhelar exclusivamente lo que está por llegar, no valorar solo si lo he hecho bien o no.

Cuando nos centramos en los logros dejamos pasar una vía maravillosa de refuerzo y de satisfacción, y acabamos cayendo (nosotros y los peques, hablo en general) en las redes del perfeccionismo, que nunca, nunca, nos sientan bien.

Proyectos empezamos miles en nuestra vida, ideas, actividades... si basáramos nuestra autoestima solo en si hemos alcanzado la meta o si hemos logrado lo esperado, las cuentas probablemente van a quedar en números rojos.

Todos los que somos padres sabemos que un viaje en coche es una prueba de las buenas, ¿verdad?

Si todos vamos con la vista puesta en el destino nos estamos perdiendo esas horas juntos, una oportunidad para jugar, para reír, para contarse cosas, para fijarse en el paisaje o para, mira, esto pasa, tener que abrir las ventanillas porque “alguien” se ha tirado un pedo. Ese camino, en el que estás atento, lo disfrutas, y con ello lo conviertes en una experiencia, en un gran recuerdo.

Seamos optimistas, sienta bien

Ser optimista no es ser un ingenuo, no es ver la vida como si fuera un meme de estos inspiracionales. El optimismo es la capacidad para adoptar un enfoque positivo frente a la vida y las cosas, uno que nos ayuda a lograr lo que nos proponemos y a sentirnos mejor con ello.

Ser optimista está relacionado con una buena autoestima, con salud mental y física, con una mejor capacidad de adaptación y de manejar situaciones complicadas... Es estupendo en muchos sentidos.

El placer de lo pequeño

Amelie (Poulain), disfrutaba de las pequeñas cosas, como meter las manos en un saco de lentejas o hacer rebotar piedras en el agua. Seas fan o detractor total (hay muchos que acabaron de ella hasta el gorro -del gnomo-) de esta peli, al César lo que es del César: esa exaltación del disfrutar de la vida, empezando por lo chiquito, es para quedárselo y aplicarlo a diario (y hacerse una camiseta con ello, para que no se nos olvide el mensaje).

En realidad este punto es un poco un megaresumen de todo lo anterior: si nos centramos en los detalles, si buscamos lo bonito en el día a día, si la cena de hoy en lugar de hacerla como siempre, como todos los días, y que pase desapercibida totalmente, la adornamos un poco con unas velas, con música de fondo, con fruta sabrosa cortada y puesta en banderillas por los niños... esa cena ya no es una cena normal, será especial, y nuestra vida estará plagadita de esos momentos cotidianos, pero sabrosos.

Disfruta.

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