Los niños, el amor y el materialismo

Los niños, el amor y el materialismo
6 comentarios

“Mamá, ¿tú me quieres?”, le preguntó la niña mientras acababa con el yogur.
“Claro que te quiero, hija, mucho. ¿No ves qué habitación tienes? ¿No ves cuántos juguetes tienes? Yo nunca tuve una habitación así, ni tuve tantos juguetes como tú”, respondió su madre señalando con la mirada hacia la habitación de la pequeña.
“Ya mamá, tienes razón. Entonces, ¿por qué te enfadas cuando, pidiéndote que me des tu amor, te pido que me compres algo?”

Tengo tres hijos y ello hace que conozca las jugueterías de mi ciudad y que las haya pisado en diversas ocasiones. Son muchas las veces que he podido ver a niños pidiendo cosas, una tras otra, y a madres o padres negándose, una tras otra: “no, que ya tienes una en casa”, “no, que te has portado mal”, “no, que…”.

Siempre me he preguntado por qué esos niños piden tan insistentemente algún regalo y por qué los míos apenas piden nada y si piden se conforman con una breve explicación de por qué ese día no vamos a comprar nada (otros días sí les compramos, ojo). La conclusión a la que llegué un buen día es que los niños piden porque les enseñamos a pedir.

No son muchos los padres que pueden decir que pasan mucho tiempo con sus hijos o que están por ellos cuando éstos les llaman. Los trabajos con horarios poco amigables para las familias, el que tengan que pasar muchas horas en la guardería, los consejos educativos que recomiendan que no les “mimemos” demasiado y mil factores más (padres que no saben relacionarse con sus hijos y casi les evitan, padres que no tienen paciencia, padres que prefieren estar haciendo otra cosa a estar con sus hijos, etc.) hacen que muchos niños se sientan solos, faltos de padres.

Esto hace que busquen maneras de ahogar esa soledad y, cuando no hay padre o madre para jugar, uno acaba echando mano de lo que sea: “Papá, mamá, ya que vosotros no podéis estar conmigo, llenando mi tiempo, dadme cosas que lo llenen“.

Por otro lado, son muchos los padres que, a pesar de pasar poco tiempo con ellos, son conscientes de que sus hijos les echan de menos en muchos momentos y acaban por recurrir a los regalos para paliar las carencias afectivas, algo así como comprar su amor con juguetes.

El problema es que si compramos el amor de nuestros hijos, si nos tranquiliza conseguir una sonrisa con un regalo a cambio de las horas que no hemos pasado con ellos, ellos se acostumbrarán a no estar con nosotros y a pedirnos los objetos que sacian, por un tiempo, su sensación de soledad.

Y digo problema porque crecerán y se convertirán en lo que muchos adultos de hoy en día somos: “Comprar y comprar diciendo que responde a una necesidad” (que diría Reincidentes).

Foto | Dplanet en Flickr
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    • interesante

      A muchos adultos también nos pasa ( y no me excluyo), necesitamos un "proyecto" que nos ilusione: preparar un viaje, organizar una fiesta con los amigos, comprar algo nuevo...

      Cuando era joven (17-18 años) escuché a una pareja hablar sobre qué hacían si tener otro hijo o cambiar el coche y me quedé perpleja porque no entendía que se pudiera comparar una cosa con la otra, para mí tener un hijo no es un proyecto personal es una decisión de peso.

      Pero ahora no me sorprenden tanto este tipo de comentarios porque el capitalismo y el consumismo nos abocan a esto: como la mayoría de proyectos que nos ilusionan requieren tiempo y esfuerzo los suplimos con cosas materiales que no sacian ni de lejos nuestras expectativas.

    • Creo que el consumismo, es el verdadero enemigo de nuestra sociedad!. Es una espiral que además nos lleva a tener que alejarnos de nuestros hijos para poder tener dinero para comprar, como tu dices, cosas que llenen el vacío que deja el hecho de no estar con ellos... que triste... muy triste.

      En mi caso en particular, no hemos tenido esa necesidad, pero hemos tenido que combatir desde pequeños el "pero él tiene, y yo porque no puedo"... y es difícil cuando tienes un niño que es bueno, que responde academicamente y que vive en un entorno hiperconsumista...¿que hacer, entonces? A veces ellos (los nuestros, los que saben que las cosas son solo eso... cosas) se sienten "castigados" porque no les das. Son conceptos muy fuertes de enseñar y de entender.

      Estoy de acuerdo contigo,incluso hace algunos meses escribí un post al respecto.. que te dejo por si acaso puedes leerlo:

      http://www.mamatambiensabe.com/2011/10/no-quiero-ser-millonaria.html

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      Yo creo que es problema de una sociedad consumista y de las ganas (o no) que tienen los padres de educar a sus hijos. A mi me da verdadera pena ver a mis primos (5 y 10 años), que en Navidades sepan antes de abrir un regalo exáctamente lo que es y lo que esperan encontrar en otras casas. Y lo peor, que después de abrir el paquete de las zapatillas de Messi que había pedido se enfade con los reyes porque el regalo de su hermana es más divertido. Nada que ver con la ilusión que tenía yo al abrir un regalo, que nunca era lo que pedía, pero siempre me gustaba. Es lo más, pero claro, sus padres les dan todo lo que quieren y más. Y por no tener que "aguantarles", con 2 años, mi primo ya se había visto todas las pelis de Disney, que dudo mucho que entendiese. Y siendo profesora de chavales de 16-22 años, veo claramente cuales son las consecuencias. No valoran lo que tienen. Y por lo general, los alumnos que peor comportamiento tienen son los más premiados por sus padres (coches, móviles...)

    • Que se lo digan a Victoria Beckam que el otro día en unas declaraciones decía que le estaba inculcando a sus hijos el arte de consumir y consumir.

    • A nosotros nos ocurre (u ocurría) lo mismo: nuestra hijas no pedían porque ni se les ocurría ni lo necesitaban. Ahora las cosas empiezan a cambiar. Una amiga de mi hija mayor (2006) le regala un montón de cositas (lazos, ganchos para el pelo, laca de uñas de la Barbie,...). Son cosas que nunca han entrado en casa, no nos han hecho falta. Ahora, dice que antes su mejor amiga era I. pero desde que A. comenzó a regalarle cosas, pues la prefiere. En fin, no quiero darle más importancia que la que tiene, pero claro, ¿qué ocurre cuando los niños que los rodean TIENEN un montón de cosas y PIDEN Y LES SIGUEN DANDO? Yo no lo entiendo ni lo comparto, pero parezco la bruja del parque: no les doy chuches, nos les compro tonterías y encima les riño cuando se dedican a hurgar en la basura y dejarlo todo perdido de porexpan. Qué cansado es ser mínimamente coherente... Espero que a mis hijas no les afecte (demasiado).

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