Os contaba ayer lo común e indetectable que es el chantaje emocional hacia los niños y os prometía algunas ideas para poder dejar de usarlo nosotros mismos.
La cuestión es estar dispuestos a observarnos a nosotros mismos y hacer autocrítica, recordar la sensación que teníamos en nuestra infancia al recibir esos chantajes emocionales y sobre todo, admitir que nuestros padres, que seguro que nos amaban con locura, se equivocaban.
La cadena de los chantajes de amor
Quizá ese es el mayor problema que tenemos los padres para superar los errores de los que nos criaron: el perdón. No hay que perdonar los errores evitando reconocerlos como tales, sino entender que nuestros padres se pudieron equivocar, y que, verlo, no es traicionarlos.
Saber ver lo que nuestros padres hacían mal es amarlos más, pues ellos se equivocaron aunque nos amaban y posiblemente se equivocaban por amor y hacían eso creyendo que era correcto. ¿Qué mejor reconocimiento que superar sus errores y hacerlo mejor para poder evitar las consecuencias del chantaje emocional?
Mi fórmula para dejar de usar el chantaje emocional hacia los niños es sencilla. Cada vez que hables piensa antes de hablar y piensa, cuando has hablado, el contenido oculto de tus palabras. Se autocrítico, deja de pensar que por ser adulto o padre tienes razón o tus errores no tienen importancia.
Y poco a poco controlarás el chantaje emocional, de verdad, normalmente va a bastar con admitir que lo usas para saber dejar de usarlo.
Y ahora me gustaría pediros que nos contéis vuestros recuerdos sobre cuando, en vuestra infancia, vuestros padres os hicieron chantaje emocional y, si queréis, situaciones en las que sabéis que lo usáis con vuestros hijos.
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