Los niños, sobre todo cuando son pequeños, pueden tener conductas de pegar cuando se enfadan. Cuando nos pegan a nosotros, los padres, esto puede generarnos especial malestar, y por ello es importante trabajar en esta situación para que no se convierta en un hábito.
Hablamos de por qué algunas veces los niños pegan cuando se enfadan y qué estrategias podemos poner en marcha para prevenir esta situación y cambiarla. No es algo fácil de lograr pero con constancia y amor, es posible.
Por qué mi hijo me pega cuando se enfada
Son muchas las causas que pueden explicar por qué tu hijo te pega cuando se enfada, y hasta cierto punto, es normal que lo hagan en la primera infancia. Se trata pues de un comportamiento lógico cuando el lenguaje aún no está presente (o no está suficientemente consolidado), ya que el niño aún no dispone de los recursos lingüísticos para defenderse.
En un artículo publicado en la Revista Española de Pediatría, desde el Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia, su autora menciona que los niños que pegan puede ser que no cuenten en su repertorio con las habilidades para resolver la situación o el conflicto, el cual les resulta desbordante.
Así, puede que aún no tengan la capacidad para gestionar adecuadamente la frustración ante un límite o ante algo que no les gusta o no les ha salido bien. El hecho de pegarte también puede resultar fruto de su impulsividad, de su incapacidad para autorregularse o de un (mal) hábito que han adquirido.
También puede ser que haya alguna situación en su ámbito personal o social que no esté bien. Y todos estos elementos no justifican su comportamiento, pero sí nos dan pistas para buscar y encontrar el origen de esta conducta.
¿Qué podemos hacer si nuestro hijo nos pega en un estado de rabia?
1. Actúa desde la calma
Esto es todo un reto, ¡no es nada fácil! Pero debemos intentar mantener la calma y evitar dejarnos llevar por la emoción. Ten en cuenta que las emociones son contagiosas y que es normal que tu hijo, en un estado de enfado, proyecte esta emoción en ti. Pero debes intentar mantener la calma; por ejemplo, puedes probar a respirar profundamente antes de actuar.
2. Acompáñale en la gestión de su emoción
Acompaña a tu hijo a autorregularse en su rabieta. Debe entender que no está bien pegarte, pero que no le dejas solo.
Puedes cogerle la mano, abrazarlo, acariciarle... Se trata de intentar calmarlo desde la presencia y el amor, sin regañarle pero sí poniendo límites claros y expresándole el mensaje claro de que lo que hace no está bien.
3. Pon límites
Si tu hijo te pega cuando te enfada, es importante que pongas límites físicos y verbales (siempre de forma respetuosa); por ejemplo, coge sus manos y retíralas de tu cuerpo, establece un límite claro con tu mano, señálate y acompaña este mensaje no verbal con un mensaje verbal; "aquí no se pega", o "no está bien pegar".
Ofrécele una estrategia alternativa, por ejemplo, "intenta ponerte tranquilo, coge mi mano si quieres". Se trata de "protegerte" y de hacerle entender que la conducta que esperas de él es otra.
4. Empatiza con él
Una vez pongas los límites, es importante empatizar con él, "sé que estás enfadado", "sé que te cuesta controlarte ahora", "podemos hablar cuando estés más tranquilo", "ahora necesito que dejes de pegarme", etc. Es importante, en este punto, aclararle lo que esperas de él en ese momento.
5. Enséñale formas alternativas de responder
Si tu hijo te pega cuando se enfada quizás sea porque aún no tiene, en su repertorio de conductas, otra conducta que sea más adaptativa y respetuosa.
Por ello, le puedes enseñar otras respuestas, como por ejemplo: respirar antes de actuar, contar hasta cinco, dar una vuelta o salir del escenario en el que se encuentre, apretar una pelota antiestrés, verbalizar lo que le ocurre... Hay algunas técnicas de gestión emocional para niños que también pueden servirte, como la técnica del semáforo, la técnica de la tortuga o el frasco de la calma.
6. Intenta prevenir la conducta
Por otro lado, también es importante prevenir la conducta, es decir, intentar evitar que se produzca. Para ello puede ayudarte reforzar los momentos en los que tu hijo consigue autorregularse de otra forma, sin necesidad de pegarte a ti (por ejemplo, puedes decirle "lo has hecho genial ahora").
Es decir, si ante una rabieta, o un enfado, logra no pegarte, refuérzaselo. Esto no hace falta hacerlo siempre (hablamos entonces del refuerzo intermitente), porque al fin y al cabo, lo normal debería ser no pegar, pero un pequeño refuerzo siempre ayuda.
Otra forma de prevenir la conducta es estar atento a las señales que indican que es probable que la conducta aparezca; por ejemplo, fíjate en si tu hijo tiende a pegarte más si está cansado, o al final del día, o cuando hace determinados gestos o caras... son pequeñas pistas que te ayudarán a prevenir la conducta.
Fotos | Portada (Unsplash)