Cuando tienes un bebé te terminas dando cuenta que hasta salir a la calle puede ser muy complicado, sobre todo si cada vez tienes que preparar todo lo necesario. Tener siempre preparado un "kit" básico de supervivencia higiénica te puede ayudar mucho. Si está todo preparado con antelación tendrás solamente que meterlo en el bolso y no ponerte a pensar y a rebuscar las cosas que te van a poder hacer falta.
Solemos tener una gran bolsa con cambiador pero no siempre es práctico acarrear con ella. Por eso los pequeños "kits" con lo más imprescindible pueden salvarnos de más de un apuro y sobre todo de andar metiendo y sacando cosas. Cuando por fin nos hemos conseguido duchar y tener al niño comido y cambiado andar por la casa buscando los pañales y las toallitas pueden descolocarnos, el niño en el cochecito empezar a llorar aburrido y nosotros desesperarnos si no encontramos algo.
Para mi las bolsas ideales para tener estos útiles imprescindibles preparados eran esas de tela de algodón el las que suelen venir los zapatos buenos y las nueces de lavado, pero las has de muchos tipos y orígenes. Son lavables, pequeñas y flexibles, y tienen el tamaño ideal. Solía tener cuatro o cinco preparadas en un cajon del recibidor y nunca me faltaban a la hora de salir. También tenía una en el coche siempre preparada.
Dentro de mi bolsa con el "kit" de supervivencia higiénica metía un par de pañales, las toallitas, un par de bolsas de plástico, una toallita de manos y muestras de jabón delicado. Cuando había que cambiar el niño llevaba todo lo necesario estuviera donde estuviera incluso si teníamos que enfrentarnos a una de esas cacas gigantes que lo dejan embadurnado todo. Con el jabón y la toalla podía limpiarlo bien, si necesidad de acudir siempre a las toallitas con químicos, y de paso evitaba irritaciones. También solía llevar un body de repuesto, para cuando el pañal se salía y manchaba la ropa.
Pertrechada con mi "kit" básico podría enfrentarme a la mayor caquita del mundo sin temor y no tener que detener el paseo, volviendo a casa triunfante y con un bebé limpio y feliz.
Cuando el niño comenzó a andar añadía también unas zapatillas de loneta, un pantalón viejo y unos calcetines. Con eso ya no me preocupaba que se pudiera meter en el barro o caerse en un charco. En un segundo lo cambiaba de ropa y podíamos seguir, no muy elegantes quizá, pero secos y limpios, que en el fondo en lo más importa.
Preparar con antelación estas bolsitas con vuestro propio "kit" de supervivencia higiénica os ahorrará más de un regreso anticipado y bastantes berrinches a vuestro hijo.