Cuando una amorosa mamá, dedicada a su primer hijo y llena de él se enfrenta a un segundo embarazo muchos temores pueden aparecer. Aunque el amor se multiplica y se amará al segundo hijo como al primero, sin duda puede haber cierto trastorno en las relaciones cuando llega el segundo bebé.
Cuando nace el primer hijo de una mujer no solamente nace un niño, también nace una madre y ella vive esta nueva dimensión de su personalidad como algo muy profundo y poderoso, que puede cambiar toda su concepción del mundo y de si misma. Entregada al vínculo se encuentra que todo puede cambiar con la llegada del segundo hijo.
Ya no podrá entregarse por completo al que ha sido hasta ahora su gran amor, y tampoco podrá tener una completa unión con el segundo que deje al primero fuera de la relación materno-filial.
Los sentimientos de la madre
Pese a que durante el embarazo y en los primeros momentos pueda haber sentimientos contradictorios hacia los dos hijos y hacia una misma, miedo a no amar suficiente o a no llegar a atender a ambos, normalmente las madres son capaces de reconstruir las relaciones de la familia de una manera que de acogida a todos en una nueva manera de entender el amor y la comunicación.
El segundo hijo llega, sea planificado o no, en un momento diferente de la vida de esa mujer y le hará relacionarse con él y sentir emociones diferentes posiblemente a las que experimentó con el primero. Tendrá menos temores pero también menos tiempo, más experiencia pero también menos disponibilidad.
En algunos casos hay una cierta culpabilidad y angustia, pero en otras el niño mayor es percibido como molesto o desarrolla comportamientos regresivos o de llamada de atención ante sus padres, dificultando la comunicación en la nueva forma que ha tomado su familia.
La edad del primer hijo influye
La forma en la que el hijo mayor reacciona ante la llegada del bebé no es siempre previsible aunque, sin duda, aspectos madurativos son importantes.
Algunos niños muy pequeños se adaptan bien en apariencia al nuevo bebé siempre que la familia cuente con apoyos para atenderlos a ambos, pero sin duda las mamás se sienten especialmente agotadas si tienen que cuidar a dos bebés que no caminan, usan pañales o tienen despertares nocturnos.
A partir de los dos añitos las cosas podrían ser más sencillas, pero muchas veces los pequeños no son capaces de expresar sus sentimientos contrapuestos hacia el hermanito que les quita atención de sus padres. Los padres, a veces, en vez de entender que su hijo se siente asustado y solo y que no está preparado para compartirlos, se enfadan con él cuando se pone más caprichoso de lo normal, tiene regresiones, pesadillas o berrinches. Algunos vuelven a hacerse pipí o se muestran agresivos, todo motivado por el deseo de recuperar más atención y no saber decirnos cuanto nos necesitan y como querrían a veces que nada hubiera cambiado.
La comprensión es fundamental para ayudarles a pasar esta crisis personal. El hermanito no es su responsabilidad e, incluso si lo “pedían” no es sorprendente que lo encuentren un poco decepcionante, ya que no sirve para jugar con él.
La pareja, la familia o los amigos cercanos tienen entonces un papel importante, acompañándolo en ratos y ayudando para que la mamá pueda también disponer de ratos en los que le dedique mimos y atención exclusiva.
Es mejor que el nacimiento del segundo no suceda a la vez que otros importantes cambios en la vida de un niño: dejar el pañal, pasar a su cuarto o entrar en la guardería, para evitar que tenga que enfrentarse a situaciones de tensión acumuladas.
Para los niños a partir de los seis años suele ser más sencillo, ya que no están tan necesitados de atención constante, tienen amigos e intereses con los que pasar el tiempo cuando su madre no puede estar con ellos. También, por supuesto, tienen una mayor maduración física, emocional e intelectual que les va a permitir entender la nueva situación. Sin embargo no podemos descartar que sientan celos, sobre todo si les empezamos ahora a exigir que cuiden del hermanito sin desearlo ellos o a que se comporten como “mayores” todo el tiempo.
No hay un momento ideal para el segundo nacimiento que pueda ser aconsejado, cada familia tiene sus ritmos, prioridades y necesidades, pero en general es conveniente planificar ese nacimiento cuando madre, padre e hijo mayor estén preparados para organizar su tiempo y sus emociones dándo cabida al nuevo miembro. Pero una cosa ese segura, amar al segundo hijo no va a ser un problema.
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