La autoestima es aquella percepción y valoración que hacemos de nosotros mismos, y tiene que ver con diferentes ámbitos o competencias. A grandes rasgos, podemos hablar de cuatro: competencia física (autoimagen), cognitivo-académica, aceptación por parte de los iguales y aceptación de los padres.
Estas competencias (o más bien, la percepción de las mismas), tienen un impacto innegable en la autoestima.
Cuanta mayor aceptación haya por parte del entorno, además de por uno mismo, más positiva será la autoestima. Así, un niño que se siente valorado, reconocido, y que además es reforzado por sus logros, se sentirá más seguro de sí mismo.
Aunque, ¡ojo! La autoestima también depende de uno mismo, incluso en la infancia. ¿Cómo evoluciona la autoestima los primeros años de vida y de qué depende esta evolución? Vamos a verlo.
¿De qué depende la construcción de la autoestima?
La autoestima en la infancia depende de múltiples factores, y no únicamente de la percepción que tienen los niños de ellos mismos (positiva o negativa). Así, depende de:
- Las características individuales del niño.
- A qué le da importancia cada niño.
- Los recursos personales.
- La educación recibida.
- La aceptación y opinión de profesores, iguales, familia...
- Las relaciones sociales.
En cada momento evolutivo, estos factores adquirirán más peso o influencia, (o menos), en el desarrollo de la autoestima.
Evolución de la autoestima los primeros años de vida
Ahora sí, vamos a ver cómo evoluciona la autoestima los primeros años de vida.
Bebé y primeros años de vida
La autoestima se va configurando los primeros años de vida (igual que el autoconcepto), y se va haciendo más compleja.
Así, se empieza a construir en el momento en el que el bebé nace. Los bebés nacen buscando el contacto con el otro, asombrándose continuamente por su entorno.
Desde muy temprano, las interacciones con los padres cobran fuerza, surge el apego con las figuras principales, y todo ello tiene un impacto en la autoestima del bebé.
En ese contexto de interacción con los padres, que ofrecen atención al bebé, y donde se da una relación recíproca con el niño, es cuando este empieza a sentirse competente y capaz.
Edad preescolar
En edad preescolar, los niños empiezan a ser capaces de describir cómo son de hábiles en las dimensiones mencionadas (ámbito académico, físico y relacional).
En esta edad, la autoestima es mucho más variable de una competencia a otra; es decir, no es tanto un concepto global y unitario, sino que un niño puede tener una muy buena autoestima en el colegio, por ejemplo, y una peor autoestima en sus relaciones sociales.
A medida que pasa el tiempo, las diferencias en estos niveles de un ámbito a otro se reducen.
A partir de los 6 años
Antes de los seis años la autoestima suele ser muy positiva, y a partir de esta edad, la aceptación por parte de los iguales se torna especialmente importante.
Por ello resulta muy importante para los niños los otros niños que van conociendo y con quienes se relacionan.
Se comparan socialmente y sus valoraciones individuales, aunque en parte dependen de la valoración de los iguales, son cada vez más objetivas y realistas.
Entre los 7 y 8 años
A estas edades la autoestima ya está más consolidada y definida. Adquiere un carácter más global.
Entre los 7 y 8 años, la educación recibida, aunque siempre ha sido importante, tiene un impacto mayor en el desarrollo de la autoestima y el autoconcepto. Sin embargo, también influyen otras variables o factores, como:
- Las relaciones con los iguales.
- Las relaciones con los profesores.
- Los entornos en los que participan (escuela, hogar, actividades extraescolares...).
Evolución por áreas y tipos de autoestima
Hemos visto, a grandes rasgos, cómo evoluciona la autoestima los primeros años de vida. Pero, ¿cómo evoluciona esta en cada área en concreto? ¿Cómo es cada tipo de autoestima y de qué depende su evolución?
Autoestima física y autoimagen
En la primera infancia los niños ya empiezan a ser conscientes de cómo son físicamente y de cuáles son sus capacidades físicas. Ya desde pequeños desarrollan una autoimagen corporal concreta, que es la percepción que tienen de su propio cuerpo, silueta, peso y características físicas en general.
A medida que crecen, la autoimagen corporal tiene cada vez más impacto en su autoestima, es decir, en la pubertad y adolescencia. ¿Por qué? Porque quieren sentirse atractivos por los demás.
Autoestima cognitivo-académica
En este ámbito, los niños en edad preescolar empiezan a pensar en cómo es su rendimiento académico, y en cuáles son sus características como estudiantes (autoestima académica).
Cuando son más pequeños, y en general, suelen valorarse muy positivamente en este ámbito; llegan incluso a idealizar sus propias capacidades.
Pero a medida que crecen, y a partir de los ocho y nueve años, la percepción académica se vuelve más realista y, además, se comparan más con los demás a la hora de evaluarse.
Es decir, a medida que crecen esta autoestima ya no depende tanto de lo que ellos creen de sí mismos sino de cómo se ven en relación con los demás (comparación social).
Autoestima familiar
Como hemos visto, ya desde que nacen, la autoestima se va configurando y, además, la influencia de la relación con los padres (y sobre todo el apego) es mucho mayor que en edades posteriores.
Así, la atención, el cuidado y el refuerzo de los padres, y su estilo de crianza, impacta directamente en su autoestima; si todo lo anterior es positivo, la autoestima será mejor.
A medida que crecen, la relación con los padres empieza a tener menos impacto en su autoestima, porque ya depende de otros factores, como las relaciones sociales y la aceptación por parte de los iguales.
Autoestima social
La aceptación por parte de los iguales, sumada a cómo de competente se siente el niño a la hora de relacionarse, son los aspectos esenciales que configuran la autoestima social.
Por ello es tan importante que desde pequeños los niños se relacionen y jueguen con otros niños. A medida que se hacen mayores, hacia los seis o siete años, los amigos cobran especial relevancia.
Y desde la pre-adolescencia en adelante, es sabido que su autoestima y su autoconcepto dependen, en gran parte, de la aceptación social por parte de los amigos.
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