Hemos hablado en muchas ocasiones de la enorme importancia que tiene la afectividad y la atención a las necesidades emocionales del bebé para su armónico desarrollo posterior.
Tanto por causas psicológicas como incluso biológicas el ser criado con respeto tendrá incidencia en el modo en el el niño sentirá el mundo y se sentirá a si mismo. Si las necesidades emocionales son atendidas el niño crecerá sin miedo y con confianza. La violencia, incluída la desantención emocional, pondrá las bases de la desconfianza hacia los demás y la desvalorización de uno mismo. Para ser feliz hay que sentirse amado y respetado desde la etapa inicial de la vida.
Muchas veces los padres, que amamos a nuestros hijos, no sabemos como amarlos. Repetimos ideas preconcebidas erróneas que desvalorizan al bebé y nos alejan de él, sin llegar a reflexionar si el modo en el que nos educaron puede no ser el más adecuado. Descubrir esto nos permite enfrentarnos a esos fantasmas que viven en nuestro interior y afrontar la crianza de nuestros hijos sin repetir conductas dañinas.
El bebé que llora expresa una necesidad, a veces física, pero también, y de forma muy importante, afectiva. Si al escuchar al bebé llorando caemos en ideas como que llora para fastidiar, para tomarnos el pelo o para que hagamos lo que él quiere, estamos actuando contra él y repitiendo un patrón de pensamiento peligroso. El bebé no sabe hablar y manifiesta sus emociones del único modo que puede, mediante el llanto.
Asimismo, su necesidad de contacto físico es enorme y fundamental para su correcto desarrollo psico-afectivo. Si un bebé llora para que lo cojamos, hay que alzarlo, abrazarlo y calmar su necesidad.
Esto puede parecer poco importante, pero es que la necesidad de afecto y de su expresión física, que es la que entiende el bebé, es enormemente importante. Si necesitas amor y se te da comprendes que tu necesidad de amor, que tu mismo, eres importante y digno de ser respetado y amado.
Pero si tu llanto es recibido con indiferencia y burla, si te tratan de manipulador, malo y caprichoso, creerás que eres asi, que no importas y no vales nada para aquellos que son todo para ti.
Para que un bebé o un niño se sientan amados necesitamos entender sus emociones y también interpretar cuales son sus necesidades afectivas y satisfacerlas. Podemos profundizar en estos temas acudiendo a especialistas como el psicólogo Enrique Blay, que organiza numerosos talleres para profesionales y familias en los que aborda estas cuestiones y que sostiene una página en la que podreís ampliar lo que aqui he explicado.
Más información | El bebé emocional, blog de Enrique Blay