Anquiloglosia y Lactancia

Anquiloglosia y Lactancia
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La anquiloglosia (o frenillo corto) es la presencia de un tejido bajo la lengua que la une a la parte inferior de la boca restringiendo sus movimientos.

Antiguamente se diagnosticaba y remediaba al nacer el niño, pero con la disminución de la popularidad de la lactancia en los años 40-50 el tratamiento dejó de ser común.

Con la vuelta a la alimentación natural el frenillo corto se ha vuelto a identificar como un problema y por tanto se ha vuelto a diagnosticar y tratar.

La lengua juega un papel muy importante en la lactancia materna ya que ayuda a coger el pecho de manera adecuada y es la encargada de hacer los movimientos de onda, de adelante a atrás y comprimir la leche de la areola al pezón.
En caso de que haya anquiloglosia estos movimientos de onda o la misma extracción de la lengua se dificulta mucho. Esto hace que las tomas sean largas, cansadas y menos eficientes.

Los bebés compensan el frenillo corto de varias formas:

  • Usando la mandíbula para aumentar la presión sobre el pecho, provocando sensación de que muerde o mastica (el pezón sale de la boca del niño deformado, comprimido o pellizcado).
  • Usando los labios en vez de la lengua para extraer la leche.

Aún haciendo esto a menudo hacen daño y provocan grietas, puesto que buscar una posición adecuada es más complicado que con los bebés sin este problema.

La que parece ser una buena posición para estos bebés es algo así como “a caballito” (ver foto). Sentado en las piernas de la mamá y dirigiendo el pezón al labio superior para que abra la boca bien grande, realice una ligera extensión y se coloque al pecho con el labio inferior y la punta de la lengua tan lejos de la punta del pezón como sea posible.

Si el bebé se atraganta de esta manera puede realizarse la misma maniobra estando los dos recostados para que el chorro de leche no vaya directo a la garganta.

Un bebé con frenillo corto corre el riesgo de retraso del crecimiento si se le ponen horarios estrictos o si sus tomas al pecho se limitan.

Es importante (y urgente) diagnosticarlo y tratarlo lo antes posible. No es que sea un asunto a vida o muerte, pero si dificulta la lactancia, está dificultando la correcta alimentación de un bebé recién nacido. Si además hace daño y provoca grietas, sumado a la duración de las tomas, se convierte en un perfecto “desanimador” (me invento la palabra) de madres lactantes.

El tratamiento es muy sencillo. Se llama frenotomía y consiste en cortar el frenillo con tijeras estériles bajo anestesia local. Provoca muy poco sangrado y es un procedimiento con muy pocos riesgos. El bebé casi siempre puede empezar a mamar inmediatamente después de la operación y la madre nota la diferencia enseguida.

El problema es que no se suele considerar un problema urgente y queda en manos del pediatra (o de la madre) el mover cielo y tierra para buscar a alguien que lo haga lo antes posible.

Conozco incluso el caso de un pediatra (Luís Ruiz) que después de intentar convencer a los cirujanos de que sí era una intervención urgente durante mucho tiempo decidió aprender a hacerlo él mismo.

Yo soy papá de un niño que nació con anquiloglosia y pude ver la cara de mi mujer cuando al mes de vida le cortaron el frenillo y mamó sin producir dolor ni más grietas. Imaginad la cara de alivio y el “Ohh, esto es otra cosa”.

Si lo hubiésemos sabido antes…

Más información | La Leche League Internacional En Bebés y más | Corregir el frenillo lingual y labial

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