No es la primera vez que pasa, y si los protocolos siguen igual, separando a los bebés de sus madres sin necesidad, quién sabe si no será la última. Marta Montes dio a luz por cesárea en el Hospital Materno-Infantil de Málaga a su hija, Naia. La recuperación fue la típica, un par de horas esperando que pasara el efecto de la anestesia y que todo estuviera bien, y a continuación subió a planta con su bebé. Allí todos les recibieron con la habitual sonrisa, con felicidad y con el típico diálogo de "pues se parece a..." y, cuando ya más o menos habían encontrado las semejanzas, al ir a cambiarle el pañal, llegó la confusión.
La pequeña Naia tenía pene, y como en el lapso de tiempo que pasó entre que nació y le quitaron el pañal era difícil que le hubiera crecido uno, avisaron rápidamente al personal del centro porque ese niño no era su hija. En total fueron dos horas de cambio, que podrían haber sido muchas más.
Cómo sucedió todo
Muchas más porque yo recuerdo que el primer pañal que le cambiamos a mi hijo el mayor lo hicimos más tarde... quizás tardamos 4 ó 5 horas en cambiárselo, que es cuando hizo su primera caca. El caso es que la niña pudo estar unos segundos con su madre tras nacer, y luego, en vez de dejarla con ella, algo lógico si ambas estaban bien, se llevaron a la niña al nido.
Pero ahí en el nido Naia se encontró con un pequeño que, a la hora de ser entregado a Marta, fue el elegido. Ella subió con él, estuvo con él en sus brazos, le dio el pecho, se hizo fotos y probablemente las compartió con la familia no presente, un mensaje multitudinario a los contactos del móvil para dar la gran noticia. Tuvo la impresión de que Naia era un poco diferente a como se la habían mostrado un rato antes y de que no se parecía demasiado a su hermano Héctor, pero no le dio demasiada importancia. Pasado un rato, la madre de Marta decidió abrir el pañal, según dice, "por intuición".
El susto fue tremendo, empezaron a pensar de todo. Veinte minutos que seguro se hicieron más largos que veinte horas. Y finalmente hicieron el cambiazo. Entregaron a Naia a su verdadera madre y se llevaron al niño de nuevo al nido, donde estaba la niña. Al parecer, la madre del crío estaba aún en la sala de recuperación. Había dado a luz casi a la vez que Marta, y curiosamente ambas compartieron espacio, tiempo y palabras ahí, y lamentablemente, compartieron hasta a su bebé, sin saberlo. De hecho, la otra madre, no se enteró de la película hasta dos días después. Imagina qué mala sensación saber que tu bebé ha estado con otra familia, que le han hecho fotos pensando que era el suyo, que le han amamantado, que...
La(s) versión(es) de los hechos
Los padres de Naia, lógicamente, pidieron una explicación ante semejante "cagada". Para liarla más, desde el hospital les dieron dos versiones, en plan, elige la que más te guste. El mismo día del parto dos pediatras que fueron a la habitación les explicaron que habían estado en la misma cuna y que al ponerles las pulseras identificativas se habían equivocado.
Dos días después, los padres, que ya dudaban hasta de que su hija realmente lo fuera, pidieron una prueba de ADN. Dos altos directivos del centro pidieron disculpas por lo sucedido y comentaron que nada de los dos en la misma cuna, que el error había sucedido en la sala a la que llevan a los bebés al salir del quirófano.
Vamos, que el error fue de identificación, pero que no se pusieron de acuerdo en decir dónde sucedió, que tampoco es que sea importante, pero dado que la situación era muy delicada, imaginad a los padres recibiendo diferentes versiones.
Desde el hospital han pedido disculpas a los padres y han declarado públicamente que la pulsera no es el único método de identificación que se utiliza, sino que también se hace uso de una muestra de sangre y de las huellas dactilares.
¿Y si hubiera sido otra niña?
Que está muy bien eso de la huella y la sangre, pero a mí si me dan a mi bebé no me paro a mirar sus huellas, ni pido los resultados del análisis para ver si es mi hijo. Le miro, veo la pulsera, y sé que es el mío. Claro, que si me lo han cambiado de sexo, pues ya dudo... Entonces uno se para a pensar qué habría pasado si el bebé erróneo hubiera sido una niña. Pues ya os lo digo yo, nada. Marta seguiría pensando que se parece poco a Héctor, la abuela le habría cambiado el pañal tan ricamente y el bebé habría pasado la noche, los días y los años con esa familia, a menos que alguien del hospital dijera un buen día que "me parece que ha habido una pequeña confusión".
Y si no os lo creéis leed esta noticia de hace unos días. En Japón hubo un intercambio de bebés por error hace 60 años y la historia se ha dado a conocer ahora. Una de las familias era rica y la otra pobre. Cambiaron a sus hijos y el destino de sus vidas cambió por completo, hasta el punto que el bebé que iba a vivir con su familia sin recursos acabó siendo propietario de una empresa inmobiliaria. El otro ha sido indemnizado por el hospital con 273.000 euros por los daños ocasionados, y lo está pasando tan mal, por saber que sus padres no lo fueron en realidad, que ha preferido seguir en el anonimato.
Da que pensar, ¿eh? Pues hala, a pensar un rato en lo que puede cambiar la vida de una familia porque a una persona le da por poner la pulsera que no es a un bebé.
Vía y Foto | El País En Bebés y más | Entregan a una madre la niña equivocada y pasa nueve horas con ella en casa hasta que la reclaman, Después de 26 años se dan cuenta que fueron intercambiados al nacer, Dos familias viven durante más de un año con los bebés cambiados