Seguramente con la llegado de las vacaciones ya muchos están preparando las maletas para viajar y descubrir nuevos lugares con la familia. Para quienes eligieron pasar estas vacaciones en la ciudad de Nueva York o tengan planeado visitarla con niños próximamente, les contaré mi experiencia en un reciente viaje a Manhattan la pasada primavera, con mi esposo y mi pequeño de tres años.
Para muchas personas Nueva York y los niños son incompatibles y jamás pensarían llevarlos a la Gran Manzana. Sin embargo si bien es cierto que en Nueva York hay montones de cosas que no se pueden hacer o no son apropiadas para los pequeños, también es cierto que hay cientos de cosas maravillosas que se pueden disfrutar en familia y que si no vas con los pequeños de la casa probablemte te perderías.
Para nosotros fue un viaje memorable y no en vano ahora Rodrigo dice que él quiere vivir en Nueva York. Para él fue una experiencia inolvidable, viviendo en Caracas y acostumbrado a ir todo el día en auto, hasta las cosas más simples como el tomar un taxi (estaba maravillado de que todos fueran amarillos), un viaje en metro, ir y venir en autobús o simplemente el caminar por las calles, resultaron para él toda una aventura.
Primero les hablaré de la planificación del viaje, empezando por el tema del alojamiento. Por nuestra experiencia les puedo decir que si se viaja con niños pequeños es ideal quedarse en una zona de la ciudad que sea más bien residencial en vez de una zona netamente turística como puede ser Time Square. Yo había estado otras veces en Nueva York así que tenía una idea de cuales zonas eran más apropiadas para alojarse en familia y elegimos el Upper West Side.
Algo indispensable es llevar o adquirir al llegar un cochecito liviano estilo paragua y aunque tu hijo ya no este acostumbrado a usarlo como era nuestro caso, creánme es un objeto de primera necesidad en las calles de Nueva York, incluso para niños de 5 o 6 años. No en vano las madres newyorkinas son de las que tardan más en dejar el cochecito en el olvido.
Para nosotros la comida tampoco resultó ser ningún problema. Nosotros hemos acostumbrado a Rodrigo desde que era a un bebé a comer en restaurantes y se comporta bastante bien.
Además en Nueva York hay muchos lugares donde se come bien, sin necesidad de caer en una cadena de comida rápida, donde son realmente amigables con los niños, les ofrecen papel y creyones para dibujar. En uno de los restaurantes que visitamos, el Blue Smoke, le trajeron a Rodrigo una galleta cruda en forma de cerdito, para que él la decorara con pepitas de colores y a la hora del postre se la devolvieron horneada y él se la comió orgulloso y feliz, lo que me pareció una idea genial.
Continuará...