Por alguna causa desconocida, este año está aumentando de forma alarmante el número de personas fallecidas en las playas, pantanos y piscinas de nuestro país. Hasta la fecha son concretamente 35 personas en las últimas semanas (90 en lo que va de verano). Sólo en lo que llevamos del mes de agosto, son ya 15 los fallecidos.
La mayoría de los sucesos que ocurrieron en las piscinas, fueron accidentes con niños. El ahogamiento, de hecho, es una de las causas principales de muertes infantiles en nuestro país. Esto nos indica que debemos extremar la precaución, sobre todo con los niños más pequeños.
Para ayudarnos, existen varios mecanismos. Por ejemplo, un buen artilugio sería el "Detector de Caídas" que consiste en una alarma portátil que se coloca en el niño en forma de pulsera y cuenta con un sensor en forma de tortuga que sirve para prevenir ahogamientos en piscinas, lagos o bañeras, pero no en el mar, donde desciende su eficacia por la elevada concentración de sal.
Además, tienen un alcance limitado máximo de 30 metros. Cuestan alrededor de 300 euros y al parecer, es el único mecanismo de seguridad que dispara una alarma cuando toma contacto con el agua.
Otras medidas quenos podría ayudar, son la colocación de redes y lonas que cubran las piscinas, evitando que al caerse accidentalmente en la piscina, se caiga en el agua. Para el verano resultan algo incómodas, y además son caras, pueden salir hasta por 600 euros.
Conviene llevar a los niños a cursos de natación para que aprendar a nadar y así en el caso de algún despiste, puedan defenderse en el agua. Cuanto antes, mejor. Además es una medida estupenda para que los peques se pongan en forma.
Pero lo más importante es el sentido común. La falta de vigilancia explica el 77% de los casos. No hay que perder de vista a los hijos, sobre todo a los más pequeños, que son muy curiosos y no tienen la sensación de peligro, y en unos minutos se pueden despistar. Con un par de minutos que se pierda de vista al niño es suficiente.
Si aún así, presenciamos algún accidente, no perder la calma. Hay que sacar rápidamente el niño del agua, y que alguien llame rápidamente a una ambulancia mientras nosotros comenzamos las medidas de reanimación.