Apuesto a que sois capaces de recordar esos chantajes, aparentemente inofensivos, en vuestra infancia. "¿Es que no me quieres?", "Si me quisieras de verdad no harías", "No serías tan malo si me quisieras", "Si me obedeces te querré pero si me desobedeces no te querré más"...
Ninguno de nosotros estamos libres de usar este chantaje emocional con los niños, especialmente si lo sufrimos nos sale de forma casi automática.
Todo eso es chantaje emocional. Cuesta reconocerlo si las víctimas son niños, tendemos a invisibilizarlo, pero su efecto dañino no es diferente que si la víctima fuera nuestra pareja o un amigo. En realidad es más dañino pues la dependencia del niño hacia nosotros es total.
Cuando ponemos una condición al amor hacia nuestros hijos les hacemos sentir cosas muy feas: que solo los querremos si son o hacen lo que nosotros queremos que hagan, que no los queremos si se equivocan, que no los queremos si son como son. El chantaje emocional es una forma de violencia.
Les enseñamos que nuestro amor y respeto se compra con sumisión; que el amor y el respeto se compra con sumisión. Hay que evitar los chantajes emocionales a nuestros hijos. Hay que ser conscientes de que las consecuencias del chantaje emocional van desde la indefensión aprendida a enseñar que es una forma válida de manipular al otro.
Posiblemente todos hemos usado en algún momento el chantaje emocional. Es automático, una forma de comunicación erronéa aprendida en nuestra propia infancia. Pero, aunque parezca que por ese motivo es casi imposible dejar de hacerlo, sucede todo lo contrario, cambiar es sencillo.
En el próximo tema intentaremos explicaros como reconocer y superar el uso del chantaje emocional hacia los niños. Ya veréis como es posible.
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