
Si hay un rincón del baño que pone a prueba nuestra paciencia, es el inodoro. Y no es por las razones obvias, sino por esas odiosas manchas oscuras que aparecen en la cerámica, justo donde cae el agua al tirar de la cadena.
No es suciedad común, ni restos que se vayan con un simple fregado. Es cal, o mejor dicho, carbonato de calcio, una huella que el agua dura deja tras su paso. Y lo peor es que, cuanto más la ignoras, más resistente se vuelve.
Lejía o amoníaco... ¿por qué no?
Lo curioso es que, ante estas manchas, la mayoría recurre automáticamente a la lejía o al amoníaco, como si fueran un remedio mágico. Error. Ni uno ni otro sirven contra la cal.
La lejía desinfecta, sí, pero no disuelve los depósitos minerales. El amoníaco limpia grasas, pero no es rival para una costra calcárea. Así que, si quieres ganar la batalla, necesitas otro tipo de arma: los ácidos suaves que ya tienes en la cocina.
El dúo imbatible: vinagre y limón
El vinagre blanco y el zumo de limón no son solo para aliñar ensaladas. En el universo de la limpieza, son auténticos aliados. Ambos son ácidos suaves, lo bastante potentes para disolver la cal, pero lo bastante seguros para no intoxicarte en el intento. Además, dejan un aroma fresco que transforma el baño en un espacio más agradable.
¿Cómo usarlos? Fácil y barato. Primero, seca la zona manchada del inodoro para que el vinagre o el limón no resbalen sin hacer efecto.
Ponte unos guantes, vierte un vaso generoso de vinagre caliente o el zumo de varios limones directamente sobre la mancha y deja que actúe al menos media hora. Después, cepilla con energía. Si la mancha es veterana y se resiste, repite la operación, esta vez dejando el producto actuar toda la noche.
¿Vinagre o limón? La química tiene la respuesta
Aunque los dos funcionan, el limón tiene una pequeña ventaja científica. Su ácido cítrico no solo ataca la cal, sino que es capaz de "secuestrar" los iones de calcio, lo que hace que la disolución sea más eficaz.
Además, el limón deja un olor a limpio mucho más agradable que el vinagre. Así que, si tienes limones olvidados en la nevera, ya sabes qué hacer con ellos.
El secreto: prevención y constancia
Eso sí, ningún truco es milagroso si solo lo usas cuando el inodoro ya parece una cueva calcárea. La verdadera clave está en la prevención. Un repaso semanal con vinagre o limón evitará que la cal se asiente.
Y si vives en una zona con agua especialmente dura, puedes colocar pastillas antical en la cisterna o colgarlas del borde del inodoro. Cada descarga liberará un poco de ácido suave que mantendrá a raya la cal, sin necesidad de productos agresivos.