Arturo ya tiene tres meses de edad. La semana pasada se ha desatado haciendo “gorgoritos”, mediante estos soniditos preciosos empieza a comunicarse y a cautivarme con largas conversaciones. También sonríe, especialmente con su hermano a quien no le quita la vista ni un momento.
Mi bebé ya empieza a entretenerse con su gimnasio, sobre todo cuando se lo coloco de manera que mueva la mano y por azar agite los colgantes de éste; cuando esto sucede el pequeñín “flipa”, abre los ojos, se ríe, patalea con intensidad y se interesa por el efecto. Pero a decir verdad su hermano mayor es el mejor entretenimiento, sólo tengo que sentarlo en la hamaquita para que observe a su hermano jugar; puede quedarse ratos concentrado en los ruidos y movimientos que hace Lucas al corretear. El hermano ya no está celoso y es su mejor maestro. Le lee cuentos, le enseña todo lo que aprende en su colegio y al llegar a casa lo primero que hace es saludar a Arturo.
Sin embargo tengo que tener precaución. El sábado pasamos un gran susto. Dejé al bebé en la cama con su hermano mientras contestaba el teléfono; de pronto Arturo comenzó a llora desesperadamente. Cuando volví a la habitación encontré al bebé colgando de cabeza y a Lucas cogiéndolo por las piernas, por lo visto jugando lo empujó y el bebé casi se cae, menos mal que tuvo buenos reflejos y lo agarró por las piernas. ¡Uff casi me da un ataque de corazón!.
Arturo a sus tres meses no tiene esas crisis de cólicos y acidez que según su pediatra eran tan frecuentes debido al reflujo que padece, lo cual es señal que está mejorando de esas molestas regurgitaciones.
Sigue creciendo y ganando peso a toda prisa, gracias a la alimentación de leche materna la cual también lo ha protegido de los catarros que trae su hermano y que en Arturo no van más allá de unos moquitos que pasan rápido.