La hora de comer en familia

La hora de comer en familia
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Dentro de nuestro especial Alimentacion Infantil en Bebés y más vamos hoy a hablar de una cuestión que. pese a las dificultades que podría suponer la velocidad de la vida moderna, nos parece fundamental para que los niños reciban una correcta educación nutricional y ejemplos positivo sobre la alimentación, además de ser uno de los pilares de la comunicación familiar. Se trata de la hora de comer en familia.

La familia educadora en la nutrición

El papel de la familia en los hábitos de vida saludables es de enorme importancia. Los niños aprende, más de lo que decimos, de lo que hacemos. Es decir, el niño que vive en una familia en la que se come sano, comerá sano, pero aquel que no come con sus padres y que estos, además, no se alimentan correctamente, dificilmente asumirá la importancia de una dieta equilibrada de forma natural y no estará acostumbrado igual a comer cosas adecuadas.

De nada sirve machacar que hay que comer fruta, verdura y legumbres si los padres no las comen o no se sientan a comerlas con los hijos.

Y es que tenemos que tener claro que comer junto a nuestros hijos va a favorecer que ellos reconozcan nuestras pautas de alimentación y las reproduzcan, e incorporen hábitos nutricionales correctos, siempre, claro está, que nosotros mismos los tengamos.

Por tanto, comer en familia, va a favorecer la salud de nuestros hijos ahora y también en el futuro, pues mucho de lo que cuenta en los hábitos de vida saludables se cimenta en lo que se practica en la infancia y en el ejemplo de los padres.

Por supuesto, en las comidas familiares, habrá que elegir un menú preferiblemente casero y equilibrado, con vegetales en abundancia y preparaciones sanas y sabrosas. La comida familiar debería ser un momento para dar ejemplo de moderación y elecciones saludables. Además, podemos aprovecharlas para introducir los nuevos alimentos, pues, el ejemplo de los padres, es un estupendo incentivo para los niños.

Buenas costumbres culinarias

Pese a que la vida moderna a veces impida que los hijos se sienten a comer con sus padres, siempre podemos organizarnos para lograr que, al menos, una de las comidas del día se haga en familia o dedicar el fin de semana a estar juntos.

Además de comer una de las facetas que podemos reforzar es el inculcar a los niños buenas costumbres culinarias y enseñarles, poco a poco, a cocinar.

Sería ideal preparar los alimentos, que pueden ser sencillos, todos juntos en la cocina, pidiendo a cada niño su colaboración según sus capacidades. Lavar las verduras, pelar con un pelador las zanahorias o las patatas, preparar unos aperitivos, poner la mesa o ayudarnos en algún plato que no sea peligroso aumentará la implicación del niño en la cocina, y, por añadidura, su orgullo en los alimentos que sirvamos.

El aspecto social de la comida

No debemos olvidar el aspecto social de la comida. Y es que, también en la familia, sentarnos a comer juntos favorecerá que los miembros de la familia se conozcan mejor y tengan un rato para hablar, contarse sus novedades y pensamientos, recibir apoyo y consejos y se sientan mucho más cerca unos de otros.

Si comemos con nuestros hijos vamos a poder conocerlos mejor y ellos conocernos a nosotros también. Crear una relación sana, emocionalmente nutritiva y saber que el otro nos conoce y comprende es la base real para una buena comunicación familiar.

Malos hábitos emocionales en la mesa

Comer juntos es un momento para hablar y conocernos mejor, disfrutando de los alimentos. Pero no hay que olvidar que comer precisa, para una correcta digestión, un ambiente agradable y respetuoso.

Si nos sentamos a comer todos juntos no es momento de hacerlo con mala cara, regañar, gritar o presionar continuamente para que el niño se lo coma todo. No hay peor comida que la que se hace con tensión y malos modos. El peor hábito en la mesa es usar ese tiempo para echar en cara al niño lo que no nos gusta de él, juzgarlo o estar regañándole.

Una forma de empezar bien la comida es haber participado todos en su preparación y en poner la mesa, con buen ambiente, sin prisas, y poniéndo, de fondo, una música suave que nos guste a todos pero que no interrumpa las conversaciones. No es momento de regaños, repito, sino de charlas distendidas y en confianza.

Por supuesto, la comida en familia debería hacerse sin la televisión de fondo, y sobre todo, sin telediarios llenos de imágenes violentas. Si queremos ver las noticias o hablar de los problemas del trabajo debemos elegir otro momento en el que nuestros hijos estén haciendo otras actividades. No es justo cargarlos de negatividad o agresividad mientras comen a nuestro lado, lo que realmente necesitan en nuestra atención activa, no la tele de fondo.

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