Parece que el mercado nos ofrece cada vez más libros sobre como criar a los niños y como educarlos bien, explicando su desarrollo o la mejor manera, en opinión del autor, de entender su comportamiento. Libros y hasta programas de televisión que nos explican técnicas, más o menos respetuosas para enseñarles a comportarse, hay muchos, pero pocos que les digan a los padres como deben comportarse ellos para ser buenos cuidadores, respetuosos y que aporten al niño seguridad.
El entorno, la cultura, la sociedad y la personalidad de cada padre y madre es diferente y las circunstancias influyen, y mucho, en el modelo de paternidad responsable. Cada familia es un mundo, y, sin embargo, creo que si hay algunos consejos básicos que los padres deberían aplicarse para aprender a realizar la función que sus hijos necesitan de ellos; algo así como las competencias básicas de la paternidad y la maternidad.
Voy a intentar, en este artículo y los siguientes, ofrecer un repaso a esas competencias básicas que un curso para padres debería incorporar. La primera lección sería la más importante: expresar el amor.
Mostrar y demostrar el amor
Los padres aman a sus hijos, pero no siempre saben amarlos bien ni expresar su amor. Y, aunque no hay una fórmula exacta, si es indispensable dejar que nuestro hijo sea consciente de lo mucho que lo queremos. Pensad que algún día puede que diga que no duda de que lo amáseis, pero que no se sintieron suficientemente amados.
No basta con decirlo, no basta, por supuesto, con regañar o chantajear diciéndole el daño que nos hace con lo que nosotros lo queremos. El amor se demuestra. El amor se tiene que demostrar. Obras son amores, que se dice.
El tiempo compartido es muestra de amor
Cuando amas a alguien deseas compartir con esa persona tu ocio, actividades comunes placenteras, sinceridad empática y demostrar lo mucho que significa para nosotros haciendo lo posible para pasar tiempo juntos. Apliquémonos esto también a la relación con los niños.
Sin duda, puesto que el juego es una de las actividades más serias e importantes del niño, jugar con él es una forma de demostrar amor e interés. Pero también lo es el escuchar sus sueños y preocupaciones, sus vivencias diarias, sus aficciones.
Bajar el ritmo y encontrar la forma de integrar al niño en las actividades cotidianas es indispensable. La cocina, las tareas del hogar, una película, una lectura y una buena conversación son cosas que, hechas con los niños, les muestra lo agradable que nos es su compañía.
La expresión física del amor
Los niños, aunque en realidad esto valdría para todos los seres humanos, necesitamos expresar físicamente el amor hacia otra persona y recibir de ella esas muestras de afecto igualmente. Para los niños, especialmente cuando son bebés pero también durante toda su infancia, una necesidad básica es el recibir la expresión física del cariño de sus padres y la libertad para darlo ellos también.
Los besos, abrazos, caricias, mimos, descanso compartido y pequeños gestos de cuidado, hacen que se sientan más seguros, cercanos y protegidos. Les calma si están enfermos o enfadados. Les reconforta si tiene miedo o tensiones. Les relaja y les refuerza su autoestima y hasta su sistema inmune.
Besos y abrazos sin restricciones son necesarios. Eso pasa, incluso, por aprender, si nosotros no fuimos criados ocn ese contacto, a saltar nuestras barreras y descubrir de nuevo la dulzura del abrazo. Llevar en brazos a nuestro hijo, dejarlo compartir la cama si nos lo pide, permitirle tocar nuestro pelo y nuestra mano, sin tiempo ni agobios. No hay casi nada tan importante que debiera hacernos apartar a nuestro hijo de nuestros brazos si nos lo piden.
Entender al niño es una forma de mostrar amor
No nacemos sabiendo todo. El engendrar un hijo no nos convierte en expertos en la niñez. Si tenemos dudas o problemas a la hora de criar es hora de pedir ayuda o ponernos a estudiar, la solución habitual, o la más común, no tiene que ser la mejor. Incluso puede ser necesario leer libros sobre desarrollo infantil o acudir a grupos o cursos de crianza.
Nuestra sociedad, aunque ha avanzado mucho, sigue, en mi opinión, desoyendo algunas de las necesidades más importantes de los niños: contacto físico, ponernos en su lugar, dar a sus sentimientos la validez que esperamos que se conceda a los nuestros propios. Es un tema en el que siempre hay que profundizar y hacer un ejercicio de autocrítica.
Respetar al otro es amarlo
Los niños no son manipuladores, si están tristes, enfadados o desorientados, reaccionarán con lágrimas o comportamientos desafiantes. La solución, por supuesto, no pasa por aplicar métodos para acallar su malestar y hacerles obedecer, sino por ponernos en su piel y darles ese amor o esa seguridad que nos están pidiendo de la única manera que saben.
Tal vez no sea tan deportista, creativo, estudioso o tranquilo como habíamos esperado. Podemos colaborar con él fomentando su interés por las cosas que le gustan y acompañándolo para superar sus dificultades, pero nunca con comentarios despectivos o comparaciones que les humillen.
Amar, es, al final, reconocer al otro y respetarlo como ser individual, distinto a nosotros mismos o al modelo que hemos creado en nuestra cabeza. Nuestro hijo es una persona real, diferente, incluso imperfecta, pero merecedora de ser aceptada completamente, ayudándole a mejorar, pero no juzgando ni imponiendo nuestra idea de lo que un niño tiene que ser.
Nos quedan unas cuantas competencias básicas para la paternidad y la maternidad conscientes que iré repasando y desarrollando en los temas siguientes. Podemos aprender mucho juntos, por lo que os invito a comentar cuales son en vuestra opinión otras cuestiones que los padres tendríamos que trabajar.
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