La autoestima es la valoración positiva de uno mismo, y nos ayuda a afrontar la vida y las dificultades de modo decidido y positivo. Por eso, la autoestima nos hace más felices. Podemos ayudar a que nuestros hijos sean más felices mejorando su autoestima.
La autoestima es vital para el desarrollo de los niños y afectará a la formación de su personalidad y también a su propia felicidad. Es vital para vivir en sociedad, para sentirse seguros, para querer conocer y profundizar en otras relaciones, para ir a la escuela, para transmitir valores a sus propios hijos...
Con unas sencillas actuaciones basadas en el afecto podemos lograr que refuercen su autoestima y que no se sientan inseguros o infravalorados.
Empezamos con algo tan sencillo, tan natural y primario, como el contacto físico. Cuanto más contacto con el bebé hay un mejor crecimiento y desarrollo, estimulamos sus sentidos y se sienten queridos. Los ambientes distantes, las relaciones frías, y no digamos ya las hostiles, provocan niños más inestables y que "se quieren" menos. Tocar al bebé es clave para su desarrollo, y una fuente de beneficios para todos.
Digamos a nuestros hijos cuánto les queremos. Es fundamental, no sólo que te quieran, sino que te lo hayan hecho saber. A mis hijas, desde que son bebés, les digo que les quiero, mucho, algo que en pocas ocasiones había dicho antes y que es absolutamente saludable y recomendable. Sobre todo, porque pronto ellos nos devolverán sus "te quiero".
Hagamos valoraciones positivas sobre ellos. Cualquier actuación, trabajo, palabra, tiene una parte positiva. Esto lo he aprendido en las clases con mis alumnos. Siempre tienen algo bueno que hay que potenciar. Si nos detenemos a destacar los aspectos negativos, los "hundimos". Hay que evitar etiquetar a las personas con términos peyorativos ("malo", "vago", "desordenado"...) porque estas definiciones acaban aplicándoselas ellos mismos, y creyéndoselas, sin hacer nada por cambiar. Es mejor destacar lo positivo (tampoco exagerando) y reducir la importancia de los otros factores, sin omitirlos: se puede mejorar.
Elogiemos sus habilidades concretas, y también su aspecto o cualidades físicas destacables, originales, diferentes... De este modo sabrá defenderse de posibles "ataques" en este sentido, y no dar demasiado importancia a los que otros niños puedan decirle.
Prestemos atención a nuestros hijos en todo momento, aunque no nos lo pidan. Muchas veces el reclamo por su parte es porque se sienten "desatendidos" en algún momento, aunque no sea así. Si no nos reclaman atención, la recibirán encantados. A todos nos gusta saber que se fijan en nosotros.
Un modo de prestarles atención es compartir con ellos sentimientos y preocupaciones, comunicarnos intensamente, buscar intereses comunes...
Debemos ayudarlos a proponerse objetivos personales y a conseguirlos, aunque la no consecución de éstos no ha de ser entendida-explicada como una derrota sino como una paso más de aprendizaje.
En relación al punto anterior, y como ya hemos comentado al hablar de los juegos, hay que explicarles que no siempre se gana y que hay que saber perder o conformarse, sin dejar de lado el interés y esfuerzo por mejorar.
Dejar de lado los castigos, que son un método poco educativo y destruyen la autoestima, especialmente en los más pequeños que no entienden lo que ha pasado, sólo perciben el daño físico o moral que reciben.
Pronto seguiremos con estos consejos para mejorar la autoestima de nuestros hijos, algunos más fáciles de conseguir que otros, pero siempre al alcance de nuestra mano para verlos crecer felices.
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