Siento verdadera fascinación por los primates, nuestros más cercanos parientes en el resto del reino animal. Pese a nuestra racionalidad, que no creo, de hecho, patrimonio del Sapiens Sapiens, tenemos mucho en común con ellos y suelo buscar en sus comportamientos la explicación de nuestras acciones y reacciones. Somos, antes que nada, monos desnudos, y nuestros bebés, puramente instintivos, merecen ser tratados como monitos desnudos como explica el zoólogo Desmond Morris.
Zoología del Humano
La diversidad cultural humana y nuestras infinitas diferencias siempre tienen un nexo común, nuestra naturaleza mamífera y primate, y, casi en todos los casos, construir civilización contraria a lo que somos en estos aspectos, no suele ser bueno para los bebés, los niños y tampoco para los adultos. Conocernos es necesario para ser felices y conocernos supone entender al ser humano con la perspectiva de un zoólogo.
Desmond Morris
Uno de mis antropólogos de cabecera, es, sin dudarlo ni un momento, el polémico Desmond Morris. Se trata de un antropólogo y etólogo inglés nacido en 1928 autor de obras tan famosas como "El mono desnudo", "El zoo humano", "Comportamiento íntimo", "El animal humano: Una visión personal de los seres humanos" y "La mujer desnuda: Un estudio del cuerpo femenino".
El trabajo de Desmond Morris es muy original. Analiza al ser humano y su conducta como si investigara, como zoólogo, cualquier otra especie, y llega a conclusiones enormemente interesantes en muchos aspectos y también en lo que se refiere a la crianza, el parto o la lactancia. Usa, por supuesto, datos arqueológicos, históricos y psicológicos, pero todo sirve para explicar la naturaleza animal de muchas de nuestras conductas, aunque me centraré en lo que se refiere a la crianza.
Como zoólogo cubre aspectos sexuales, sociales, de crianza y alimentación llegando a conclusiones controvertidas en su época, algunas puestas en duda o refutadas, pero en general, enormemente significativas.
Los senos de las hembras humanas
Por ejemplo, su explicación sexual del aspecto hemiesférico de los senos femeninos, me pareció ya fascinante en su momento, cuando era estudiante. Los monos mantienen relaciones sexuales accediendo a la hembra por detrás, por lo que, al pasar al bipedismo, esta imagen falta y el macho humano se exita en buena parte de forma visual.
El seno femenino se convierte en un reclamo hemiesférico que refleja la pulsión primate y por eso toma la connotación sexual en el humano: es, perdonadme por la expresión, un culo en mitad del pecho.
Eso explica que, en realidad, el tamaño del seno no importa a nivel alimenticio. Los senos pequeños pueden producir leche igual que los grandes, aunque sean menos atractivos sexualmente para algunos de los machos de la especie. Otros mamíferos alimentan a sus crías con senos pequeños, que no sobresalen y el pecho de la hembra humana puede tener esa función, que es la primordial, sea grande o pequeño.
La lactancia en el mono desnudo
La lactancia del mono desnudo es una lactancia a demanda. Hay animales, como los lobos, que segregan leche muy concentrada, pensada para un amamantamiento con un largo espacio de tiempo entre hora y hora, con las crías en la madriguera.
Sin embargo, la leche de la hembra humana cambia de composición en la tetada y se adapta a las necesidades de su cría según el momento y la edad de esta, siendo, por la propia y especial naturaleza del bebé humano, que no puede estar solo en la guarida ni agarrarse, siquiera, el pelaje de la madre, necesario tenerlo en los brazos y darle acceso libre al amamantamiento continuamente.
Crianza de los humanos
La enorme implicación del mono desnudo en la crianza de los hijos es destable. Los bebés humanos precisan un amamantamiento natural de, al menos, dos años, lo que supone que la hembra que amamanta a demanda tenga un espaciamiento natural de unos tres años entre los hijos, lo que además, es necesario ya que el niño humano precisa ser llevado en brazos y no puede aferrarse al pelaje como en otras especies.
El sueño del bebé humano es, naturalmente, acompañado, tanto por seguridad instintiva como por pulsiones que le hacen descansar mejor junto al seno materno y el sonido de su corazón. En eso no nos diferenciamos de nuestros parientes que duermen con sus crías hasta que estas son independientes para cuidar de ellas mismas.
La misma adquisición del lenguaje y la búsqueda de los padres en momentos de peligro tienen explicación, también, zoológica. Los niños humanos buscan a sus padres cuando hay peligro y no tenerlos cerca pone en marcha sus mecanismos de miedo.
El mono docente
El mono desnudo es, además, un mono docente y las crías precisan del ejemplo de sus padres y de otros adultos del grupo familiar, para aprender a comportarse por imitación.
Los niños humanos tienen una infancia muy larga y tienen que aprender muchas cosas. Su instinto es la curiosidad y aprenden por imitación y ensayo. El error es necesario para aprender tanto como lo es la supervisión del adulto de referencia.
Es, además, llamativo, que las respuestas violentas aumentan según aumenta el número de niños por cuidador adulto.
Mis gurús
Hace poco os confesaba que no creo en los gurús de la crianza, y es cierto, pero, si tuviera que decidirme por dos autores que han sido y son fundamentales en mi cosmovisión tanto en lo que se refiere a los niños como, en general, en la explicación del Humano y su Historia, me decidiría, sin dudarlo, por Desmond Morris y por Casilda Rodrigáñez.
No creo todo lo que dicen, pero me han hecho aprender y cuestionarme todo para lograr encontrar mis propias razones y certezas, si es que la certeza, en lo humano, es posible.
Añadiría a esta lista de gurús a un filósofo de mala fama, por la apropiación y malinterpretación de sus obras por el nacismo, pero trasciende la temática de esta blog y precisaría demasiado análisis textual para encuadrar su defensa de los impulsos del hombre en este blog. Lo dejo, por tanto, en barbecho.
Resumiendo y volviendo a Desmond Morris, somos monos desnudos, y muchas de nuestras necesidades y especialmente las de nuestros retoños, deberían ser entendidas con la perspectiva de un zoólogo que expone y explica que, antes que nada, somos solamente monos desnudos y nuestros bebés, monitos desnudos.
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