En una era donde la tecnología está tan sumamente presente en nuestra comunicación y en nuestras tareas diarias, escribir a mano parece haberse convertido en un arte olvidado, especialmente para la Generación Z (los nacidos entre 1997 y 2012).
Esta generación, nacida en una época donde los dispositivos digitales son omnipresentes, está menos familiarizada con la escritura a mano que las generaciones anteriores. De hecho, uno de los aspectos más evidentes de esta realidad es que muchos jóvenes de esta generación no saben firmar su nombre o, al menos, no con una firma fluida y reconocible como solía hacerse.
Elecciones en EEUU: miles de papeletas de jóvenes fueron rechazadas por este motivo
Este fenómeno ha saltado a la palestra en situaciones que requieren autenticidad, como el voto por correo en Estados Unidos en las últimas elecciones. Y es que miles de papeletas de jóvenes fueron rechazadas debido a que las firmas no coincidían con las bases de datos.
Concretamente, más de 13.000 votos por correo en los dos condados más poblados de Nevada, Clark y Washoe, fueron rechazados, en parte debido a las firmas de votantes jóvenes, informó The New York Times.
Esto se debe en parte a que, para muchos jóvenes, la firma con la que se registraron a través de pad digitales no tiene consistencia con las pocas veces que la reproducen manualmente.
Así, las firmas que usan los jóvenes en documentos oficiales o procesos digitales no tienen el mismo trazo que sus raras firmas manuscritas, lo que provocó una discrepancia que cuestionó la validez del voto.
Esto ha llevado a que se ponga en cuestión un acto tan simple como firmar: ¿por qué los jóvenes de la Generación Z no tienen una firma consolidada? La respuesta es más sencilla de lo que parece: apenas escriben a mano.
Generación Z: una generación de pantallas y teclados
La Generación Z nació, como aquel que dice, con un teléfono inteligente bajo el brazo, y creció con tablets y ordenadores al alcance de la mano. Desde que eran niños, sus deberes, su entretenimiento e incluso sus relaciones personales, se han desarrollado en su mayoría a través de pantallas.
Los trabajos que antes se hacían a mano, como los apuntes en clase, ahora se realizan en dispositivos (o incluso, los libros y el material que se usa, proviene de las pantallas), y muchas veces incluso la caligrafía se enseña como una habilidad secundaria, dando prioridad a la mecanografía.
Así, la escritura a mano se ha convertido en una actividad ocasional, reservada para situaciones específicas, como firmar un documento importante o rellenar un formulario en papel.
Esto trae consigo un problema: muchos jóvenes simplemente no tienen una firma que sea estable y coherente. La firma, que solía ser una seña de identidad única e irrepetible, ha perdido su relevancia entre la Generación Z.
Los beneficios de escribir a mano: memoria, concentración y creatividad
La tecnología facilita la vida, lo sabemos, pero la escritura a mano tiene beneficios psicológicos y cognitivos que no podemos tampoco ignorar. Estudios han demostrado que escribir a mano implica una conexión mente-cuerpo que ayuda a fijar información, mejorar la memoria y desarrollar la creatividad.
Cuando escribimos a mano, el cerebro procesa la información de forma más profunda, y esto puede ayudar en el aprendizaje y la comprensión. Además, escribir a mano permite expresar emociones y pensamientos de una forma que el tecleo no consigue replicar. No es casualidad que, en terapia psicológica, se recomiende la escritura a mano para expresar sentimientos y pensamientos reprimidos.
Para los más jóvenes, familiarizarse con la escritura a mano podría mejorar su capacidad de concentración y reducir el estrés, ya que esta actividad suele ser un acto más calmado y reflexivo. La tecnología, en cambio, fomenta la rapidez y la multitarea, algo útil en el mundo laboral, pero menos beneficioso para la salud mental.
La firma como expresión de identidad
Una firma representa la identidad de una persona, su sello personal. Y en una sociedad donde cada vez es más fácil digitalizar la firma o usar medios de verificación alternativos, es importante recordar que este gesto sencillo es también una manifestación de la individualidad.
Aunque en muchos países las firmas en papel están perdiendo protagonismo, en situaciones como las votaciones y contratos, sigue siendo el método de verificación más común.
Además, la firma es una marca personal que puede comunicar fuerza, creatividad o incluso sofisticación. Aprender a firmar y practicar esta habilidad ayuda a definir una parte de la propia personalidad.
Que la Generación Z no tenga una firma estable o reconocible es un reflejo de cuánto hemos abandonado el arte de escribir a mano. La escritura se convierte en un espacio para reconectar con nosotros mismos y expresar quiénes somos, algo que los jóvenes de hoy podrían estar perdiéndose.
En definitiva, este fenómeno es un síntoma del cambio radical en nuestras formas de comunicación. Y, aunque la tecnología nos facilita muchas cosas, no deberíamos olvidar el valor de una actividad tan simple y 'rica' como escribir a mano. ¿Quizás sea momento de invitar a los más jóvenes a redescubrir el placer y el poder de la escritura?
Foto | Portada (Freepik)