Retomo esta semana mis propuestas para cambiar la Educación. Estas ideas están especialmente pensadas para padres y educadores de infantil, pero son extrapolables a otros ciclos, aunque, en el caso del que nos ocuparemos hoy, aprender sin fichas, es especialmente necesario para los más pequeños.
La teoría del uso de fichas en el aula es que van a favorecer y consolidar lo aprendido. Y, siendo esto discutible, lo preocupante es que se han llegado a convertir en el modelo casi único por el que los niños pequeños son instruidos. Y nada más lejos de la realidad.
Se supone que para aprender algo los niños deben repetirlo y hacer muchos ejercicios para asimilar los conceptos. Pero atención, estamos hablando de conceptos como los colores, el hacer series de objetos o agruparlos por características, conocer las partes de su cuerpo o consolidar destrezas de psicomotricidad fina.
Sin embargo, todo esto son aprendizajes que el niño lleva impresos naturalmente en su programa de evolución natural. Y son, por añadidura, conocimientos que la vida real pone a su disposición si se les permite descubrir, preguntar, experimentar libremente y jugar.
Las fichas se han adueñado del aula. Son un suculento negocio editorial. Coartan la libertad del niño, impiden su movimiento corporal completo manteniéndolos sentados contra sus necesidades naturales y añaden una fuerte presión sobre ellos desde muy pequeños para que hagan las cosas bien.
Pueden usarse como recurso lúdico y libre, pero nunca como método de control, enseñanza básica y mucho menos para evaluar la maduración o los conocimientos de los pequeños.
La naturaleza nos brinda niños adaptados a aprender escuchando, hablando, moviéndose, imitándonos y jugando. Esa debería ser la base en la que sustentemos su aprendizaje, no en hacer fichas, colorear fichas, rellenar fichas o poner pegatinas en series en una ficha. Necesitan tierra, piedras, objetos, palabras, canciones y juegos. No fichas.
El propio maestro ve su capacidad de transmisión y empatía hacia sus alumnos condicionada a la obligatoriedad de mantenerlos sentados haciendo una tarea que para muchos resulta tediosa, repetitiva e inútil, para rellenar libros de fichas que se supone demostrarán que conoce los colores, sabe contar o distingue la mano de la cabeza.
Por tanto mi propuesta para cambiar la Educación es dejarles aprender sin fichas y proponerles otras actividades diferentes que estimulen su imaginación, su creatividad y su capacidad de comprensión.
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