Una de las peores sensaciones que recuerdo de mis embarazos, y probablemente recuerden los que me rodean, son los cambios de humor en el embarazo, y eso que puedo decir que era afortunada porque no se sucedieran constantemente.
Pero echando la vista atrás me vienen a la cabeza llantos y enfados por razones que ahora considero nimias, preocupaciones y estados bajos de ánimo por cuestiones que ahora no me afectarían tanto. Al tiempo, pueden aparecer fases de euforia, de actividad intensa, o por el contrario de bajón emocional, tristeza e inactividad.
Las hormonas son las grandes responsables de los cambios repentinos de humor durante la gestación: los niveles de progesterona y estrógenos se duplican, con lo que la parte emocional supera a la racional.
Aunque no resulte fácil, podemos intentar controlar esos cambios emocionales durante el embarazo, registrando en una lista los momentos o situaciones que nos provocan malestar e intentar que no se repitan, modificar esos hábitos o hablar con las personas implicadas para buscar su apoyo y comprensión.
Y es que los cambios bruscos de humor pueden ser debidos muchas razones indirectas, desde una mala digestión a un mal descanso. Las causas directas pueden ser mil y una, desde un contratiempo a la hora de hacer la compra (no queda nuestra marca favorita) a un desencuentro de opiniones en el trabajo, en la pareja…
Precisamente la pareja y las personas que viven o trabajan con la mujer embarazada deberían ser conscientes y comprensivos con sus cambios de humor. El vínculo con las personas que nos rodean es importante, y si existen problemas de pareja pueden verse agravados por esta situación de cambios de carácter.
Realizar tareas que nos entretengan (manualidades, lecturas, cine, música…), abrir paso a nuestra creatividad, practicar actividad física, buscar un ocio placentero, contactar con otras embarazadas, con los amigos… pueden ayudar a la mujer a sentirse bien consigo misma, reducir el estrés y los momentos de tristeza. Consultemos la lista que hemos escrito para repasar los momentos que nos generan ansiedad e intentar eliminarlos.
Por supuesto, no nos olvidamos del descanso y la relajación, tan necesarios especialmente al final del embarazo. No confundamos relajación y descanso con inactividad. Precisamente la relajación se disfrutará mejor si hemos realizado nuestros ejercicios diarios con anterioridad.
Antes de caer en el llanto (que tampoco es malo si surge de vez en cuando, normalmente después de llorar nos sentimos mejor), respiremos, alejémonos a solas e intentemos controlar la situación pensando si realmente la situación es tan grave o preocupante.
Estos consejos no solo ayudarán a mantener a raya los cambios de humos durante el embarazo y lograr una mejor salud emocional de la mujer sino que también contribuimos al bienestar y desarrollo saludable del futuro bebé.
Foto | David Salafia en Flickr
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