¿Tu hijo necesita terapia? 10 señales que te sacarán de dudas

¿Tu hijo necesita terapia? 10 señales que te sacarán de dudas
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Los padres cada vez somos más conscientes de la importancia de la salud mental de nuestros hijos, no solo para que puedan vivir una infancia feliz, sino para que en el futuro se conviertan en adultos sanos y satisfechos. Esto, sumado a que los niños de hoy en día están expuestos a situaciones de estrés e hiperestimulación impensables hasta hace poco, convierte al psicólogo infantil en una figura cada vez más normalizada y necesaria para prevenir dificultades en el futuro.

Y es que, cuando el malestar psicológico no se resuelve y se alarga en el tiempo, puede acabar afectando al niño en todos los ámbitos –familiar, personal, escolar y social–, de forma que acabe desarrollando comportamientos poco funcionales. No por casualidad la mayoría de las terapias psicológicas en adultos están relacionadas con problemas que tienen su origen en la niñez.

Lo cierto es que detectar esas necesidades no es fácil a estas edades, ya que los pequeños expresan sus problemas de manera muy diferente a como lo hacemos los adultos y muchos ni siquiera saben expresar ese malestar de forma consciente. Por eso es necesario estar alerta ante ciertas señales que podrían estar indicando que nuestro hijo necesita acudir a terapia para superar su malestar.

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Señales de que tu hijo podría necesitar terapia

Puesto que para los niños puede resulta muy difícil identificar que necesitan ayuda, hay indicios que pueden llevar a los padres a percibir que el estado de ánimo de sus pequeños o su modo de actuar ha cambiado. Esto puede indicar que es el momento adecuado para consultar con un psicólogo infantil.

Algunas de las señales que se dan con frecuencia en niños que necesitan ayuda son:

  • Dolores de barriga frecuentes: el dolor abdominal es, junto a la cefalea, la forma de expresión más frecuente en la edad escolar y, a menudo, está relacionado con situaciones de angustia emocional.
  • Bajo rendimiento académico: cuando se descartan problemas de desarrollo intelectual y, especialmente, cuando es repentino.
  • Se enfada a menudo: puede ser una señal de frustración o angustia.
  • No controla sus esfínteres: cuando se hace pipí o caca a una edad en la que no debería puede haber unas causas más profundas detrás que apuntan a factores psicológicos –conductuales, familiares y personales–.
  • Tiene dificultades para concentrarse que podrían responder a alguna situación que les causa malestar.
  • Llora sin motivo aparente, está triste o tiene cambios bruscos en su estado de ánimo que pueden ser síntoma de alguna alteración.
  • Regresiones a conductas de más cortas edades: vuelve a tener comportamientos de cuando era más pequeño.
  • Dolores de cabeza frecuentes: pueden estar causados por situaciones que les causan tensión, estrés, preocupación...
  • Tiene mala relación con algún familiar o se aísla de compañeros o familiares.
  • Se expresa a través de rabietas descontroladas y persistentes a lo largo del tiempo que nos pueden estar dando pistas sobre su dificultad para manifestar su malestar.

Además, la terapia infantil es eficaz en casos de Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), problemas en el entorno escolar, fobias, baja autoestima, tics y somatizaciones, retraso madurativo, problemas de apego y problemas de comportamiento en general.

La terapia como prevención

A veces, las familias deciden recurrir al apoyo del psicólogo infantil de forma preventiva ante ciertos eventos vitales que pueden alterar el comportamiento del niño: un cambio de domicilio o país, una adopción, un fallecimiento, una enfermedad, un divorcio, etc. En estos casos, lo que se pretende es que el niño se adapte correctamente y responda de manera funcional para evitar problemas en el futuro.

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Cómo son las terapias infantiles

Puesto que los niños casi siempre encuentran dificultades para expresar lo que les pasa de forma comprensible para los adultos, los psicólogos infantiles suelen recurrir a otras herramientas con las que se sientan más cómodos a la hora de expresarse: juegos, dibujos, cuentos, marionetas, juegos de roles, etc.

De esta manera, los expertos serán capaces de determinar los problemas que han llevado al pequeño hasta su consulta para poder así trazar una estrategia de intervención que puede requerir tanto sesiones individuales como en familia. De hecho, está comprobado que el enfoque familiar de la terapia permite unos mejores resultados e incluso una menor duración del tratamiento.

Para ello, es posible que el psicólogo infantil requiera un abordaje multidisciplinar –fisioterapeutas, logopedas, nutricionistas psiquiatras, etc.– o, simplemente, un trabajo coordinado con otros profesionales del entorno del niño como psicopedagogos y maestros o pediatras.

El objetivo será siempre conseguir que el niño se desarrolle y se relacione de manera sana con su entorno, y a la vez adquiera recursos para enfrentarse a las dificultades que se le puedan presentar en el futuro, con autonomía y creatividad a la hora de resolver sus propios problemas. Además, siempre se busca favorecer unos lazos afectivos sólidos con la familia.

Fases de la terapia

Las terapias psicológicas infantiles suelen dividirse en varias fases. Generalmente:

  • Sesiones de evaluación: tras el contacto inicial con los padres en una primera sesión en la que exponen sus preocupaciones, se toma contacto con el niño y se revisan todas las áreas de su entorno vital para obtener una visión global del problema.
  • Sesión de devolución: en ella se ofrece la valoración del punto de partida y el diagnóstico –en caso de haberlo. También se establecen los objetivos en función de las necesidades del pequeño, con un plan de acción personalizado cuyas metas se irán revisando a lo largo de la terapia.
  • Sesiones de intervención: pueden combinar individuales, con la familia, incluso con miembros de la escuela. En ellas se utilizan diferentes técnicas y herramientas que permitan la intervención terapéutica con el niño. Se podrán establecer ejercicios y técnicas para poner en práctica en el día a día.
  • Valoración final de los objetivos: una vez alcanzados, se suele establecer un seguimiento a largo plazo para evitar recaídas y reforzar los cambios conseguidos.

Si sospechas que tu hijo necesita ayuda y la situación se escapa de tu control o tus conocimientos, no dudes en buscar apoyo en un centro de psicología infantil. La niñez es una etapa vital en la que se forja su personalidad, sus hábitos de vida y su forma de afrontar las situaciones adversas. ¡Merece la pena el esfuerzo!

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Imágenes: Freepik

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