Por mucho que amemos nuestro trabajo, seguramente tendremos días en los que sintamos que no estamos conformes o cómodos. Ya sea porque hemos tenido una semana cargada de cosas o porque nos levantamos con el pie izquierdo, es normal experimentar esto de vez en cuando.
Sin embargo, si esto se repite con frecuencia hay que poner atención, pues trabajar sintiéndonos molestos, tristes o desanimados afecta considerablemente nuestra productividad y, si nos descuidamos, estos sentimientos podrían colarse a otros aspectos de nuestra vida personal y social.
Ningún trabajo es perfecto, por mucho que la famosa frase diga que si haces lo que amas no trabajarás un solo día de tu vida. Pero por suerte para nosotros, hay varias cosas que podemos hacer para sentirnos contentos en nuestra vida profesional.
Estos son los cinco hábitos sencillos que practico a diario y que además de mejorar mi autoestima, me ayudan a ir feliz a trabajar y ser más productiva.
Dedico tiempo a las cosas que me gustan
Creo que un factor importante para sentirnos felices en nuestro entorno laboral es que éste no nos absorba por completo. Lograr el equilibrio entre trabajo y vida personal no siempre es sencillo, pero en mi caso hago lo posible por ver el tiempo de ocio como algo no negociable: tengo que tenerlo sí o sí.
Usar mi tiempo libre en actividades que me hacen feliz me ayuda a crear un equilibrio satisfactorio que me hace disfrutar más de mi trabajo. Y es que el solo hecho de saber que al llegar a casa me espera algo que me emociona, me anima a trabajar con más entusiasmo.
Así que cuando cierro mi día de trabajo -o durante el fin de semana si la semana estuvo complicada-, intento dedicar tiempo para hacer alguna de las cosas que me gustan, así sean 15 minutos o una hora: ver series o películas, jugar videojuegos, leer un par de capítulos de un libro (aquí te dejo algunas recomendaciones)...
Me fijo metas alcanzables
Ponerme objetivos realistas y alcanzables, tanto a corto como a largo plazo, me ayuda a mantenerme enfocada y motivada. Y celebrar cuando veo que cumplo esas metas -sean personales o laborales-, por pequeñas que sean, sin duda aumenta mi autoestima y la confianza en mí misma al ver con satisfacción que he completado lo que me había propuesto para el día o la semana.
Practico el autocuidado
Siempre he considerado el autocuidado como una parte esencial de mi bienestar emocional, pero sin duda éste también influye en mi vida laboral. Por un lado, me aseguro de dormir las horas necesarias para poder levantarme temprano y empezar el día con buen pie, así como a mimarme y hacer alguna actividad relajante o que ayude a disminuir el estrés.
Por otro, me aseguro de no exigirme demasiado durante mi jornada laboral: escucho a mi cuerpo cuando necesita descansar, tomando pausas o descansos cuando es necesario, y haciendo respiraciones profundas tanto en las mañanas como por las noches.
Agradezco lo que tengo
Con las prisas del día a día es normal que en ocasiones nos sintamos abrumados por diversas cosas, por lo que es necesario que hagamos una pausa para darnos cuenta de todo lo que tenemos.
Tomarme unos minutos cada mañana o noche para reflexionar y anotar tres cosas por las que me siento agradecida o feliz, me ayuda a mantener una perspectiva positiva y mejora mi autoestima.
Escucho música según mis necesidades
La música tiene un efecto poderoso en nosotros y nuestras emociones. Por ello, un ritual o hábito esencial en mi rutina es elegir una lista de canciones acorde a lo que necesito en ese momento, especialmente antes y durante mi horario de trabajo.
Por ejemplo, si un día no tengo muchos ánimos de trabajar, antes de ir a trabajar escucho canciones para animarme y motivarme. Si se trata de un día en el que requiero dedicar especial atención a lo que estoy haciendo, busco una playlist de música clásica/ópera, jazz o lo-fi que no me distraiga mucho y me ayude a mejorar mi atención y concentración.
Foto de portada | Yan Krukau en Pexels