El frío parece que ya ha llegado para quedarse (esta año llega tarde) y con él llegan la gripe y los resfriados, enfermedades típicas de estas fechas que los padres tratamos de prevenir de la mejor manera que podemos y cuyos síntomas intentamos paliar para que nuestros niños tosan menos, duerman y descansen mejor, estén más activos y contentos y puedan seguir haciendo su vida.
Consejos para ello hay muchos: alimentación adecuada y equilibrada, no poner la calefacción demasiado alta, no llevar al niño excesivamente abrigado (con el calorcito los virus proliferan que da gusto) pero no llevarlo excesivamente fresco, que coman fruta, que se lleven pocos disgustos, o mejor dicho, que se rían mucho y sean muy felices (parece mentira, pero las personas más activas y felices tienden a enfermar menos porque sus sistemas inmunológicos están en mejor estado) y que no tomen Oscillococcinum.
Si hablamos de tratar a los niños una vez ya están malitos, pues sabed que los vahos van bien, el suero fisiológico para sacar los mocos también, la hidratación abundante hace maravillas, que la fiebre ayuda a los niños a ganar la batalla a los virus (con más calor los virus son vencidos), que la miel es estupenda para la tos y que el Oscillococcinum, igual que hay que evitarlo para prevenir, hay que evitarlo para curar, porque no sirve ni para una cosa ni para la otra.
Por qué se llama Oscillococcinum
Mira que es difícil el nombre que le han puesto a semejante engaño, quizás para hacerlo más creíble o científico (si no sabemos decir algo parece como demasiado elevado para nuestro entendimiento y parece mejor), pero el motivo es claro: se llama oscillococcinum porque se supone que te estás tomando una infinitesimal candidad de osciloco.
Qué es el oscilococo
La primera pregunta y la más importante es qué es el osciloco, más que nada para saber qué te estás tomando (ya que te lo tomas, es interesante informarte). El oscilococo es un microbio constituido por dos granos (cocos) desiguales, que se mueve rápidamente, como si fuera de manera vibratoria (oscila). Fue visto por primera vez por Joseph Roy (1891-1878) en 1917, cuando como médico militar asistió a enfermos de gripe, en los que vio dicho microbio, llegando a la conclusión de que era el causante de dicha enfermedad.
El problema del oscilococo es que después de Joseph Roy, que como digo fue el primero que lo vio, nadie más ha hablado de él porque nadie más ha sido capaz de verlo, vamos que no se sabe qué es lo que realmente vio el señor Roy, pero un microbio desconocido seguro que no era.
Lo más curioso (y mira que eso de que solo lo viera él ya es curioso) es que Roy lo encuentra también en la sangre y en los tumores cancerosos, en enfermos de sífilis, en los pulmones de tuberculosos, en los enfermos que padecen eccema, herpes, reumatismo crónico e incluso en los que padecen procesos infecciosos como paperas, varicela y rubéola. Es decir, que en teoría el oscillococcinum debería ser una medicina para tratar y curar todas estas enfermedades e incluso para prevenirlas.
¿Si no existe, de dónde lo sacan?
La pregunta formulada es absurda a más no poder… ¿de dónde se saca algo que no existe?, pero vamos a jugar a que sí existe para poder responderla.
Joseph Roy decidió en su día obtener el oscilococo del hígado y del corazón de los patos de Barbaria. El por qué no se sabe, aunque se cree que es porque el corazón y el hígado son órganos muy ligados con el torrente sanguíneo.
El caso es que, para hacer más increíble (no por fascinante, sino por no creíble) al Oscillococcinum, si miras la composición no dice “oscilococo 200 k”, que sería un preparado disuelto de oscilococos, sino que pone “Anas Barbariae 200k 0,01 ml”, que no es más que pato de Barbaria diluido, porque se presupone que el hígado o el corazón de pato llevará oscilococos.
Bueno va, que me creo que el pato lleva el oscilococo que no existe
Si aún sigues leyendo es quizás porque aún necesitas más argumentos para darte cuenta de que el Oscillococcinum es nada con azúcar, concretamente 0,85 gramos de sacarosa y 0,15 gramos de lactosa por cada gramo. Si fuiste al colegio de pequeño, sabrás que 0,85 + 0,15 suma 1, por lo que ahí hay 0 gramos de lo demás, que sería el pato con el oscilococo inexistente.
Es decir, no basta con saber que el oscilococo no existe, no basta con saber que si existiera podría o no estar en el hígado o el corazón de un pato, no basta con saber que en vez de oscilococos te estás tomando pato diluido, que miras la composición y te das cuenta de que ni siquiera estás tomando pato, sino solo azúcar en forma de sacarosa y lactosa.
¿Y qué es eso de 200 K?
Dice la caja que contiene “Anas barbariae 200 K”. Visto así parece que estás tomando algo, como el Ibuprofeno, que se apellida 600, el Paracetamol, que se apellida 650 o la Amoxicilina, que se apellida 500.
Pues bien, tú miras la composición y resulta que te estás tomando “Anas barbariae 200 K”, y te crees que eso es algo, sin embargo la “K” quiere decir que se trata de una disolución realizada por el método korsakoviano, que ahora os explicaré.
Para hacer una disolución mediante el método korsakoviano se llena un tubo o recipiente de la tintura madre, supongamos Anas Barbariae. Se vacía, quedando parte de dicha tintura adherida a las paredes (como pasa cuando vacías un vaso de agua, leche, coca-cola, o un vaso que contiene polvo… siempre queda algo en las paredes y el fondo). Este recipiente se llena de líquido para que actúe como disolvente, digamos agua, por ejemplo, y en ese momento estamos ante el “medicamento” Anas Barbariae 1 K.
Uno podría pensar que mira, si se toma eso igual le cura, porque es un poco de polvo o líquido disuelto en agua, como cuando echas un medicamento de un sobre en agua, pero los homeópatas creen que eso no es lo suficientemente bueno, así que en vez de echar a la mezcla un poco más de Anas Barbariae, para que haya más cantidad, tiran el contenido del recipiente de nuevo y lo vuelven a llenar de agua, consiguiendo tener ahora Anas Barbariae 2 K.
Si se hace una tercera vez (vaciar y llenar el mismo vaso de nuevo), tenemos Anas Barbariae 3 K, de lo que se deduce que para llegar a Anas Barbariae 200 K, que es lo que se supone que contiene el Oscillococcinum, hay que hacer esa maniobra 200 veces.
Se podría decir que es más o menos lo que haces en casa cuando quieres limpiar un vaso rápidamente… enjuagarlo, se llama. Sólo que en casa lo haces cuatro o cinco veces y tienes claro que del líquido que había al principio ya no queda nada, pero en homeopatía se hace 200 veces y al parecer eso cura y previene la gripe.
En fin, vuelvo a aconsejar lo mismo que digo en el título: ahora que llega el frío evita el Oscillococcinum.
Por cierto, si queréis leer un poco de ciencia al respecto, la Cochrane, organismo sin ánimo de lucro, realizó una revisión de estudios sobre el Oscillococcinum que podéis leer aquí en el que concluían que “los datos no son suficientemente significativos como para recomendar el uso del oscillococcinum como tratamiento o prevención de la gripe y enfermedades con síntomas similares”. Lógico, después de ver qué lleva realmente el “remedio”.
Más información | Wikipedia
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