¿Qué es la felicidad? Es algo muy subjetivo y personal; está claro que para cada persona, la felicidad implicará cosas diferentes. Sin embargo, sí podemos hablar de dos enfoques de la felicidad predominantes en psicología.
Estos dos enfoques hacen referencia a dos formas de experimentar la felicidad. La clave está en identificar de qué forma disfruta tú hijo en mayor medida, para ayudarle a cultivar ese bienestar.
En este artículo conocerás en qué consisten estos dos enfoques, algunos estudios que se han hecho sobre ellos y cómo puedes potenciar cada uno de estos tipos de felicidad en tus hijos.
Los dos tipos de felicidad y cómo potenciarlos en los niños
En psicología encontramos dos enfoques del concepto de felicidad, o mejor dicho, dos tipos de felicidad. El enfoque hedónico o felicidad hedónica, que implica la obtención del placer y la evitación del dolor; o, en otras palabras, la búsqueda y experimentación de emociones positivas y la evitación de emociones desagradables.
El otro enfoque es el enfoque eudaimónico o felicidad eudaimónica, centrada en la autorrealización y el funcionamiento óptimo de las personas como forma de conseguir la felicidad.
Felicidad hedónica
La felicidad hedónica es más sensorial, más "primitiva", ya que se basa en la búsqueda del placer. La obtenemos, por ejemplo, cuando dormimos, cuando los adultos tenemos sexo, cuando comemos, etc. También, cuando disfrutamos mucho con una canción, o cuando nos hacen un masaje.
Como hemos visto, es una felicidad que implica la experimentación de emociones agradables, como la alegría o el entusiasmo, y la evitación o reducción de las desagradables, como el dolor, la ira, la frustración...
Felicidad eudaimónica
La felicidad eudaimónica se proyecta más a largo plazo, y no está tan basada en las sensaciones o el placer. Aparece cuando nos sentimos realizados con nuestro trabajo o con algo que se nos da bien.
Es decir, en acciones dirigidas hacia nosotros mismos, pero también en relación con los demás (por ejemplo, mediante conductas prosociales, cuando ayudamos a alguien).
Este tipo de felicidad también está orientada a educar a los hijos de la mejor forma posible, hacer obras de caridad, ser solidarios... Es una felicidad más transcendental que la anterior, ya que implica buscar el sentido, significativo y propósito de la propia vida.
"La felicidad es la finalidad última de la existencia humana".
-Aristóteles-
La felicidad: ¿qué dice la ciencia?
Hace muchos años que se investiga sobre la felicidad. En relación a estos dos enfoques de la misma, encontramos por ejemplo un estudio de Joseph Lewis Henderson, médico y escritor estadounidense, y sus colegas, que estudiaron las conductas hedónicas y eudaimónicas.
Pues bien, a través de su investigación encontraron que las conductas hedónicas aumentaban las emociones positivas y la satisfacción con la vida, que ayudaban a regular las emociones y que reducían las emociones negativas o desagradables, el estrés y la depresión.
Encontramos también otro estudio interesante, esta vez más enfocado a la felicidad eudaimónica. El estudio fue realizado por investigadores de la Universidad de California, liderado por Eva H. Telzer y publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences en 2014.
Los investigadores llegaron a la conclusión de que la felicidad eudaimónica podría ser un factor protector para el desarrollo de los síntomas de la depresión.
¿Cómo potenciar la felicidad hedónica y eudaimónica en los niños?
Aunque, está claro que la felicidad es algo puramente subjetivo, también es cierto que existen ciertas actividades que ayudan a promover el bienestar de cada uno.
Te invitamos a reflexionar, a través de la observación: ¿de qué forma experimenta, cultiva o busca tu hijo la felicidad o el bienestar? ¿A través de la experimentación de emociones agradables?
¿De la búsqueda del sentido de autorrealización? ¿De conductas prosociales y de ayuda? ¿O mediante las dos formas? ¿Cuál de ellas predomina más?
En función de su forma de experimentar el bienestar, podrás optar por unas acciones u otras que te permitan cultivar en él su felicidad. ¿Cómo hacerlo? Te damos algunas claves:
Cultivando la felicidad hedónica
La felicidad hedónica, aquella más "primitiva", más centrada en la obtención del placer y de sensaciones gratificantes, puede conseguirse de diferentes formas. En los niños, puede potenciarse a través de actividades sensoriales para ellos, que les hagan disfrutar.
Estas actividades pueden ser: hacer deporte, bailar, montar a caballo, ir en patinete, hacer castillos de arena, pintar con las manos, hacer formas de plastilina, ver una película...
Podemos cultivar también esta felicidad abrazando a nuestros hijos, besándolos con frecuencia, acariciándolos... Y es que, otra forma de potenciar esta felicidad es, básicamente, fomentando las emociones agradables de los niños.
Tenemos muchas opciones, más allá de las mencionadas: pasando tiempo de calidad con ellos y, en definitiva, dándoles todo nuestro amor y haciendo que se sientan queridos y valorados.
Es importante, en este punto, destacar que, aunque la felicidad hedónica se base también en "la evitación de las emociones desagradables", lo cierto es que estas también merecen ser experimentadas. ¿Por qué? Porque todas las emociones, incluidas las desagradables, son como brújulas internas que nos indican qué necesitamos en cada momento.
Todas tienen su función y su sentido, su mensaje. Por ello, vale la pena que tus hijos también puedan experimentar emociones desagradables, primero para identificar qué necesitan en ese momento, y segundo, porque potenciará en ellos la resiliencia y la capacidad para tolerar el malestar, una habilidad imprescindible de inteligencia emocional.
Cultivando la felicidad eduaimónica
La felicidad eudaimónica es un poco más "cognitiva", más trascendental. Es la que nos hace sentir autorrealizados y satisfechos con los que hacemos. A través de ella, buscamos un sentido a nuestra vida, un propósito.
También es la que nos impulsa a ayudar, a hacer sentir bien a los demás... En los niños, hay diferentes formas de potenciarla: cultivando su empatía y su sentido de solidaridad, ayudándoles a encontrar aquello que les gusta, aquello con lo que disfrutan...
Por ejemplo, hablando con él o ella sobre sus hobbies, sobre aquellas cosas que le gustan, y apuntándole a alguna actividad relacionada.
Por otro lado, al ser una felicidad un poco más "profunda", también podemos cultivarla a través de la reflexión, sobre todo con niños un poco más mayores. Reflexionando sobre lo que esperan de la vida, sobre qué quieren ser de mayores, qué les hace conectar con su propósito, etc.
Ayudarles a encontrar su vocación, qué les entusiasma y les motiva, también es otra forma de cultivar este tipo de felicidad. Por ejemplo, acompañándoles en la exploración de sus gustos, buscando con ellos lo que quieren ser de mayores, potenciando en ellos la lectura para que no dejen de descubrir alternativas y de abrir su mente, etc.
Y tú, ¿cómo cultivas el bienestar de tus hijos? ¿Crees que existen diferentes formas de ser feliz?
Hemos conocido estos dos enfoques de la felicidad, aunque está claro que los dos pueden coexistir, porque no son incompatibles, y que la mayoría de los niños disfruta a través de estas dos formas de perseguir el bienestar.
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