Si estas son las primeras Navidades que pasas con tu bebé, seguro que ya has elegido los mejores juguetes para regalarle. Y aunque estarás deseando ver su carita en la mañana de Reyes, lo más probable es que haga caso omiso a los juguetes y acabe prestando más atención a las cajas, los envoltorios y el papel de regalo.
Y es que en la mayoría de las ocasiones, aquellos objetos que todos tenemos en casa atrapan más fácilmente la atención de los bebés que los sofisticados juguetes parlanchines y con luces, además de que en su mayoría, pueden resultar más estimulantes para sus sentidos y su aprendizaje.
Por eso, hoy queremos contarte qué beneficios le aporta a tu bebé tener un cesto de los tesoros, y cómo podemos hacer uno con objetos sencillos y cotidianos.
¿Qué es un cesto de los tesoros?
El cesto de los tesoros no es más que una cesta o caja rellena de objetos cotidianos al alcance de todos. La caja debe ser amplia para que quepan varios tesoros, y no debe ser profunda, pues de lo contrario el bebé tendría dificultades para explorarla. Igualmente, debemos asegurarnos de que esté libre de aristas, astillas o cualquier otra cosa que pueda dañar a los pequeños.
Aunque popularmente se cree que el cesto o caja de los tesoros fue un concepto ideado por María Montessori, la idea surgió de la pedagoga y educadora británica Elinor Goldschmied, si bien lo que simboliza y el valor sensorial que tiene va en consonancia con la pedagogía Montessori.
¿A partir de qué edad es recomendable?
Se trata de un juego que podemos llevar a cabo con los niños a partir de los seis meses, o en el momento en que el bebé ya sea capaz de sentarse sin ayuda o pasar largos periodos boca abajo, ya que la exploración del contenido del cesto será más sencilla desde estas posiciones en lugar de tumbado.
No hay una edad límite para disfrutar de la experiencia sensorial que aporta el cesto de los tesoros, si bien en el momento en que el bebé comience a gatear o a desplazarse solito, comenzará a explorar el mundo que le rodea por sí mismo, sin necesidad de que los adultos se lo presentemos en un cesto.
¿Qué objetos podemos guardar en el cesto?
Realmente, podemos guardar cualquier objeto cotidiano que tengamos en casa con una única condición: no deben suponer ningún peligro para el niño, teniendo en cuenta que lo chupará, tocará, explorará y golpeará en repetidas ocasiones.
A la hora de seleccionar los "tesoros" para guardar en la cesta, es recomendable que sean de diferentes formas y materiales, para estimular el desarrollo sensorial del bebé. Algunas ideas que os proponemos son:
- Madera: cucharas y tenedores, peine de cerdas suaves, una brocha gorda, mortero, pinzas de la ropa...
- Metal: colador, cucharas o tenedores, cortapasas, moldes para flanes, juego de llaves...
- Tejido: trozos de tela, toallas, pelota de tenis, una manopla, prendas de ropa pequeñas, lazos de raso, ovillos de lana, retales de fieltro ...
- Plástico: cepillo de dientes infantil, botella, posavasos, cepillos de pelo, tapones de lavabo, pinzas del pelo grandes...
- También podemos incluir elementos naturales como esponjas, frutas, piedras, conchas grandes que no pueda introducirse en la boca...
Tal y como hemos comentado más arriba, todos los objetos deben ser seguros:
- No contendrán piezas pequeñas que puedan desprenderse,
- Serán lo suficientemente grandes como para que que el bebé no pueda metérselos por completo en su boca,
- No tendrán barnices, pinturas ni elementos tóxicos,
- No dispondrán de aristas o bordes que puedan dañar
- No serán objetos afilados ni punzantes
Además, con frecuencia debemos revisar el estado de estos objetos para sustituirlos en cuanto veamos algún pequeño signo de deterioro. Así mismo, se recomienda ir variándolos a medida que el bebé vaya perdiendo interés por ellos.
Beneficios que aporta el cesto de los tesoros
Los niños, y en especial los bebés en sus primeros meses de vida, asimilan su entorno a través de los sentidos. El desarrollo sensorial es la experimentación que el niño tiene a través del oído, la vista, el tacto, el olfato y el gusto, y constituye la base de todo el posterior aprendizaje perceptivo y cognitivo o intelectual.
Ofrecer al niño objetos o juguetes sensoriales le aporta experiencias significativas y estimulantes a través de las cuales amplía su conocimiento del medio que le rodea. También le permite ser consciente de sus propias capacidades y fomenta su desarrollo cognitivo.
Además de todo lo mencionado y del importante valor sensorial que aporta el cesto de los tesoros, su exploración por parte del bebé también le supone:
Adentrarse en el mundo de las matemáticas, pues mediante el descubrimiento libre de objetos, texturas y tamaños, los niños comenzarán a ser conscientes de las diferentes categorías y colores, y aprenderán a organizar atendiendo a estas características.
Desarrollo de la psicomotricidad fina y gruesa, y de la coordinación óculo-manual.
Si estamos con ellos, prestamos atención a sus preferencias y "respondemos" todas sus inquietudes, estaremos estimulando su inteligencia y favoreciendo la adquisición del lenguaje, además de fortalecer nuestro vínculo.
La exploración de los tesoros y la libertad a la hora de explorarlos y jugar con ellos, fomenta la imaginación y creatividad del bebé.
Fotos | iStock
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