Decíamos hace unos días que para introducir en la poesía a los niños no íbamos a empezar por poetas complicados o temas inaccesibles para ellos, pero, ¿qué tal un poema de princesas, hadas y dragones? La "Sonatina" de Rubén Darío, ese poema que empieza con "La princesa está triste, ¿qué tendrá la princesa?" es ideal para los peques y este vídeo de dibujos les fascina.
Os sorprenderéis cuando tarareen los versos y os pidan que se los cantéis. Incluso, tarareando vosotros mismos la poesía. Es un poema de tono infantil, pero sin menospreciar el estilo poético, con metáforas y otros recursos que hacen de la "Sonatina" uno de los más populares del poeta.
Al poema le faltan un par de estrofas (las más complicadas para niños, con referencias cultas) y ha hecho algunas concesiones cambiando algunas palabras para ser más comprensible por los peques, pero manteniendo la esencia del poema, que al ambientarse en un castillo con una princesa resulta muy cercano al mundo infantil de fantasía y cuentos de hadas.
Las ilustraciones son muy literales (y por eso vemos salir fresas de la boca de la princesa), pero ideales para los niños, que ven representada así la historia en dibujos.
Aquí os dejo los versos completos de Rubén Darío y os recomiendo ver con vuestros niños "La princesa está triste" de Rubén Darío. Les encantará y se animarán a conocer otras poesías.
La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa? Los suspiros se escapan de su boca de fresa, que ha perdido la risa, que ha perdido el color. La princesa está pálida en su silla de oro, está mudo el teclado de su clave sonoro, y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor. El jardín puebla el triunfo de los pavos reales. Parlanchina, la dueña dice cosas banales, y vestido de rojo piruetea el bufón. La princesa no ríe, la princesa no siente; la princesa persigue por el cielo de Oriente la libélula vaga de una vaga ilusión. ¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China, o en el que ha detenido su carroza argentina para ver de sus ojos la dulzura de luz? ¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes, o en el que es soberano de los claros diamantes, o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz? ¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa quiere ser golondrina, quiere ser mariposa, tener alas ligeras, bajo el cielo volar; ir al sol por la escala luminosa de un rayo, saludar a los lirios con los versos de mayo o perderse en el viento sobre el trueno del mar. Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata, ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata, ni los cisnes unánimes en el lago de azur. Y están tristes las flores por la flor de la corte, los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte, de Occidente las dalias y las rosas del Sur. ¡Pobrecita princesa de los ojos azules! Está presa en sus oros, está presa en sus tules, en la jaula de mármol del palacio real; el palacio soberbio que vigilan los guardas, que custodian cien negros con sus cien alabardas, un lebrel que no duerme y un dragón colosal. ¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida! (La princesa está triste. La princesa está pálida.) ¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil! ¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe, (La princesa está pálida. La princesa está triste.) más brillante que el alba, más hermoso que abril! -«Calla, calla, princesa -dice el hada madrina-; en caballo, con alas, hacia acá se encamina, en el cinto la espada y en la mano el azor, el feliz caballero que te adora sin verte, y que llega de lejos, vencedor de la Muerte, a encenderte los labios con un beso de amor».
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