Lo bueno de las vacaciones es que podemos organizar planes con los niños cualquier día, no solamente los fines de semana como el resto del año. El jueves buscamos un buen plan para hacer con las niñas (8, casi 6 y casi 3 años) y visitamos el Museo de Ciencias Naturales de Madrid, una salida que teníamos pendiente pues les encantan (bueno, nos encantan) los animales, los fósiles y las piedras.
Ha sido una visita redonda, la hemos disfrutado mucho. Al ser pleno agosto aparcamos en la puerta (también se puede ir en Metro, estación Nuevos Ministerios), al ser mediodía había pocos visitantes, y además entramos gratis por ser familia numerosa. Un lujo.
Es la primera vez que lo visitábamos, y aunque teníamos buenas referencias sobre el Museo, ha superado nuestras expectativas. La colección permanente de Biodiversidad es una pasada, se quedaron alucinadas con el elefante africano y el esqueleto de ballena. También con el koala, el cocodrilo del Nilo, las cebras... Todos los animales se ven tan reales que parece que van a salir andando en cualquier momento.
Todas las exposiciones merecen la pena, incluso una temporal llamada Hace 100 años el Museo estrenó sede que cuenta cómo se ha creado el museo, con una gran maqueta del edificio y fotos históricas del Madrid de otros tiempos, que para mi sorpresa les interesaron muchísimo.
Volviendo a las exposiciones permamentes, visitamos un área del museo llamada Mediterráneo con especies autóctonas de la región, tanto marinas como terrestres. Lo que más nos gustó han sido los lobos, un oso de Asturias cazado y regalado por el Rey Alfonso XIII y por supuesto, el calamar gigante de 7 metros de largo junto con una réplica que reproduce su aspecto en vida.
También bajamos al sótano a visitar el Almacén de aves y mamíferos donde vimos un montón de ejemplares plumíferos, desde un pelícano con su gran buche (no me lo imaginaba tan grande a este ave) hasta pájaros de todas partes del mundo y avestruces. Ni qué hablar de la colección de monos, roedores y especies de las que nunca habíamos siquiera oído que existieran.
Y lo mejor para el final. La exposición de Minerales, Fósiles y Evolución Humana reformada hace poco con enormes ejemplares de esqueletos de dinosaurios (bueno, el tamaño que tenían, la verdad que son impresionantes), mamíferos grandes, homínidos, y una colección de minerales, metales y piedras preciosas.
Pudimos ver, entre otras tantas cosas interesantes, huellas de dinosaurios, utensilios que usaban en la prehistoria y réplicas a tamaño natural de hombres primitivos a través de los cuales pudimos observar la evolución humana.
Una joyita: el parto humano
Encontré una joyita que no puedo dejar de enseñaros. El canal de parto y su evolución a lo largo de los años.
Según hemos podido ver, los cambios en la pelvis de la mujer debido a la postura erguida, junto con el aumento de tamaño de la cabeza, han dado lugar en la especie humana a partos más difíciles, en que la cabeza y los hombros del bebé giran al nacer. Ya decíamos hace un tiempo que debido a estos cambios nuestras antepasadas parían con menos dolor.
Aprendiendo a través de las nuevas tecnologías
En varios puntos del museo se pueden encontrar televisores y unas tarjetas interactivas que al sujetarlas los niños en sus manos se proyectaban en la pantalla distintos tipo de dinosaurios, algunos de ellos incluso caminaban. Una muy buena idea con la que las niñas disfrutaron un montón. Así también como con las mesas virtuales (como un tablet gigante) con puzzles interactivos de la naturaleza.
Buscando a Perry...
No podíamos irnos sin encontrarlo. Nos hemos pasado toda la visita buscándolo y por fin en esta última exposición encontramos al ornitorrinco. Aquí lo tenéis. Lo llamamos Perry.
La verdad que ha sido un plan estupendo que repetiremos. El Museo Nacional de Ciencias Naturales da para muchas visitas, pues los intereses de los niños, a medida que crecen, van aumentando. Volveremos seguro.
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