Viajar fuera del país con niños sin morir en el intento
Este verano, mientras viajábamos en tren con nuestros hijos y hablábamos de los diferentes medios de transporte, nos comentaban que nunca habían ido en avión y que era algo que deseaban hacer "más que nada en el mundo" (frase predilecta de mis hijos). Hicimos cuentas y al final preparamos una pequeña escapada de tres días de la que acabamos de volver.
Así que aquí estoy, sentado delante del ordenador, con la maletas a medio deshacer y con el recuerdo aún fresco de lo que ha sido nuestra última escapada con niños.
La idea
Como ya dije, queríamos que experimentaran la sensación de ir en avión a unas edades en que uno está más pendiente de las emociones y sensaciones que de los aspectos técnicos y logísticos. También un pequeño receso en medio de clases y rutinas, en definitiva algo diferente que era lo más importante.
¿Qué hacer?
Barajamos varias opciones en un principio: pasar unos días en Canarias, ir a Disneyland París o hacer algo más turístico como visitar una ciudad tanto dentro como fuera de España. Al final descartamos Canarias (ya habíamos quedado saciados de playa en el verano) y Disneyland nos pareció que el pequeño no iba a disfrutar aún al 100% de todo, así que nos quedaba la opción de convertirnos en turistas por unos días. Y ahora el dilema, dentro o fuera de España.
Al final decidimos irnos fuera y ahora estaba lo más complicado, ¿qué destino escogemos? Porque no es lo mismo ir dos adultos de viaje que llevarte detrás a dos niños pequeños que ni eran lo suficientemente pequeños para que les diera igual a donde ir, ni lo suficientemente mayores como para poder ir a cualquier parte. Ya sé que muchos dirán que ellos han ido aquí o allí con los niños, que les ha ido fenomenal y nunca han tenido problemas, pero yo soy de los que prefiere pecar de prevenido y había varias premisas que el destino de nuestras cortas vacaciones tenía que cumplir:
El tiempo en el avión no debía ser excesivo. No conozco a ningún niño que le guste estar metido en un coche 6 horas y se trataba de ir en avión, donde no puedes parar y bajar a a estirar las piernas y encima viajas con mucha más gente. Así que viendo más o menos el tiempo que aguantan mis hijos quietos en un asiento decidimos que debería ser como máximo de tres horas, que para ser avión ya es distancia suficiente para tener un amplio abanico de destinos.
Europa con inglés: como prueba inicial preferimos que fuera un país donde se hablara inglés, donde pudiéramos minimizar los problemas (esos que nunca pasan pero que nunca se sabe...) y con una cultura similar a la nuestra. Así que Europa era perfecta y prefiero conocer el Consulado español porque me inviten a una cena que por problemas con mis hijos.
Ciudad adaptada para niños: para nosotros, la mayoría de ciudades europeas cumple con esta premisa, al fin y al cabo niños hay en cualquier parte y mis hijos son bastante tranquilos, teniendo en cuenta su edad. Así que aquí me preocupaba más que hubiera "turismo para ellos" que para nosotros. Qué quiero decir con esto: pues que nosotros nos podemos pasar la mañana metidos en el Louvre, pero mis hijos a las dos horas son capaces de subirse al cuadro de la Gioconda o usar las pirámides del patio como toboganes. Así que mejor algo que contentara a casi todos.
Precio: seamos claros, ninguna opción iba a salir barata, pero hay destinos que se nos iban de presupuesto.
Preparativos
Documentación: DNIs, sigo sin entender la necesidad de que un menor de edad tenga DNI, pero parece que a la compañías aéreas le gusta esto de tener a todo el mundo en lista y no quedó otra que pasar por el aro. Teniendo en cuenta que era la primera vez que se los hacíamos, que me pasé dos meses buscado el Libro de Familia (que por supuesto pareció cuando no lo buscaba), que hay que pagar y que en la comisaría SOLO se puede pagar en metálico y que tuvimos que repetir las fotos del pequeño, podemos decir que la cosa pudo haber empezado mejor.
Evitar facturar equipaje: si hay algo que no me gusta de viajar es todo lo relativo al equipaje, desde penar qué llevar, hacer las maletas y terminar por el tetris de meterlo todo en el maletero y por supuesto, facturar en los vuelos mucho menos, a parte del sobre coste que implica hay que añadirle un tiempo de espera en la cola a niños que se sumará al del vuelo, así que cuantas menos esperas mejor. Actualmente un billete te da derecho a llevar una maleta de cabina y un bolso o mochila pequeña, aquí hay que ver lo que cada uno entendemos por pequeño. Podrían ser cuatro maletas y cuatro bolsos en teoría, pero en la práctica no iba a ser una buena idea que cada uno llevara su propia maleta, sobre todo a la hora de correr de un lado para otro. Así que al final conseguimos meterlo todo en dos maletas y una mochila. Creédme, es posible. No hay porque llevar 20kg de ropa (sobre todo cuando vas a un destino en el que probablemente te traigas esos kilos en quesos).
Check-in onLine: si hay un gran invento en el mundo de las compañías aéreas es poder realizar el check-in desde el sofá de tu casa. Desde 30 horas antes de la salida del vuelo puedes sacar ya tus billetes y elegir tus asientos evitando una cola mayúscula. Otra de las ventajas es que te permite estar en el aeropuerto tres cuartos de hora antes y no dos horas, algo que es de agradecer y mucho.
Carritos de bebé y preferencia de paso: no era nuestro caso, pero viendo el tiempo que te ahorras era para pensárselo ( es broma). Normalmente, a la hora de pasar los controles del aeropuerto llevan preferencia los carritos de bebé o sillas de ruedas. En el caso de KLM que fue la compañía con la que volamos, desconozco si el resto lo hace o no, a la hora de embarcar también tienen preferencia las familias con niños menores de dos años. Si este es vuestro caso aquí podéis leer algún consejo más.
- Elementos de distracción para el viaje: la tablet con la memoria llena de películas y la batería al 100% nos iba a solucionar el problema a nosotros. Aunque es posible que con niños más pequeños no sea tan sencillo y haya que recurrir a otros trucos.
Con todo esto ya solo quedaba esperar a que llegara el día del viaje.
El viaje. Primer vuelo siendo cuatro
Llegó por fin la fecha señalada de nuestra partida hacia tierras holandesas. En este punto los peques llevaban ya sin hablar de otra cosa desde el fin de semana anterior y el mayor reconoció que estaba "un poco" nervioso (algo insólito).
He de decir que la experiencia fue bastante satisfactoria, sobre todo en lo referente a los niños. A pesar de salir a última hora de la tarde, después de un día de clase y tardar más de lo normal en colocar las maletas de cabina de todos los pasajeros (a mi lo que me extrañó es que el avión no presentara ninguna abolladura de tanto como apretaban sus maletas algunos para que entraran en cabina). Pero nos ayudó bastante la emoción del primer vuelo en avión y sólo hubo en par de "pero cuando salimos". Y aquí vino la gran desilusión y es que salvo el primer rugido de motores que puso en guardia al pequeño, por lo demás el despegue pasó sin pena ni gloria y desde luego no está ni en el top-five de las cosas a recordar de este viaje.
Amsterdam
Por fin estábamos en Amsterdam, una nueva ciudad, un nuevo país, unas calles que nada tienen que ver con las de Madrid, una nueva habitación de hotel con una cama para cada uno y muchas cosas por hacer, pero por hoy (llegamos a las once y media de la noche) la familia al completo se fue directa a la cama hasta el día siguiente.
Si alguno cree que los peques estaban ya saltando desde las seis de la mañana, lo siento pero no fue así. Es más hubo que insistir bastante para que salieran de sus camas, por el momento Amsterdam no le llamaba tanto como las almohadas holandesas. (Tiene narices que luego los fines de semana en casa se levantan los primeros)
Mientras desayunamos decidimos que era lo que queríamos hacer y qué cosas quería ver cada uno. Nos habían recomendado movernos por la ciudad en bicicleta, es llana y hay carril bici en la mayoría de las calles. Así que buscamos una tienda de alquiler de bicicletas cerca del hotel y salimos en su dirección.
Nuestro problema es que ni nosotros, ni nuestros hijos estamos muy acostumbrados a ir en bicicleta y no teníamos muy claro qué escoger, pero en la misma tienda nos aconsejaron sobre qué modelos de bicicletas serían los mejores para nosotros y nos los dejaron probar sin problemas. Elegimos una bici tandem especial para adulto y niño, donde ambos pueden pedalear pero solo el adulto dirige la bicicleta y otra con una silla adaptable donde encajaba el pequeño perfectamente.
Amsterdam es la ciudad de las bicicletas y podéis encontrar de diferentes formas y colores, sobre todo para llevar niños. La más típica es una que lleva un compartimento delante para uno o dos niños e incluso las podéis encontrar eléctricas y con capota, pero a nosotros nos parecían muy grandes y difíciles de manejar.
Hay muchísimas empresas de alquiler de bicicletas así que buscad la que más se ajuste a vosotros, tanto en modelo como en precio.
Como la tienda y el hotel estaba muy cerca del parque principal de Amsterdam, el Vondelpark, un lugar perfecto para pasear y dejar que los niños jueguen a su aire, con pequeños lagos con gran variedad de patos a los que observar y amplios paseos por donde desoxidar nuestras piernas y maña con las bicicletas allí nos fuimos a ver como se daba la cosa antes de meternos de lleno en el tráfico y si lo sé no hubiera salido del parque.
Amsterdam es una ciudad que se recorre con relativa facilidad, es llana y con amplias calles, a excepción de la zona más turística, con un montón de rincones con los que te encuentras sin esperarlos y que marcan esa diferencia con otras ciudades. No os podéis perder sus museos y por supuesto o recomiendo realizar un crucero por los canales y sobre todo pasear la ciudad y perderos entre sus calles (con google de la mano, claro) y tomar fuerzas en alguna cafetería disfrutando de sus postres (id olvidando la dieta porque el azúcar, el chocolate y los quesos te asaltan a cada paso).
Pero algo que no encontré en ninguna de las guías y artículos que leí, es el caos que para alguien que viene de fuera es el tráfico en el centro de Amsterdam. Para resumir un poco la situación voy a daros unas pequeñas pistas/consejos:
El elemento más peligroso de la ciudad para los viandantes, el carril bici: está claro que gran parte del problema era nuestro al no estar acostumbrado a que haya un carril bici en todas las calles y que el primer día me metía dentro continuamente (me han debido de llamar de todo en holandés) pero es que al cruzar la calle no te quedaba otra que cruzar el carril y ahí imperaba la ley de la jungla.
Si tienes una bicicleta eres el amo del cotarro: el problema es que hay trescientos igual que tú y que también se sienten los amos. Uno cree que al ser un país nórdico la gente es más tranquila y ordenada que aquí, que son más responsables y civilizados. Bien, pues deben de ser los que van en coche o quizás nos tocó el puente de "haga usted lo que le de la gana" porque desde luego la situación no era para menos.
Si vas en bicicleta las señales de dirección prohibida no son para ti: más de un susto nos llevamos al cruzar una calle y que casi te pase una bicicleta por encima porque venía por dirección prohibida.
¿Casco, qué es un casco?: el único casco que vi, tanto en bicicletas como en motos fu a una turista.
Las motos también van por el carril bici: el problema no es solo que te puedan atropellar cuando vas en bici, sino también cuando vas andando, así que mucho cuidado.
Los turistas eran fáciles de distinguir, son los únicos que van de paseo en la bicicleta: ¿Conocéis eso que dicen que un segundo es el tiempo que transcurre en Madrid desde que el semáforo se pone en verde hasta que alguien te pita? Pues lo mismo pasa en Amsterdam como no aceleres. Que yo entiendo que ellos ya tienen la ciudad muy vista, pero el resto del mundo no.
No es una ciudad para que los niños vayan solos en bici. Al menos es la sensación que yo obtuve. A pesar de ver muchos niños por la calle y bicicletas infantiles aparcadas, a padres y madres llevando a uno o incluso a dos niños en ellas, lo que no vimos es niños montando solos fuera de los parques y es que está claro que el ritmo que imponen los adultos es un tanto peligroso para los más pequeños.
Las zonas para adultos no están marcadas tanto los coffe-shops como los famosos "escaparates" del archifamoso Barrio Rojo no están marcados y si no has tenido la precaución de marcar la zona en el mapa (como me pasó a mi) te puedes dar de bruces con ello y a pesar que se ve más en la tele o en los cientos de sex-shops repartidos por toda la ciudad, si no quieres responder a preguntas complicadas antes de tiempo es mejor estar atento.
Sin problemas con el inglés: he de decir que no tuvimos problemas para hacernos entender con el inglés, incluso muchas de las personas con las que nos cruzamos chapurreaban el castellano.
A pesar de todo lo anterior los peques se lo pasaron de maravilla y volvimos con un grato recuerdo de la experiencia que por supuesto recomiendo.
Fotos | Istock, del autor En Bebés y Más | Cómo entretener a los niños durante el viaje, Unos padres regalan al pasaje un kit de "emergencia" por si su bebé molesta en el avión