En los últimos 40 años, el número de niños y jóvenes obesos de entre cinco y 19 años se ha multiplicado por 10. Esto supone un total de 129 millones de niños y adolescentes obesos en todo el mundo. Una verdadera crisis de malnutrición, de la que ha alertado la OMS y diversas instituciones acadmémicas de Reino Unido en un estudio publicado en la revista The Lancet.
Desde hace varios años, Europa y Estados Unidos manejan cifras altas de obesidad infantil, si bien su crecimiento se ha estancado en detrimento de los países en vías de desarrollo, cuyo índice de obesidad sube de forma alarmante.
Las cifras del estudio
El trabajo presentado ha tenido en cuenta más de 2.000 estudios sobre el índice de masa corporal de 128 millones de personas, entre adultos, jóvenes y niños. El objeto era medir las tasas de sobrepreso, obesidad y desnutrición en 200 países entre los años 1975 y 2016.
Las cifras de obesidad divididas por países alertan del riesgo de obesidad por malnutrición que sufren los niños y niñas de América, Europa, parte de Asia y Oceanía.
En porcentajes generales, la región del mundo con mayor índice de obesidad infantil es la Polinesia, donde el 30% de los niños y adolescentes son obesos. Le sigue Aurabia Saudí, con un 20% de obesidad y Grecia con un 16%. En China, Thailandia, Malasia, Libia, Egipto e Irak el porcentaje asciende al 15%.
En otros países como Italia, Hungría, Australia, Turquía, Finlandia y Polonia los índices de obesidad infantil se encuentran en torno al 13-14%.
En nuestro país el índice de niños obesos se sitúan en el 12,9%, mientras que las niñas rondan el 8,2%. Esta diferencia por sexos también es notable en el resto de países.
Si analizamos los datos en el contienente americano, observamos que más del 23% de los niños y adolescentes de Estados Unidos son obesos, seguidos de Argentina con un 21% y México, donde casi el 17% de la población infantil es obesa. Canadá, Venezuela, Brasil y República Dominicana también reflejan datos realmente preocupantes.
El informe señala que si bien el aumento del índice de masa corporal de niños y adolescentes se ha estancado en los últimos años en muchos países de altos ingresos, las cifras aún siguen siendo elevadas, y en otros continenentes como Asia, la tendencia a la obesidad infantil ya no se correlaciona con la de los adultos.
Enfermedades asociadas a la obesidad
El estudio destaca varias enfermedades o problemas asociados a la obesidad, algunos de las cuales también hemos tratado en numerosas ocasiones:
Problemas psicosociales que pueden llevar a la depresión e incluso al abandono de los estudios
Mayor riesgo de enfermedades infecciosas
Problemas durante el embarazo, incluyendo mortalidad materna, complicaciones en el parto, parto prematuro y retraso del crecimiento intrauterino.
Enfermedades crónicas como la diabetes
Claves para combatir la obesidad
Es muy importante que los padres tomemos conciencia de los graves problemas de salud que puede acarrear la obesidad infantil, y nos impliquemos y cuidemos la alimentación de nuestros hijos; desde el ejemplo y la correcta información.
Evitar la comida basura, reducir al máximo el consumo de azúcar (prestando especial atención a este ingrediente oculto en gran parte de los alimentos infantiles) y elevar el consumo diario de fruta y verdura, serían los primeros pasos para prevenir la obesidad infantil.
Apostar por la lactancia materna, evitar ciertas bebidas durante el primer año de vida del bebé y restringirlas al máximo durante su infancia, velar por su correcto descanso y horas de sueño, y fomentar la práctica de ejercicios y juegos al aire libre, son otras de las claves que debemos poner en práctica para llevar una vida saludable.
Ya ya por último, no olvidemos que las mujeres debemos cuidarnos también durante el embarazo, controlar lo que comemos y llevar una dieta saludable y equilibrada. De lo contrario, no sólo estaremos poniendo en riesgo nuestra salud, sino que, como hemos visto, el sobrepeso podrá influir de forma negativa en el parto, además de predisponer a nuestro bebé a padecer problemas de desarrollo y otras enfermedades.
Vía The Lancet
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