Durante los primeros meses de vida, para el bebé solo existe aquello que puede ver con sus ojos; es decir, todo lo que queda fuera de su campo de visión, deja de existir en su mente. Pero a partir de los cuatro meses comienza a comprender, muy lentamente y de forma progresiva, que el hecho de no ver un objeto no significa que este haya dejado de existir, sino que simplemente no está al alcance de su vista.
Esta habilidad, fundamental para comprender el mundo que nos rodea y relacionarnos con él, se denomina 'permanencia del objeto', y el bebé la irá desarrollando durante sus primeros dos años de vida. Te explicamos cómo evoluciona y cómo podemos fomentarla.
La permanencia del objeto, según Piaget
El psicólogo suizo, biólogo e investigador, Jean Piaget, fue el primero en estudiar la permanencia del objeto en los bebés y niños. Para ello, se basó en la observación de sus reacciones cuando se les presentaba un juguete para después, ocultarlo bajo una manta
Según Piaget, los bebés que habían comenzado a desarrollar la permanencia del objeto tratarían de agarrar la manta para descubrir su juguete, mientras que aquellos que aún no la habían desarrollado se mostrarían confusos ante lo ocurrido.
La permanencia del objeto evoluciona en el bebé a lo largo de sus dos primeros años de vida, distinguiéndose las siguientes etapas:
- Durante los cuatro primeros meses, el bebé se relaciona con su entorno a través de los sentidos y de los reflejos primitivos. Todo lo que el bebé no pueda ver, oler o sentir no existe para él.
De los cuatro a los ocho meses, los bebés comienzan a desarrollar la permanencia del objeto, pero de una forma muy sutil. Según Piaget, mientras el objeto está en el campo visual del bebé, este lo seguirá con la mirada y tratará de alcanzarlo, pues ya ha adquirido la destreza suficiente para coordinar sus movimientos ojo-mano. Sin embargo, si ante sus ojos escondemos el objeto bajo un pañuelo, el bebé creerá que simplemente ha desaparecido y no hará nada por recuperarlo.
De los ocho a los 12 meses, el bebé ya entiende perfectamente que los objetos existen aunque desaparezcan de su vista, pero todavía no tiene la suficiente capacidad de buscarlos cuando se los escondemos, salvo que lo hagamos siempre en el mismo sitio o lo escondamos ante sus ojos.
De los 12 a los 18 meses, el bebé es capaz de encontrar cualquier objeto que escondamos dentro de su campo de visión, buscando en los escondites que hayamos usado otras veces. Sin embargo, si fuera de su vista escondemos el objeto en un sitio nuevo para él, no se le ocurrirá buscarlo allí, pues aún no ha adquirido la representación interior del objeto para imaginarlo oculto en cualquier lugar.
- De los 18 a los 24 meses, el bebé ya entiende que podemos esconder el objeto en cualquier lugar, aunque él no nos haya visto esconderlo o sea un escondite que nunca hayamos usado. Esto ocurre porque el niño ya es capaz de representar mentalmente el objeto y de imaginarlo en cualquier parte.
La teoría de Piaget ha sido muy discutida a lo largo de los años, pues hay investigadores que consideran que la permanencia del objeto es adquirida por el bebé mucho antes. A día de hoy no existe un consenso científico sobre cuándo exactamente los niños adquieren esta habilidad.
En cualquier caso, cabe mencionar que como en cualquier otro hito de la infancia, cada niño tiene sus propios ritmos, por lo que las etapas que clasifica Piaget no tienen por qué darse en todos los niños por igual.
Lo que sí está claro es que la adquisición por parte del bebé de la 'permanencia del objeto' es un paso muy importante para su desarrollo, pues gracias a ello empieza a entender que los objetos y las personas tienen una existencia independiente a él, además de permanente (siguen existiendo aunque no pueda verlos).
La permanencia del objeto y la ansiedad por separación
Y es que en el momento en que el bebé comienza a comprender que sus figuras de apego son personas independientes a él y con una existencia propia, el hecho de perderlos de vista le angustiará profundamente, pues aunque entiende que no han desaparecido, no es capaz de comprender cuándo volverá a verlos o si le han abandonado para siempre.
Cómo desarrollar la permanencia del objeto a través del juego
Aunque la permanencia del objeto es una habilidad natural que el bebé irá desarrollando por sí solo con el paso del tiempo, al igual que ocurre con otras habilidades como la orientación espacial o la asimilación del concepto 'tiempo', los padres podemos fomentarla a través del juego.
En este sentido, los juegos de escondite son la actividad por excelencia, aunque debemos adaptarlos a la edad del bebé, según evoluciona su concepto de permanencia del objeto. También las cajas de permanencia de Montessori son un recurso fantástico para que el niño comience a comprender que las cosas que introduce en la caja no desaparecen aunque ya no las vea, sino que siguen existiendo y puede recuperarlas.
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