Cuando estamos acostumbrados a que nuestro bebé esté un rato sentado o tumbado, jugando con algo o explorando su entorno más cercano nos damos cuenta, de repente, que se empieza a desplazar.
Así de simple, ellos mismos empiezan a gatear un buen día (normalmente reptan antes de gatear) y el pequeño hábitat en el que vivía (allí donde sus brazos llegaban estando quieto) se transforma en un piso entero con sus peligros y riesgos. Es por eso que debemos tener algunas precauciones cuando empiezan a gatear.
El objetivo es ofrecer al bebé un entorno seguro que le ofrezca un cierto grado de libertad de movimientos y de exploración. Para ello deberemos, probablemente, acondicionar nuestra casa teniendo en cuenta lo siguiente:
- Tapar los enchufes: hay diversas soluciones tanto para los enchufes independientes como para las típicas regletas de enchufe. Algunas sirven para tapar el enchufe, otras dan la posibilidad de utilizar el enchufe realizando un giro que lo desbloquea y otras recogen los cables para evitar tirones, mordiscos, etc.
- Proteger las esquinas: todas aquellas esquinas susceptibles de representar un riesgo para el bebé también deberían protegerse (algunos zócalos, mesas bajitas, cajones cerca de la zona de juego,...).
- Mantener fuera de su alcance los productos de limpieza: guardar los productos de limpieza y todo lo que pueda ser tóxico para los bebés en algún armario al que no pueda acceder.
- Evitar posibles "escaleras": a menudo sin darnos cuenta el mobiliario, las plantas o algunas cosas que ponemos cerca de los muebles hacen de falsa escalera que les ayuda a ir trepando. Una jardinera o maceta al lado de la barandilla del balcón puede servirle para asomarse (me da repelús solo de pensarlo), el subwofer puede hacerle de primer peldaño para subirse al mueble del televisor, una silla o banquito puede servirle de ayuda para subirse a la cama o mesa que está debajo de la ventana.
- Asegurar armarios y ventanas (¡y la tele!): existen cierres de seguridad que pueden utilizarse para evitar aquellos armarios, cajones o ventanas que revistan más peligro (en mi casa por ejemplo cambiamos las manetas de las ventanas de PVC por unas con cerradura). También debemos asegurar aquellos muebles que puedan caerse en caso de abrirse los cajones e incluso la televisión. Ahora que son planas y bastante más grandes que antaño es muy fácil agarrarse a ellas y volcarlas.
- Retirar manteles y tapetes: es habitual que sobre las mesas haya objetos, ya sean decorativos (jarrones, centros de mesa,...) o prácticos (platos, vasos, los mandos de la tele,...) y un tapete o un mantel es un medio perfecto para que el niño lo tire todo y, lo que es peor, que se lo tire encima.
- Eliminar o esconder los cables y las cuerdas: como ya he dicho más arriba, debemos tratar de ocultar los cables (sí, también los de los altavoces del Home Cinema que van por encima del zócalo), por el peligro de enredo o estrangulamiento que comportan. También les encanta chuparlos y cuando tienen dientes roerlos (da miedo, ¿eh?). La normativa sobre juguetes indica que cualquier cordel que incluyan mida como máximo 30 cm, pues esta medida (y si puede ser menor mejor) es la que deben tener los cordones o cuerdas con las que alguna vez puedan toparse.
- Plantas fuera: las plantas están casi siempre a una altura perfecta para que los niños curioseen en ellas. Está claro que los productos de jardinería distan bastante de ser aptos para el consumo humano, por lo que lo ideal es que no puedan coger un puñado de tierra y llevárselo a la boca.
Es probable que me haya dejado algún consejo más. Los niños a veces llegan ahí donde nuestra cabeza no llegó y muchas veces las soluciones se llevan a cabo cuando el problema ya se ha dado.
Por esto mismo os emplazo a todos los papás y mamás a que nos expliquéis vuestras experiencias a la hora de hacer el hogar un lugar más seguro para nuestros pequeños exploradores.
Fotos | Flickr (ingorrr), Closedglobal En Bebés y más | El bebé ha comenzado a gatear, ¿Cuáles son las normas mínimas de seguridad en el hogar?, Los accidentes caseros son la primera causa de la mortandad infantil