Esos padres que hablan de sus hijos como si fueran inútiles
Hace unos días hablamos en Bebés y más de esos padres que hablan de sus hijos como si fueran trofeos, que explican lo bien que lo hacen todo, lo espabilados que están y lo maravillosos que son, sin ser en realidad mejores a los demás (pero te lo cuentan como si fueran únicos) o siendo en realidad niños con más capacidades que el resto, pero con padres que no dejan de hablar de ello hasta llegar a ser insoportables.
Son padres que acabas por no querer ver, porque te ponen la cabeza como un bombo con sus hijos por aquí y sus hijos por allá, que están en contraposición con otros que también acabas por no querer volver a ver: esos padres que hablan de sus hijos como si fueran inútiles, y que te lo dicen delante de los críos, de los afectados, como si quisieran despertarles las ganas de cambiar o como si ya lo dieran por imposible.
Decirle a los niños lo que hacen mal
Decir a los niños lo que hacen mal es algo necesario (con matices, claro, que hay cosas que ellos ya ven que no están bien o cosas que no son importantes y no hace falta que estemos siempre poniendo los puntos sobre las íes). No podemos felicitarles por lo que hacen bien y esconder todo lo que hacen mal, o hacer la vista gorda, porque corremos el riesgo de hacerles creer que son capaces de todo y no es positivo que un niño crea que todo lo que hace es genial, si no es así.
Quiero decir que de igual modo que celebramos cuando hacen algo que nos gusta, o les decimos que estamos orgullosos, debemos hablar con ellos cuando hacen algo que no nos gusta, ya sea un mal comportamiento, ya sea algo que podrían hacer mejor si quisieran. Es un asunto delicado, claro, porque una cosa es la capacidad de un niño y otra las expectativas que ponemos en él: ¿no sabe hacerlo mejor o no quiere hacerlo mejor? Además, hay que añadir la motivación: ¿lo hace así porque no sabe hacerlo mejor o porque no entiende por qué tiene que dedicar tiempo a hacer esto?
En fin, que lo que quiero haceros llegar es que a los niños les tenemos que dar nuestra opinión cuando algo nos gusta, pero también cuando algo nos disgusta. Lo orgullosos que estamos cuando hacen un acto positivo y lo que sentimos cuando vemos que hacen algo menos positivo. Siempre con sentido común y, si se puede, tratando de generar la duda o tratando de hacerles pensar: ¿qué crees que ha podido sentir ese niño cuando le has hecho eso? ¿Crees que me ha gustado que me hablaras así? ¿Se te ocurre otra manera de hacerlo mejor?
Padres que les hablan como si fueran inútiles
Quizás porque esperaban más de ellos (si esperaban mucho y sus hijos no llegan a sus exigencias), quizás porque no quieren que repitan los mismos errores que ellos cometían (y ven en sus hijos un reflejo de quienes ellos eran y hacen cosas que los padres luchan por borrar de su pasado), quizás porque ven que no son como ellos eran (si de verdad ellos fueron capaces de mucho, pero sus hijos no llegan a tanto), hay padres que les hacen saber a sus hijos que no están cumpliendo con sus expectativas y, en vez de tratar el tema de manera positiva, lo hacen de manera despectiva.
Tan despectiva que no solo les dicen a sus hijos que no son capaces de hacer las cosas, sino que se lo dicen a los demás, incluso delante de ellos: "Uy, el mío ya verás ahora... no podrá", "¡Este qué va a hacer! Si es torpe a más no poder" o "¿Mi hijo? ¡Si no vale para nada!". Y si ya es duro que tu padre piense que eres un inútil, más duro es que lo constate verbalizándolo, no solo diciéndotelo a ti, sino además haciéndolo saber a todo el mundo.
Imposible que eso sea positivo para un niño
Excepto lo que pueda suceder con los niños más resilientes, que son aquellos que aun cuando reciben sufrimiento y malas palabras logran salir adelante, lo más normal y habitual es que, ante unos padres así, un niño crezca triste, abatido y con la autoestima por los suelos, porque es posible que ante un discurso así muchos niños decidan seguir el juego y retar al padre: "¿Crees que no puedo? Pues te voy a demostrar que sí", pero en caso de que no se logre el objetivo la caída es aún más grande, pues reafirma al padre en sus pensamientos: "no solo no eres capaz, sino que encima te lo propones, lo intentas y me demuestras que ni así puedes".
Es una pena, porque los niños crecen con la etiqueta de incapaces, de inútiles, de mejor no intentarlo porque va a salir mal seguro y cuando tienes la sensación de que no puedes hacer nada bien, acabas por creer que es cierto.
¡Nadie es un inútil!
Tendemos a generalizar siempre. Si un niño no hace algo bien, o no hace varias cosas bien, hay padres que los hacen sentir inválidos, incapaces. ¿Quiere decir esto que lo sean en realidad? No. Quiere decir que tiene dificultades para aprender, quiere decir que están intentando que haga cosas para las que no está capacitado, quiere decir que aún no se ha visto cuáles son sus potenciales. "No sabes hacer nada" es una sentencia falsa. ¡Claro que sabe hacer cosas! Seguro que muchas y seguro que muy bien, pero a veces no son las que los padres querrían que fueran.
De igual modo, cuando tienes un problema, cuando tienes un mal día, muchos tienden a generalizar y explicar que "mi vida es una mierda", "todo me pasa a mí", etc. ¿De verdad todo lo que pasa en el mundo le pasa a una sola persona? ¿De verdad todo lo que acontece a una persona es negativo? No, para nada, pero se tiende a hacer esa generalización y a caer en el error de dejarse llevar por un problema y teñirlo todo de negro, incluso los momentos felices, por culpa de un suceso que en ese momento nos genera ansiedad. La solución pasa por tratar de ver las cosas con perspectiva, alejarse un poco del problema y, en la mente, tratar de aislar lo que nos atormenta de manera que veamos que hay muchas cosas buenas en nuestra vida. "No, mi vida no es una mierda, es solo que hoy me ha pasado esto".
Pues con los niños igual: "No, mi hijo no es un inútil, es solo que esto no se le da bien", y entonces entramos a valorar qué hace, por qué lo hace (igual el niño ni siquiera quiere hacer eso que le decimos que debe hacer, y que debe hacer bien), si disfruta, si quiere hacerlo mejor, si le da igual, si hay otras cosas que le gusten más, si puedo ayudarle a mejorar, si quiere que le ayude, si está bien decir en público lo que pensamos de ellos, si eso les gusta o les disgusta, si tenemos que dejar de intentar que sean quienes queremos que sean y permitirles que sean ellos mismos, si...
Así que si sois uno de esos padres que habla así de sus hijos, tratad de girar la situación porque pensando que encenderéis la mecha de la rabia en vuestro hijo, esa que le hará darlo todo para mejorar, lo que podéis conseguir es todo lo contrario, que ni siquiera tenga ganas ni intención de volver a intentarlo, para no fracasar de nuevo y para no recibir un nuevo juicio negativo. Y si sois de los otros, de los que conocen a padres que hablan así de sus hijos y lo hacen delante de ellos, quizás sería oportuno hablar con ellos: "¿De verdad piensas eso de tu hijo? ¿Y crees que hablando así de él le ayudas? Porque si a mí que no soy tu hijo ya me duele oír esas palabras, no quiero imaginar cómo se siente él".
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