"Hay cosas que hay que hacerlas porque sí, aunque no quieran"

"Hay cosas que hay que hacerlas porque sí, aunque no quieran"
15 comentarios

Hace unos días os hablaba de aquellas cosas que muchos padres hacemos con los niños mientras duermen, cediendo (o haciendo que cedemos) porque sabemos que podemos hacer lo mismo por la noche, cuando están tan dormidos que no se enteran de que hacemos todo aquello que durante el día supondría gritos y llantos.

El hecho de ceder hace creer a los niños que han tomado una decisión y que nosotros la hemos aceptado como buena, cuando la realidad es otra.

“Ya, pero es que así aprenden que si se quejan cedes y acaban saliéndose con la suya” y “hay cosas que hay que hacerlas porque sí, aunque no quieran”, me han dicho alguna vez. Pues sí, respondo, es cierto. En ese momento accedo a no hacer algo, decisión totalmente irracional si pensamos en las consecuencias, pero sabiendo que ellos son incapaces de conocerlas.

Un niño no suele ser consciente de que si no le pones una pomada su piel empeorará molestándole mucho más (hablo de niños con piel atópica, como los míos) hasta que crece y se lo puedes explicar (y te entiende). Por eso esto se puede hacer tranquilamente en otro momento, incluso cuando duermen.
Sin embargo, si un niño necesita una medicación, pues es cierto, esto es impostergable. Puedes esperar unos minutos, hacerlo de manera que siente mejor o que se enfade menos, pero hay que hacerlo.

“Pero tienen que aprender quién manda”

“Pero tienen que aprender quién manda”, he oído incluso de niño. “Pues lo haces, y punto”, se dice también. Todas frases tajantes, secas, que deben suceder en un momento concreto, ya, ahora. Palabras de personas que tienen muy claro cómo deben actuar, pero que yo, como padre, y sobre todo como hijo, no acabo de entender, sobre todo porque a veces se aplican a situaciones absurdas.

Recuerdo en una clase que una profesora nos expuso un caso, pretendiendo buscar una solución:

Tienes una hija con una habitación llena de peluches a los que adora, pero está siempre con bronquitis y problemas respiratorios. Un día, tras unas pruebas, se confirma que sus dolencias tienen un origen alérgico. El médico recomienda entonces que elimines cualquier objeto que pueda provocarle alergia, como por ejemplo los muñecos con pelo. Sabiendo que tienes que quitarle todos los peluches a la niña, ¿cómo lo harías?

Entonces dejó unos segundos para que pensáramos una respuesta y me sorprendió oír a mi lado a una chica decir “pues se los quitas, y punto. Ya ves qué problema…”.

La profesora, en cambio, con más humanidad y sentido común que esta chica respondió que la mejor manera de hacerlo sería poco a poco, con mucho diálogo. No quitándolos todos de golpe, el mismo día, sino haciéndolo de manera paulatina.

A mí se me ocurrió hacer algo así como una historia de madurez y crecimiento, resumiendo: los peluches, cuando crecen y son mayores, se van al país de los peluches para jugar con otros amigos, como cuando los niños van al colegio un buen día. Por eso algunos días, cuando los peluches ya son mayores, deciden que su tiempo en casa ya ha finalizado y que es el momento de partir. Ese día se les hace a esos peluches (dos, tres, cinco, los que sean) una minifiesta de despedida y se lee una carta que han escrito para la niña. Lo llevará mejor o peor, pero me parece mucho más soportable que la desaparición porque sí, o porque “es que tus queridos peluches te hacen estar enferma y por eso te los he quitado todos”.

Es cierto que hay cosas que hay que hacerlas y que no hay otra alternativa, ahora bien, no todo tiene que ser cuando nosotros lo decimos, pues hay cosas que se pueden hacer en otro momento. La gracia de educar a un hijo no está en conseguir que haga las cosas porque alguien manda, sino en saber transmitir unos valores para que hagan las cosas porque consideren que deben hacerlo, que es lo que está bien o que es lo beneficioso.

Digamos que lo ideal es que los niños hagan las cosas porque quieren hacerlo así, porque creen en ello, porque están motivados y no exclusivamente porque es nuestro deseo. Para conseguir esto hace falta tiempo, diálogo y paciencia y este es, para mí, el camino difícil.

El fácil es el que toman aquellos padres que no hablan con sus hijos, sino que les ordenan, que no dialogan, sino que prohíben. Así también sé ser padre yo, pero así, ¿cómo voy a enseñar a mi hijo a pensar?

El camino del diálogo es complicado y muchas veces desesperante, porque no siempre se obtienen los resultados que se desean obtener. Muchas personas dicen “no sé para qué tanto hablar, si luego hacen lo que les da la gana”. Pues fácil, porque cuando hablas tienes que ser consciente de que no siempre vas a obtener el resultado que quieres obtener. A veces hacen falta más situaciones iguales, más momentos y más diálogo para hacer que un niño llegue a la conclusión que queremos que llegue.

“¿Pero para qué tanto rollo? Tú eres su padre, no su amigo”

Pues para que aprenda a hacer las cosas no “porque sí”, ni porque “yo lo digo”, ni porque “mientras estés bajo mi techo las cosas se hacen así”. Sino para enseñarle a pensar. Para que piense cuáles son las opciones y cuáles son las consecuencias, para que elija y acierte y para que elija y se equivoque.

Nuestro papel como padres no es decir siempre que sí, ni decir siempre que no, sino acompañar y, siempre que se pueda, dejarles decidir. ¿Cómo sino van a saber elegir el día de mañana cuando sean adultos y deban tomar decisiones a diario?

Foto | Chefranden en Flickr
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    • interesante

      A mi todo esto me parece genial... pero tiene un par de puntos que querría compartir con vosotros:

      * Primero: El grado de madurez pedagógica de los padres para que esto te salga bien es bastante grande. Problema: que si no sabes, se pasa al modelo de padre excesivamente permisivo con facilidad, rehuyendo el conflicto y pensando que eres mejor padre por hacerlo así.

      * Segundo: El modelo autoritario es el que rige, en general y en España, la sociedad de los mayores (piensa en las leyes, las relaciones laborales de la mayoría). Por tanto no está de más que los niños comprendan a convivir con el modelo "tradicional". Conozco a varias personas que son incapaces de durar en un trabajo por no encajar el esquema (y son gente genial, que conste). Yo no quiero esto para mis hijos.

      Mi conclusión: dentro del sentido común, yo intento optar por este modelo de educación que recomendáis (porque pienso que es el que mejor para niños y padres) pero si veo que no avanzo prefiero reconocer mi derrota y tirar de "galones" para corregir las conductas "intolerables".

      El punto: lo mejor suele ser enemigo de lo simplemente bueno y la frontera entre querer ser un super-padre y terminar siendo un desastre es fina.

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    • Avatar de 10444 Respondiendo a 10444
      interesante

      Hola Ricardo, te parafraseo un poco para responder:

      "El grado de madurez pedagógica de los padres para que esto te salga bien es bastante grande. Problema: que si no sabes, se pasa al modelo de padre excesivamente permisivo con facilidad, rehuyendo el conflicto y pensando que eres mejor padre por hacerlo así."

      No creo que sea tan difícil, la verdad. Hablar, argumentar y razonar las cosas creo que está al alcance de la mayoría de los humanos. Si además tenemos en cuenta que tenemos más capacidad que los niños porque tenemos más experiencia, lo lógico es que sepamos explicar las cosas a los niños para que las entiendan. Para pasar al modelo permisivo tienes que permitir cosas que no se pueden permitir.

      Se entiende modelo permisivo por aquel en que se deja al niño hacer todo, absolutamente todo lo que quiere. Mi manera de tratar a mis hijos es permisiva, según mucha gente ("es que les dejas hacer de todo"), pero no es cierto. Les dejo hacer lo que quieren, siempre que no molesten a otros y siempre que no hagan algo peligroso. Y eso no es, para mí, el modelo permisivo, que podría considerarse autodestructivo porque los niños pueden llegar a dominar una casa (ya no sólo porque hacen lo que quieren, sino porque cuando notan que los adultos pasan de ellos, necesitan llamar la atención, por las buenas y por las malas.

      Entonces, si dialogas mucho con tus hijos para explicarles lo que pueden o no pueden hacer no les estás llevando a un modelo permisivo, estás educándoles con paciencia y respeto. Si llegas a un punto que no se puede dialogar y que hace falta detener una situación ya, pues se detiene ya (tirando de galones, como dices), pero explicando las cosas "no me gusta que pegues, no lo hagas, haces daño a los niños"... "si no sabes jugar sin pegar nos vamos, demuéstrame que sabes jugar sin hacer daño a los demás y nos quedamos", por poner algunos ejemplos).

      "El modelo autoritario es el que rige, en general y en España, la sociedad de los mayores (piensa en las leyes, las relaciones laborales de la mayoría). Por tanto no está de más que los niños comprendan a convivir con el modelo "tradicional". Conozco a varias personas que son incapaces de durar en un trabajo por no encajar el esquema (y son gente genial, que conste). Yo no quiero esto para mis hijos."

      El modelo autoritario que rige en España es el que enseña a los niños desde pequeños a obedecer, a hacer lo mismo que hacen los demás, a seguir órdenes y a dejar que los demás decidan por ellos. Yo conozco a gente, muy buenas personas, que tienen serios problemas para tomar decisiones (quizás yo podría incluirme) en la vida, porque de pequeños nadie les enseñó a pensar. Yo no quiero esto para mis hijos. Como tampoco quiero lo otro, lo que tú comentas, para mis hijos, yo intento que aprendan a pensar y que aprendan a decidir y además les acerco a ese mundo autoritario que comentas: van al cole, hacen deporte con otros niños siguiendo las normas y reglas que allí imperan, etc. Así viven el autoritarismo de la sociedad con la capacidad de decisión que en casa se les intenta inculcar. Para mí, la mezcla idónea.

      Mi conclusión es la misma: sentido común. Cuando hay que detener algo ya, porque nuestro hijo está haciendo algo que no puede ser, se detiene y se argumenta. Cuando está haciendo algo que no es tan importante, pues hablamos, paciencia, diálogo... tratémosles con cariño y confianza, que son personas en formación.

    • Avatar de 10444 Respondiendo a 10444

      Totalmente de acuerdo contigo. Yo he leído muchos libros sobre la crianza, de los dos tipos para poder comparar y hay cosas que no las hago porque no se me habría ocurrido y muchas veces te dejas guiar por lo que tus padres hicieron contigo.

    • interesante

      Pues hoy he sido la madre mas insoportable del mundo, hoy las cosas tenían que ser porque yo lo decía y punto, y lo decía y punto porque me he levantado sin ganas de ejercer de madre, ni de educar ni de explicar el mundo a mi hijo. Hoy en mi ciudad ha hecho mucho calor, no me han salido los planes de sábado como pensaba y mi paciencia se ha debido coger las vacaciones. Dicho esto añado que hoy mi hijo me ha conocido un poco mas en mis defectos, que nada ha sido irrevocable y que por dios espero que si no encaja en el trabajo porque le parecen todos unos petardos ya se buscara la vida pero ir de autoritario para que conozca el sistema tradicional español es la idea mas absurda que he oído últimamente.

    • interesante

      Hola Armando, Me estreno en "Bebés y más" con tu artículo. Me encantó, contenido y lectura. Más allá de lograr dominar una situación en un determinado momento a través de una sentencia parental del más fuerte, lo importante es educar a los hijos para que aprendan a pensar, a reflexionar, a decidir, que es lo que realmente les será útil en la vida. Y siempre tratarlos con dignidad, censurar la acción errónea, nunca a la persona, cuidar como un tesoro la autoestima de los hijos. Muchas gracias. Un gusto leerte. Te sigo.

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    • Avatar de annita. Respondiendo a Annita

      Gracias Annita, has condensado perfectamente lo que quería decir en pocas palabras.

    • interesante

      Yo soy partidaria de decir siempre la verdad, aunque sea desagradable. Claro, adaptando la información a la edad. El contar una historia bonita, como la de los peluches que se marchan, no lo veo para mí. Seguro que mi hija pediría como siguiente regalo un peluche puesto que no sería consciente de que es perjudicial para su salud (yo he omitido esa información según el ejemplo) y probablemente ella argumente que es todavía pequeña, que quiere el muñeco. Por eso, preferiría decir que los muñecos los tenemos que lavar mucho y usar poco, que mejor se quedan en el armario y los sacamos un ratito al día. Que si no, ella se siente mal.

      Desde luego, lo que no se me ocurriría es decir "porque lo digo yo" ni nada por el estilo. Es que no creo en el autoritarismo. A mí no me funciona. Y no me gustaría que mi hija creciera teniendo miedo de mí, de mis opiniones o de mis imposiciones.

      Cuando toca hacer algo que no gusta, aunque no quieran, yo siempre prefiero decir por qué se hace. A veces el motivo es "a mi tampoco me apetece, pero no puedo evitar esta situación". Entonces compartimos los momentos de queja juntas y planeamos lo que vamos a hacer cuando acabe la situación desagradable.

    • Con respecto al ejemplo, mi hija es alérgica a los ácaros. Solucion: a los niños no hay que tratarlos como idiotas, yo les hablo como lo haría con un adulto, pero usando palabras accesibles. Una vez explicado hacemos las cosas juntas, lavado y tratamiento antiácaros a los peluches, hecho conjuntamente, implicando, 2º un armario con puertas y peluches dentro!! Eso sí desde que nacieron está claro quienes son los padres y quienes los hijos......

    • Pues yo hay una cosa que tengo clara (y que conste que en esto de la maternidad me muevo en un mar de dudas), y es que no quiero ser la colega de mi hijo. Prefiero pasarme a veces de autoritaria que reírle las gracias.

      Dicho esto, creo que el equilibrio es el ideal pero somos (soy) equilibristas novatos. Nos caemos mil veces antes de empezar a avanzar. Yo riño lo mínimo a mi hijo y no le he pegado un azote jamás, pero cuando se pone tonto al pasar por el paso de peatones, le hago ver que me enfado con él, y él se enfada conmigo por ello. Tal vez no lo esté haciendo bien, pero es mi manera de hacerlo.

    • Gracias por el artículo, a veces supone una inyección de autoestima leer este tipo de cosas y entender que no soy la única rara... Me vienen a la mente cosas que se tienen que hacer porque sí, y otras que no se tienen que hacer porque no, pero están todas relacionadas con salud y/o seguridad. Todo lo demás es negociable, y desde que soy madre he aprendido que mis hijos estarán más dispuestos a ceder cuanto más lo haga yo. El autoritarismo sin razón de ser no educa, no enseña, no beneficia a nadie. La disciplina estricta es buena para los soldados, pero yo quiero un hogar, no un cuartel, y quiero una familia, no un pelotón.

    • A mi me encanta aquello de "con un poco de azúcar...". El arte está en saber la cantidad exacta para hacer que entre un poco mejor pero que a su vez no empalague. Para llegar a él hace falta muuuucha empatia y asertividad. Pienso que está bien enseñar a buscar opciones: no podemos tener peluches en la habitación, pero podemos poner un móvil de madera que suene cada vez que abras la puerta... (si es lo que te gusta).

    • Si, es como si le enseñamos de pequeño para que sea politico y chorizo pq es lo q hay y lo q triunfa. Como dijo schopenhauer: "Es inmutable que las cosas cambian."

    • Totalmente de acuerdo contigo, Armando.Yo también viví con frases del tipo "porque yo lo digo y punto!!!".Ahora que soy madre me doy cuenta de lo que no quisiera para mi hijo, porque "la educación empieza desde la cuna": si,pero...¿quien soy yo para imponer a mi hijo el qué el cómo y el cuándo?.......pongámonos un segundo en su lugar.

      Gracias por tus publicaciones.Te sigo. Un saludo, Susana Galiana

    • sencillamente me ha encantado tu post, desde mi punto de vista y por haber vivido situaciones similares de pequeña he de decir que cuando se cría imponiendo se llegan a muchos tipos de inseguridades, y es más , el niño luego viendo ese tipo de comportamientos se revela y es cuando los padres pierden aun más el control, por lo tanto se crea un círculo vicioso del cual no se puede salir.

      un saludo!

    • "El modelo autoritario es el que rige, en general y en España, la sociedad de los mayores (piensa en las leyes, las relaciones laborales de la mayoría). Por tanto no está de más que los niños comprendan a convivir con el modelo "tradicional". Conozco a varias personas que son incapaces de durar en un trabajo por no encajar el esquema (y son gente genial, que conste). Yo no quiero esto para mis hijos."

      desdeluego Ricardo, con la que está cayendo no se puede expresar algo más triste que lo q acabas de decir, a ti tus padres no te dieron teta y no te dejaron decidir a base de ordenes. Espero que gracias a mi hijo, al de armando y muchos mas padres que piensan como nosotros cambie esta rigidez (de rige-rigidez) y este mundo absurdo autoritario "tradicional" donde obedecer se piensa que es ejecutar una orden, cuando en realidad es "escuchar al otro" (lat. ob audire)

      como dice Armando , desde luego prefiero q mis hijos no encajen en un trabajo por tener su propia personalidad o idea, a que no encajen por planos.

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