Que los niños han de llevar uniforme en el colegio ya no es solo cosa de escuelas privadas. De un tiempo a esta parte, son cada vez más los centros escolares que apuestan por el uso del uniforme escolar.
La consejera de Enseñanza de la Generalitat de Catalunya ha reabierto un debate que permanecía aparcado desde hacía tiempo: si debe volver el uniforme a los colegios y si deben fijarse unas normas para que haya una vestimenta más homogénea entre los alumnos.
La consejera, Irene Rigau, ha instado a los consejos escolares de cada centro a reflexionar sobre la vestimenta. Parece ser que en Catalunya el uniforme escolar es ahora minoritario y prácticamente exclusivo de los centros privados.
Y por lo visto en ciertos alumnos existe una obsesión por las modas que va más allá del ¿qué me pongo? En ocasiones, algunos alumnos compiten con otros en función de la ropa que llevan.
Rigau propone que cada centro escolar debata el asunto, pero lo hace desde su visión a favor del uniforme, que considera como una forma más práctica de vestir, más igualitaria, porque a veces las diferencias entre los alumnos por su ropa son muy evidentes.
¿Castigo o alivio para los alumnos?
Dejamos aparcadas de momento las motivaciones paternas y pasemos a lo que tienen que decir los niños (y jóvenes, me temo que cuanto más crecen más pendientes estarán) en este asunto.
- Lo primero que me planteo frente a esta noticia es que probablemente esos alumnos que compiten por sus ropas, por sus marcas o por llevar los zapatos más caros último modelo no hacen sino repetir patrones, comportamientos, actitudes que han visto en su hogar. Que no aprecian el valor de las personas por lo que son (ni ellos mismos), sino por lo que tienen. Para ellos, ponerse un uniforme es una especie de castigo.
- Para esos otros niños y jóvenes que no le dan importancia a la vestimenta pero que gustan de ponerse lo que les apetece en cada momento, según las actividades previstas o según el tiempo, según sus colores favoritos y su estilo, ponerse un uniforme también será un castigo. Aunque sepan que el valor de las personas no está en lo que se ponen.
- En el lado contrario, se hallan aquellos alumnos que se ponen lo que tienen, lo que pueden, probablemente ropas desgastadas que han heredado varios hermanos o primos, y probablemente pasándolo mal en algún momento porque existen esos otros compañeros que compiten en algo que a ellos les resultaría imposible. Para ellos, seguramente el uniforme sea un alivio.
Nuestra elección en el colegio
No lo hubiera pensado hace unos años, pero mi postura en este debate uniformes sí-uniformes no se ha tenido que definir hace pocos meses.
Mi hija mayor ha empezado este curso en un colegio público en el que se ofrece la posibilidad de que los alumnos vayan con uniforme o no. Mi hija no lleva uniforme. No me gustan las faldas tablillas (y la plancha no es mi amiga), aunque tampoco se verían mucho porque llevan babi encima de la ropa. Los días en que hacen psicomotricidad va en ropa de deporte, el resto de días ropa de diario.
Compramos un babi con el escudo del colegio. El resto (más baratos), del mismo color pero con adornos diferentes. Mi hija no tiene ni idea de que hay niños que visten diferente, no sabe lo que cuesta la ropa. Tiene los amigos que quiere, sin importarle “el envoltorio”. Se lo pasa bien con ellos, lleven uniforme o no, sean del color que sean, hablen como hablen. Elige los calcetines por los dibujos de sus personajes favoritos, y a menudo también el resto de ropa de entre las diversas opciones que le damos.
Seguro que todos los niños de su edad son así. Espero que todos sigan así, por muchos años… aunque algunas “mini-competencias” maternas o paternas a la puerta del colegio me hacen sospechar que no será así.
No sé lo que pasará en otras casas, y en la nuestra seguro que tenemos muchos defectos, pero se valora a las personas por lo que son, no por cómo visten, y esto lo intento trasladar muy firmemente también a mis clases en cuanto observo algún tipo de discriminación o competencia de este tipo. Mi experiencia en clase con niños que se situarían en el tercer grupo que he comentado más arriba, el de aquellos que se ponen lo que pueden, me ha enseñado mucho.
La manera en que vestimos en casa me parece tan práctica y cómoda como a otros les pueda parecer el uniforme. Tampoco me gasto más dinero. Y, al fin y al cabo, ¿no es igual de “uniforme” el que te obliga a ponerte el trabajo con tacones o corbata? La comodidad es muy relativa, sin duda. Por cierto, qué suerte tengo de poder vestir como quiera para mi trabajo.
En fin, que para mí lo mejor es uniformar sin uniforme, en el sentido de que todos somos iguales y si soy diferente a ti y destaco (o no) no es por mi dinero, mi ropa o mi coche sino por hacer aquello que me gusta y me hace feliz. Aunque eso sea complicado y no precisamente una cuestión en la que sea el colegio el principal responsable.
Pero para eso se reabre el debate de los uniformes en el colegio, para reflexionar sobre ello y dar nuestra opinión. Otra cosa es que lleguemos a un acuerdo…
Vía | El País
Fotos | KingTyrone y Adam Jones, Ph.D. en Flickr-CC
En Bebés y más | ¿Vestir a los hermanos igual?, Uniformes en el colegio, ¿sí o no?, Qué hay que tener en cuenta a la hora de elegir colegio (I) y (II)