¿Y si no le llevamos a la escuela infantil?

¿Y si no le llevamos a la escuela infantil?
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Con la llegada del mes de septiembre vuelven las rutinas y todo parece ponerse de nuevo en su sitio. Los mayores volvemos al trabajo, los niños al colegio y los más peques a la escuela infantil.

O no, espera, que algunos no van. Algunas familias deciden no llevar a sus hijos a la escuela infantil, a pesar de que parece que lo lógico y lo recomendable para su correcto desarrollo es que vaya.

¿Hasta qué punto es esto cierto? La gente dice que allí se espabilan más, que allí conocerán a otros niños y sabrán que no son el centro del universo, con lo que aprenderán antes a vivir en sociedad y a codearse con sus iguales. Vamos a hablar un poco de ello. ¿Qué pasa si no le llevamos a la escuela infantil?

Y las guarderías pasaron a llamarse escuelas infantiles

Las guarderías se crearon para dar atención y cuidado a aquellos niños que no podían ser atendidos por sus familias, sobretodo a raíz de la incorporación de la mujer al trabajo.

A medida que el tiempo ha ido pasando las guarderías han ido especializándose cada vez más, ofreciendo a los niños más recursos educativos y una atención más profesional. Así, lo que antaño era una solución a un problema ha pasado a ser un recurso para muchas familias, que incluso teniendo la posibilidad de quedarse con los niños en casa han decidido llevarlos igualmente.

Tal es el cambio que las hasta hace poco conocidas guarderías llevan años intentando que todos las conozcamos como escuelas infantiles.

Cuál es el desarrollo psicoevolutivo de un niño

Para saber cuán necesarias pueden llegar a ser las escuelas infantiles para los niños hasta los 3 años, es necesario saber cómo son, precisamente, los niños hasta ese momento. Vamos a ver cuál es el desarrollo psicoevolutivo de un niño y así sabremos cuál es el mejor momento para que empiece a estar más separado de su madre y más acompañado de otros niños y adultos.

El bebé, desde que nace hasta los 7-8 meses de vida no tiene una clara referencia de su existencia. Digamos que se siente como parte de la madre, como si fuera una extensión de ella y no una persona única. A partir de ese momento, entre los 6 y los 10 meses, empiezan a darse cuenta de que existen como seres individuales y empiezan a experimentar como personas únicas. Se dice que es el momento en el que aparece el “yo”, aunque es un “yo” muy rudimentario.

Es la etapa típica de la angustia de separación, cuando los niños, al darse cuenta de que existen más allá de la madre, sienten angustia y malestar si es separado de ella. Digamos que de repente se dan cuenta de que pueden estar el uno sin el otro y eso les incomoda muchísimo (lógico, pues su supervivencia depende por completo de los cuidados de su principal cuidador).

Mucha gente lo ve como algo negativo e incluso así se lo hace saber a la madre: “claro, como siempre estás con él ahora no quiere a los demás”. La realidad es que, aunque parezca mentira, la angustia de separación es una manifestación positiva que demuestra que el niño ha creado un vínculo afectivo con sus padres y que es capaz de diferenciar entre personas conocidas y personas extrañas.

Poco a poco, a medida que vaya interiorizando un poco más la imagen de las personas conocidas (los padres), y vaya conociendo un poco más a las que considera extrañas (abuelas, por ejemplo), el niño podrá estar más tiempo sin sus padres (recordándolos interiormente si hace falta para tranquilizarse un poco) y más tiempo con otras personas.

No hablamos de unas semanas, ni siquiera de unos meses. Es un proceso que suele culminar hacia los 2 ó 3 años, cuando los niños toleran más la ausencia materna, cuando pueden recordar a su madre mentalmente si necesitan tranquilizarse y cuando empiezan a entender que, aunque su madre no esté con él en un momento determinado, volverá (repito, “empiezan a entender”, que no “entienden”).

El niño es el centro del universo hasta los 6 años

Los niños suelen vivir centrados en sí mismos hasta al menos los 6 años. Es algo normal y lógico, porque para conocer tu lugar y tu posición dentro de una sociedad, lo primero e indispensable es conocerte a ti mismo (de no ser así, es como ir a una caja de fruta a escoger la que parece estar mejor, sin saber qué aspecto debe tener la fruta que debemos elegir).

Para los niños más pequeños (hasta los 3 años aproximadamente) lo más importante es su relación con la persona que más tiempo ha pasado con él (habitualmente la madre) y todo lo que tenga que ver con ellos mismos. Digamos que lo que sucede fuera de esa relación, incluso lo que hacen otros niños, tiene poco interés para ellos.

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Es habitual oír decir que hasta los 3 años los niños no juegan con otros niños, sino al lado de otros niños. Esto es cierto. Pueden interaccionar de algún modo, es lógico porque se encuentran en el mismo espacio, pero lo más habitual es que el juego sea individual.

Mucha gente lleva a los niños a la escuela infantil para que aprendan a compartir, a no ser tan individualistas o egoístas. La realidad es que ni aprenderán demasiado el acto de prestar algo (más bien aprenderán a resignarse ante la pérdida de un objeto deseado), ni tienen por qué aprender a convivir con otros niños (de nuevo, más bien aprenderán a resignarse).

A partir de los 3 años entienden más y empiezan a entender la convivencia

A partir de los 3 años el niño sigue siendo muy egocentrista, aunque empieza a comprender más cosas de las que le rodean, se expresa mejor y es más capaz de entender que existen otros niños que comparten la atención del cuidador (hermanos, compañeros de clase).

En definitiva, se podría decir que es a partir de los 3 años cuando empieza a darse la verdadera sociabilización. Es a partir de ese momento cuando un niño empieza a entender, poco a poco, cuál es su lugar en el mundo. Cuanto más se conoce a sí mismo, más conoce también a los demás y más capaz es de vivir rodeado de otros niños.

Concluyendo

Viendo que la verdadera sociabilización empieza a darse a partir de los 3 años, a medida que el niño se conoce mejor, se expresa mejor y tiene un mayor nivel de comprensión (hablo de “a partir de los 3 años”, que no “a los 3 años”), la conclusión que se extrae es que los niños no necesitan ir a una escuela infantil. De hecho, sabiendo que hasta los 3 años lo más importante para ellos es la relación con sus figuras referentes, su madre y su padre, lo ideal es que esta relación sea sólida, de cariño, de mucho amor, de confianza y en la que compartan mucho tiempo.

De todas maneras, si una familia quiere llevarlo, o si realmente no tiene otra alternativa, se sabe que las escuelas infantiles con ratios bajas y **educadoras cariñosas y respetuosas** pueden lograr casi el mismo resultado que si el niño se queda en casa con sus referentes más cercanos, siendo lo más recomendable llevarlos antes de los 6-8 meses, cuando un niño aún no sufre la llamada angustia de separación, o ya pasados los 18-24 meses, cuando un niño es ya más mayorcito. Así, puede llevarse a cabo la separación, o el proceso de adaptación, con tiempo, pasando pocas horas en la escuela infantil, en compañía de la madre y/o el padre, e ir aumentando, aún con ellos, hasta que el niño vea la escuela como un lugar familiar y sienta a las personas que estarán con él como parte de su vida.

No hace falta que los niños sean sus mejores e inseparables amigos (que por edad no lo serán), ni que sienta que la cuidadora de la escuela es su segunda madre, pero sí que tenga una relación de confianza mínima, y esto, por supuesto, no se consigue en 3 días de periodo de adaptación.

Fotos | Mrs. W,, A.M.Garrido en Flickr
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