Las cifras sobre las interrupciones durante el embarazo son bastante estremecedoras, en el año 2004 más de 330.000 adolescentes y jóvenes con edades comprendidas entre los 15 y 24 años decidieron abortar, lo peor es que actualmente estas cifras se han incrementado en un 10%. Esto demuestra claramente la ineficacia de la educación sexual y todo lo que la rodea, sea orientación, información, etc.
La sanidad española reconoce incluso que en algunas comunidades españolas no existe ningún plan educacional con respecto a este tema, pero lo peor es lo que leemos en la Gaceta Médica, donde se indica que a pesar de ser consciente la sanidad española del problema, no se tienen previstas medidas contundentes que palien en la medida de lo posible el gran número de interrupciones de embarazo que se están dando en nuestro país. Bueno sí, existe la intención de elaborar algunos programas más sobre la salud sexual y reproductiva orientada a los jóvenes. Las altas cifras abortivas contrastan con la ley del aborto donde se dice, “cuando sea necesario para evitar un grave peligro para la vida o la salud psíquica de la embarazada”, ni mucho menos la cifra está dentro del marco de esta ley, mucha culpa tienen las clínicas privadas donde persiguen el beneficio económico antes que el saludable. Si tenemos en cuenta las graves consecuencias médicas y psiquiátricas que afectan tanto a la madre como al padre, es incomprensible que profesionales de la salud, aunque sean privados, persigan tan sólo el beneficio económico.
Tan sólo hay que recordar el expediente abierto a la clínica MC de Barcelona perteneciente al grupo CB Médical, como consecuencia de un reportaje emitido recientemente en la televisión pública danesa (y que también hemos podido ver en España). En este reportaje se muestra con cámara oculta como una periodista embarazada de 7 meses tiene facilidades para realizar el aborto. De este reportaje se deduce que Barcelona es un lugar ideal para practicar fraudulentos abortos fuera de los tres parámetros que recoge la ley española.
La sanidad española tiene mucho trabajo por hacer, por un lado potenciar las políticas de prevención y educación relacionadas con la salud sexual y el embarazo, y por otro potenciar en mayor medida las inspecciones sanitarias en todas las clínicas para evitar situaciones como la ocurrida y hecha pública en el reportaje televisivo.
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