Cierto es que no hay un mes mejor que otro para quedarse embarazada. Todos son buenos y cada uno de ellos tiene una serie de beneficios y desventajas respecto a otro. Y si aún así, eres de las personas que das vuelta al tema y te planteas las opciones, te interesa saber por qué debes intentar concebir en junio en el hemisferio norte, y qué puede pasarte de aquí a marzo, cuando previsiblemente nacerá tu bebé.
Ventajas y desventajas de quedarse embarazada en el mes de junio
Descubrirás que quedarte embarazada en junio tiene bastantes ventajas, pero también algún inconveniente. Te los contamos unos y otros por trimestres, aunque como te imaginarás cada mujer puede vivir la gestación de manera diferente y pueden variar.
Primer trimestre: julio, agosto y septiembre
Vas a vivir los primeros meses de embarazo en la época más calurosa del año, lo que tiene sus pros y sus contras, según mi propia experiencia.
En estos meses son cuando más abundan las náuseas. Si eres una de esas embarazadas que las sufren de manera abundante, estos meses tienen su parte mala: el calor no ayuda a sentirse mejor, pero como también es probable que en la época estival cojas tus vacaciones, puedes aprovechar para viajar a una zona de clima más moderado y aprovechar para caminar por la orilla del mar. El aire libre y puro mejora el malestar y ayuda a sobrellevarlas.
Hablando de viajes, los largos y a países exóticos, conviene posponerlos para más adelante, ya que los primeros meses son los más delicados y donde hay más riesgo de abortos espontáneos, pero como la futura mamá aún no ha engordado, disfrutará más de su descanso laboral en el destino que elija y es mucho más llevadero el calor al principio de la gestación, cuando la tripa aún no ha crecido.
Los beneficios asociados al verano, como pasar más tiempo en remojo, las vacaciones o jornadas laborales acortadas, también favorecen al descanso que pide el cuerpo de la embarazada en los primeros meses donde parece que una puede dormirse hasta de pie.
Pero también deberás procurar no empeorar otras de las molestias asociadas al primer trimestre: la acidez o ardor de estómago. Para no agravarlo con digestiones pesadas, tendrás tienes que evitar las comidas copiosas, los horarios irregulares tan típicos en verano y los alimentos ricos en grasas y azúcares.
Pero hay más ventajas de concebir en junio: hay más horas de luz solar, lo que se traduce en más vitamina D, importante durante el embarazo ya que beneficia la absorción del calcio, la salud ósea y juega un papel fundamental en la prevención de los abortos durante las primeras semanas.
Porque en el embarazo es seguro tomar el sol, pero con protector solar total, ya que tu piel es más sensible durante la gestación. También hay que procurar aumentar la ingesta de líquidos en esta etapa para prevenir la deshidratación ya que a causa de todos los cambios propias del embarazo, la temperatura de nuestro cuerpo aumenta, lo que se suma al calor del verano: procura beber como mínimo diez vasos (o 2.3 litros) al día.
Segundo trimestre: octubre, noviembre y diciembre
Son los meses durante los que la embarazada suele sentirse más cómoda y segura, por lo que podrá aprovechar los meses de otoño para dar largos paseos al aire libre y viajar sin problemas.
Como las náuseas ya no suelen ser un problema, podrás hacer un gran viaje o desplazarte en Navidades a ver a la familia si vive lejos. Y tendrás energía suficiente para salir de compras sin que la tripa sea aún muy voluminosa, disfrutando de esta época del año.
Por otro lado, también las comidas copiosas asociadas a las fiestas navideñas, pueden provocar molestias digestivas, sí que conviene controlarlo.
Además, recuerda que durante la gestación aumenta la temperatura corporal, tanto por las hormonas como porque el bebé que crece dentro aumenta la actividad metabólica de la madre.
Como vas a vivir la mayor parte de tu embarazo en los meses fríos, puedes aprovechar para disfrutar comprándote prendas premamá, ahora que te sientes bien o incluso aprovechar para que te hagan algún regalo navideño que necesites para ti (y también para el bebé).
Tercer trimestre: enero, febrero y marzo (abril)
Sé que cada mujer vivimos un embarazo diferente pero, si te sirve de ayuda te comento que para mí, vivir la última etapa del embarazo en invierno, me resultó muy cómodo. Un aumento de volumen corporal y de kilos se lleva mejor con frío que con calor excesivo, sobre todo si vives en una gran ciudad.
También ayuda cuando se sufre retención de líquidos, ya que el frío favorece a que no se te hinchen tanto los tobillos o las manos, un problema que a mí me afecta mucho.
Eso sí, el frío también puede provocar efectos no deseados como los catarros y la gripe, provocando síntomas muy molestos durante el embarazo. Para evitar complicaciones, los médicos recomiendan que las gestantes se vacunen de la gripe en la campaña, que suele ser en octubre.
Otro consejo: hay que tener cuidado con los resbalones, porque al final de la gestación una se siente como un muñeco tentetieso, no ves los pies por el volumen de tu tripa y es más común sufrir algún que otro resbalón. Pero eso se soluciona prestando simplemente más atención.
Solo un detalle más: dependiendo de la fecha prevista de parto, puedes sufrir o no las alergias primaverales. Pero, en cualquier caso, serán máximo unos pocos días, por lo que presumiblemente ya serás madre cuando comience a molestarte el polen.
Cuándo nacerá tu bebé
Quedarse embarazada en el mes de junio implica que tu fecha probable de parto será en marzo o primeros de abril. Mi hija nació a finales de marzo y recuerdo sus primeros meses de vida como perfectos, ya que en primavera los días comienzan a tener más horas de luz y las temperaturas son más agradables, por lo que se pude salir a pasear con el bebé casi desde el primer día, algo bueno para ella, ya que sí se benefició de la Vitamina D que tanto necesitaba.
Pero también fue bueno para mi, ya que dar a luz en marzo me permitió no pasar el postparto con calor, algo que hubiera empeorado mi recuperación.
Y también nos benefició a todos, ya que en verano ya era bastante mayor como para viajar a la playa y disfrutar de la época estival a remojo. Precisamente creo que su pronta relación con el agua es el motivo por el que siempre ha sido tan amante de las actividades acuáticas.
Y como era tan pequeña aún, resultaba muy cómodo llevarle en un portabebé, pegadita a nosotros, con los piesecillos al aire. Se pasó casi todo su primer verano solo con el pañal, y riéndose a carcajada limpia en su pequeña piscina de plástico bajo una sombrilla, moviendo sus piernas sin parar.
¡Por cierto! Procura ofrecerle el pecho siempre que lo pida para que no se deshidrate por el calor, no sacarle a la calle en las horas centrales del día y nada de exposición directa al sol, para evitar que el bebé sufra un golpe de calor.
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