Si has convivido alguna vez con una embarazada, o si has sido una de ellas, es posible que te hayas dado cuenta de que podrían ser perfectos miembros de la Liga de la Justicia o alistarse en los Vengadores. El poder identificar el aroma a arándanos de la tarta del vecino es, a todas luces, una capacidad extraordinaria para los que apenas sí notamos diferencia entre vinos.
Huele raro, dice ella mientras sigue inhalando aire, ¿humedad? Huele a húmedo.
Irá al baño y rápidamente detectará una toalla ligeramente mojada que tú necesitarías tener debajo de la nariz para llegar a la misma conclusión. Pero, ¿por qué huele a húmedo? Si el agua no tiene olor, ¿seguro que es agua lo que huele? ¿Y por qué las embarazadas tienen esa sensibilidad? ¿Es malo que huela a humedad?
¿Por qué las embarazadas tienen mejor sentido del olfato?
El embarazo me ha hecho sensible, escuchamos a algunas madres, que experimentaron situaciones que nunca antes habían vivido previamente. Y tienen razón, dado que los cambios hormonales naturales que se dan durante el embarazo puede volverlas hipersensibles. Aunque algunas mujeres se sienten congestionadas, lo común es lo contrario.
Sobre ello hay muchas hipótesis. Una de las más raras, concebida en 1990 por Paul D. MacLean y publicada en el libro Triune Brain in Evolution dice que la hipersensibilidad de las madres modifica los circuitos neuronales de los fetos, creando lo que se llamó saltos evolucionistas mesurables: un aumento leve pero medible de nuestra inteligencia generación tras generación.
Pero de momento, el único consenso que existe es que las embarazadas son capaces de oler más debido a que las membranas de las fosas nasales se irrigan con más sangre debido a la acción de las hormonas. Son esas, además, las que modifican la química del resto del cuerpo, ayudando al bebé en su desarrollo.
¿Por qué las toallas húmedas huelen a humedad si el agua no huele?
Diferente del por qué las embarazadas son capaces de detectar el olor de la toalla húmeda a distancias imposibles es el que la humedad huela. Algo que, de hecho, no ocurre. Y sin embargo seguimos llamando a ese olor característico de la tela húmeda olor a humedad. De ser así, el mar y los ríos tendrían un olor parecido y desagradable, cosa que por fortuna no ocurre.
Pero es dejar una toalla húmeda unas horas, o dejar la ropa en el cesto más de un día, para que un olor fuerte y desagradable impregne la casa. ¿De dónde viene? Y ya puestos, ¿por qué huele la tierra mojada si ni el agua ni la tierra seca tienen olor?
La respuesta a ambos son las bacterias y los hongos que crecen en ambientes húmedos, y que proporcionan ese olor desagradable y característico a moho. En muchas casas aparecen también en forma de manchas negras en paredes, techos y juntas que suelen estar mojadas.
El baño, debido a sus fuentes de agua (y en ocasiones a una ventilación difícil) es uno de los principales focos de humedad. Al ducharnos con agua caliente aumentamos la temperatura y la concentración de agua en el aire: la humedad. Y este vapor en suspensión se posa en paredes, techo, suelos, cristales, juntas de azulejos…
Para que hongos y bacterias se reproduzcan solo necesitan esos dos ingredientes que les estamos dando: humedad y temperatura. Es por eso que en el baño proliferan.
¿Cómo eliminamos las bacterias que dan lugar al olor a humedad?
Aquí y allá, cientos de artículos declaran tener la solución para eliminar el olor a humedad. «Cómo eliminar el olor a humedad», declaran en su título, y completan un artículo basado en enmascarar el olor que producen las bacterias, ¡dejando que estas campen a sus anchas! Es el equivalente a dejar que se pudra una fruta aplicando sobre ella desodorante.
Es decir, no es suficiente con que deje de oler dado que las bacterias y hongos seguirán reproduciéndose apoyados por la humedad. Una sola bacteria puede dar lugar en menos de 24 horas a más de un millón si las condiciones se lo permiten.
Lo que hay que hacer es eliminarlas. Pero, ¿cómo eliminar las bacterias y hongos? Usando de manera regular productos que contengan un componente desinfectante como la lejía Estrella 2in1 para las superficies o Neutrex para la ropa.
Sobretodo acuérdate de aplicar estos tres consejos:
Ventilar el baño tras las duchas
Una sana costumbre será la de abrir de par en par las ventanas del baño al terminar nuestra ducha , y de ese modo disminuir la humedad y la temperatura. De otro modo, nos arriesgamos a que los gérmenes se reproduzcan con rapidez.
Ayuda un extractor de aire que se lleve toda la masa de aire húmedo y recalentado para evitar que se pose sobre las superficies. Algo también útil en las cocinas, lugar de la casa donde también se alcanzan temperaturas y humedades importantes.
El secado de los textiles
Además de las superficies, las telas húmedas son otro gran foco. En especial las toallas de ducha, la ropa al salir de la lavadora, y los paños de cocina tras su uso. Tenderlos lo antes posible al aire libre hasta que se sequen es aconsejable. Así como no lo es doblarlas y guardar tela (del tipo que sea) si presenta humedad.
Eliminar bacterias y hongos
Además de los hábitos mencionados, lo que hay que hacer, en general, es eliminar las bacterias y hongos de forma activa. Usando productos que además de detergente (para limpiar) contengan un desinfectante, como la lejía Estrella 2en1 para las superficies, o Neutrex para la ropa blanca.
Lo ideal es secar y desinfectar los muebles y las paredes, al menos una vez por semana. Así nos adelantaremos a la aparición de hongos que los estropeen y que saturen el ambiente de ese olor a humedad difícil de eliminar. Además de ganar en salud.
Por suerte, disponer de una embarazada cerca nos avisará con tiempo de malos olores para prevenir bacterias. Momento en que podemos meter esa toalla con mal olor a la lavadora o desinfectar el baño, especialmente las juntas entre azulejos.
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