Ayer os expliqué en una entrada que está muy bien que haya un máster en lactancia materna, pero que lo importante es que los profesionales salgan ya formados de sus respectivas carreras y que los actuales se reciclen. Esto lo digo yo (lo he dicho muchas veces) y lo dicen también miles de madres descontentas.
El problema es que el mensaje no siempre llega a los profesionales sanitarios y claro, si alguien no sabe que no sabe, difícilmente se producirá ningún cambio. ¿Te gustaría que sucediera, que el pediatra, la enfermera, la matrona, el ginecólogo y el médico de cabecera supieran más de lactancia? A continuación te decimos cómo conseguirlo, porque todo depende de vosotros, los padres.
Un día cualquiera, en una consulta cualquiera
Vas al pediatra o la enfermera, te preguntan qué tal todo, qué come el bebé, le explicas, y te empieza a decir que ya tienes que dejar de darle el pecho, que ya no alimenta, o que está "enviciado" o que "ya no tiene sentido". Da igual los meses que tenga tu bebé, es irrelevante en la historia.
O acudes y les preguntas si es normal que, pasados los seis meses, aún tome pecho de noche. Te dicen que a esa edad ya es capaz de dormir toda la noche y que si mama de noche es porque le has acostumbrado a eso, que cambies teta por agua.
O cualquier otra cosa. En el primer párrafo, muchas madres informadas se dan cuenta de que están recibiendo un consejo erróneo. Algunas lo rebaten, iniciando una verdadera discusión: "¿Quién sabe más, tú que lo has leído en internet o yo que llevo tantos años ejerciendo mi profesión y he visto a miles de madres y bebés?". Otras no dicen nada, por aquí me entra y por aquí me sale: quien quiera saber, mentiras en él, el próximo día te digo que aún mama, pero muy poquito.
En el segundo párrafo, la madre no sabe, o duda. Pregunta, y recibe un consejo erróneo en base a un diagnóstico erróneo, los bebés maman de noche por muchas razones que están lejos del "lo has acostumbrado".
Puede suceder también que vas al médico por lo que sea, te diagnostica y, cuando va a recetarte el remedio, le dices que estás lactando. Pueden pasar varias cosas, que mire a tu hijo y si es mayor te diga que le destetes, que no te recete el tratamiento porque considera que le va a hacer daño al bebé o que busque la información para ver si te lo puede recetar. La lógica es la tercera, pero demasiado a menudo suceden las otras dos.
Son solo ejemplos de cosas que pasan cualquier día en cualquier consulta médica. Un panorama bastante desolador para las madres.
Quejándonos en internet
Entonces la mujer, madre, sale indignada de la visita. Algunas casi llorando por la bronca recibida, cuando resulta que no están haciendo nada malo, otras enfadadas por no haber dado la réplica y otras molestas por encontrarse con profesionales que no saben.
Necesitan desahogarse y lo hacen contándoselo a gente de su entorno, o por internet, explicando el suceso en las redes sociales o en forma de entrada en un blog. Pronto reciben apoyo y comentarios de otras "víctimas" que ayudan a sanar la herida del momento.
Pero, ¿de qué sirve? Leo a menudo quejas de ese tipo, pero dudo mucho que los pediatras, enfermeras, médicos y matronas entren en esos blogs a leer esos relatos, esos desahogos. Le sirve a la madre para soltar todo lo contenido, pero nada cambia. Minutos después de que esa madre cierre la puerta, el profesional está dando los mismos malos consejos a otra madre, y luego a la siguiente.
De qué sirven las reclamaciones
Yo trabajo en un Centro de Atención Primaria. Soy enfermero. Muchas veces recibo quejas de las madres por el funcionamiento del centro, o del trato de un pediatra, o de una administrativa, o... y a menudo les insto a poner una reclamación. "¿No te gusta cómo funciona el centro, pues reclama? Yo no puedo hacer nada por cambiarlo, pese a trabajar aquí". Y ojo, que muchas veces los profesionales conseguimos muchos cambios, pero son los pacientes, los usuarios, los que tienen la mayor fuerza.
Recuerdo una época en la que había cierta crispación, en los inicios de la crisis, cuando llegaron los primeros cambios. Todos veíamos que la cosa no iba bien. Todos sabíamos que había fallos de funcionamiento que íbamos arreglando con parches. Se hizo una reunión para explicar la memoria del centro, cómo íbamos, y los jefes estaban muy contentos porque habíamos tenido muy pocas reclamaciones, ergo íbamos en el buen camino. Era una falacia, las quejas reales eran mucho mayores y no, no íbamos en el buen camino, pero al parecer, el número de reclamaciones al centro era el baremo para saber cómo iba todo.
Así que a nivel de lactancia creo que todos pensamos lo mismo: muchos profesionales sanitarios no saben y son culpables de acabar con muchas lactancias. Esto es un grave problema, pero para que haya solución tienen que saber que no saben. Si nadie les dice que están dando consejos erróneos, ellos seguirán pensando que lo que dicen es lo correcto. Si no se lo decimos, si no les ponemos reclamaciones, seguirán diciendo lo mismo con cada madre que entre y la próxima vez que vayas a la consulta, o mientes, o te dirán de nuevo lo que ya has oído.
¿No quieres reclamar? Da las gracias
Muchas madres no quieren poner una reclamación porque tienen buena relación con el profesional sanitario y porque piensan que se va a enfadar y lo último que quiere es tenerlo a malas. Lo entiendo, pero repito: si no sabe que no sabe, nada cambiará.
Yo se lo diría verbalmente, "tengo entendido que esto no es así, que...", e incluso ofrecerle literatura que hable de ello para la próxima visita. Los profesionales sanitarios somos personas, y muchos no tendrán problemas en escuchar y aceptar la corrección con un "voy a investigar sobre ello, y te agradezco que me lo traigas, sí". Otros, pues se lo tomarán peor. En ese caso, ¿por qué no reclamar? Ya se lo has dicho, no acepta la posibilidad de estar equivocado, pues escribes una reclamación:
Hoy me ha visitado este profesional sanitario y me ha dado un consejo que puede comportar problemas para las madres que amamantan. En mi caso no seguiré su recomendación, porque lo que se sugiere en este caso es hacer esto y esto otro. Al explicarle que podría estar equivocado no acepta esa posibilidad y me sabe mal, porque confío mucho en él como profesional, ya que me ha ayudado en múltiples ocasiones con muchas cosas, y me gustaría poder seguir confiando en él en todos los asuntos, incluida la lactancia materna.
No sé, es sólo un ejemplo. No hacen falta descalificaciones ni perder los estribos. Es simplemente dejar plasmado en un papel lo que pensamos, de manera sincera pero constructiva, buscando el cambio.
Pero si no quieres poner una reclamación, si no te convence, siempre puedes hacer lo contrario, un escrito de agradecimiento, como sugiere Carlos González en su libro "Un regalo para toda la vida". Algo así:
Hoy he venido a visita con el profesional sanitario X y quiero mostrar mi agradecimiento porque en otras ocasiones, con otros profesionales, me ha pasado esto, esto y esto (y aquí explicas lo que en realidad te ha dicho X). Sin embargo, ha demostrado ser un profesional implicado y actualizado, al aconsejarme seguir con la lactancia como recomienda la OMS, hasta los dos años, o al explicarme con paciencia que es normal que los niños sigan mamando por la noche, o al recetarme el fármaco que necesitaba sabedor de que es totalmente compatible con la lactancia. Estoy muy contenta de sus servicios y por ello quería dejar patente la gran labor que está haciendo con sus pacientes, bla, bla, bla.
Las reclamaciones las lee el director o directora del centro y las comunica siempre al profesional. Los agradecimientos también. Así que existen las dos opciones para hacerles saber que no saben. En la primera, ambos lo saben. En la segunda, el director o directora felicita también al profesional, y es el profesional el que se da cuenta de que la felicitación esconde una reclamación. Él decide si destapar la verdad o si mantener la mentira y coger un libro para ver si la madre está en lo cierto.
Y si no, también podéis pedir una reunión con algún superior para explicar vuestro parecer. En nuestro centro sucede a menudo, los pacientes descontentos piden hablar con la directora. Y allí le comentáis que preferís permanecer anónimas, que tenéis buena relación con el profesional y queréis que siga siendo así, pero que no sabe de lactancia, que os da consejos erróneos, que habéis decidido mentirle para evitar discusiones y que no estáis cómodas con esa situación. Súmale a esa reunión otra de otra madre, un par de agradecimientos y un par de reclamaciones y habréis hecho patente un problema que requiere solución.
Si el profesional no sabe que no sabe, nada cambiará.
Foto | Thinkstock
En Bebés y más | Ah, ¿pero es que los pediatras no son asesores de lactancia?, ¿Cuál es el médico al que deben ir las madres que dan el pecho?, Aviso para madres primerizas: nadie se pone de acuerdo