Una de las razones principales que hace que muchas mujeres que tenían intención de dar el pecho acaben dando biberón es la falta de información. Hasta hace un tiempo se creía que informar a una madre era decirle “la leche materna es lo mejor”, y aunque era un dato totalmente relevante, y lo sigue siendo, es insuficiente.
Que la leche materna es lo mejor para todos ya lo saben todas las madres, el problema es que muchas siguen creyendo cosas como que pueden quedarse sin leche de un día para otro, así como por obra y gracia del demonio, y otras, tantas como el 40% de las madres, creen que la calidad de la leche varía según la madre.
Esto hace que lleguen a las consultas de pediatría insistiendo en que su bebé se queda con hambre, quizás no por la cantidad “porque me sale bastante”, sino por la calidad, que quizás “habría que analizarla”, frase que suelen verbalizar los maridos (al menos en el centro de salud en el que yo trabajo).
Este dato ha sido detectado en una campaña del Colegio de Farmacéuticos de Sevilla, que fue iniciada en mayo del presente año, en la que tratan de favorecer que las madres que lo deseen puedan dar el pecho sin “errores ni tabúes”.
Uno de esos errores es el comentado, la creencia de que hay leches aguadas, sin grasa, sin calorías suficientes o cosas similares. De hecho, una de las pruebas que se ha hecho durante mucho tiempo para saber si una leche era buena era la de poner una gota de leche en una uña. Si la gota resbalaba, la leche no era lo suficientemente buena. Si la gota se quedaba en la uña, la leche sí tenía propiedades suficientes como para alimentar a un bebé.
Ahora sabemos, por suerte, que la concentración de la leche es totalmente variable, por lo que si sacamos una gotita de un pecho al principio de una toma, probablemente salga tan líquida que resbale, y si la sacamos cuando el niño lleva un rato mamando, saldrá tan concentrada que no se moverá, por lo que dicha prueba no tiene sentido alguno en la actualidad, pese a que en sus días hizo que muchos bebés acabaran tomando biberón sin ser necesario realmente.
Concluyendo, no hay leche mala. El cuerpo de la mujer recién parida es tan sabio que cuando lacta le da prioridad al bebé, es decir, coge lo mejor y lo destina para él, así que si alguna vez pensaste que quizás no podrías darle el pecho a tu bebé porque quizás ibas a tener leche de baja calidad, quítatelo de la cabeza. Quizás no le puedas dar por otra razón, pero por ésta seguro que no.
Vía | Noticias médicas
Foto | Myllissa en Flickr
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