Que la leche materna y el virus del SIDA no son muy amigos es algo que se sabe desde hace tiempo, sobre todo en los países pobres donde muchas mujeres infectadas con el virus tienen hijos que nacen sin él y que, a pesar de ser amamantados siguen sin contagiarse la mayoría de ellos (digo la mayoría porque cuando empiezan a comer otras cosas y a alterarse la mucosa intestinal por los nuevos alimentos, entonces sí la leche materna puede infectar al bebé).
El caso es que los científicos siguen investigando esa relación de odio entre el virus y la leche de las madres y recientemente han descubierto que una proteína de la leche materna es capaz de evitar la transmisión del virus del SIDA.
Hasta la fecha se ha logrado disminuir mucho las tasas de transmisión del virus de la madre al bebé mediante tratamientos con antirretrovirales. El problema es que en los países pobres no todas las mujeres infectadas del virus tienen acceso a la medicación y en casos así cualquier solución es bienvenida. Además, el tratamiento masivo con estos fármacos puede acabar por ser menos eficiente al aparecer nuevas cepas del virus resistentes a dichos medicamentos, por lo que hay que seguir investigando alternativas.
Como he comentado más arriba, mientras la lactancia es exclusiva el riesgo de contagio es mínimo. En el momento en que el bebé empieza a comer otras cosas el riesgo de infección aumenta. La teoría dice que cuando las madres no toman antirretrovirales la mayoría de niños deberían infectarse, pero la realidad es muy diferente ya que se ha observado que de los niños que siguen tomando pecho a los dos años sólo el 10% acaba contagiándose.
Esto hizo pensar a los investigadores que algún componente de la leche materna (o varios) eran capaces de controlar o frenar la infección, evitando que se produjera, y así dieron con la tenascina-c (TNC). La TNC es una proteína importante en el desarrollo del bebé y muy útil en la cicatrización de heridas que, además, tiene propiedades antimicrobianas que hasta ahora nadie había descrito.
Uno de los efectos del TNC es el de acoplarse a los receptores CD4 que, curiosamente, son los preferidos por el VIH. Es decir, la proteína TNC se sitúa allí donde el virus del SIDA pretende acoplarse para infectar células. Al no poder posicionarse, no puede infectarlas, y al no poder hacerlo no puede producirse la infección. Una célula infectada por el virus tiene una vida muy corta, entre horas y pocos días, así que si no puede contagiar, si le cuesta tanto encontrar células en las que replicarse, el virus puede acabar desapareciendo del cuerpo.
Según explican los investigadores, esto podría explicar por qué la mayoría de bebés expuestos al VIH no se contagian por el virus. Además, sospechan que la misma proteína puede ser precursora de otros factores de inhibición del virus, como anticuerpos, que ayudarían aún más a proteger al bebé de la infección.
Ahora, obviamente, hay que investigar cómo aplicar estos descubrimientos al campo de la salud, por si cabe la posibilidad de promover la prevención o la curación del virus con dicha proteína. Esperemos que así sea.
Vía | Medline Plus, Pubmed Foto | Rachel Coleman Finch en Flickr En Bebés y más | La leche materna puede bloquear al VIH, Interrumpir la lactancia materna no reduce el riesgo de contagio de VIH, Desarrollan un método que podría prevenir el contagio de VIH por la leche materna