Si preguntas a cualquier madre que da el pecho a niños mayores (pongamos a partir del año o dos años) por qué lo hace, por qué sigue amamantando, seguro que explicará que ya no lo hace tanto por una cuestión nutricional, sino más por una cuestión de costumbre, de cariño, de disfrutar de un momento único entre ambos, de ese instante que sólo ellos dos pueden compartir.
Como hombre que nunca vivirá algo así con sus hijos no tengo problema alguno en entenderlo, me parece lógico. Sin embargo hay algo que sí me costó entender y que le pasó a Miriam, mi mujer, hasta que me informé de ello. Hablo de la agitación del amamantamiento, que en cristiano sería algo así como esos momentos en que la madre rechaza al niño que le pide pecho, cuando no soporta que lo haga.
¿Agitación del amamantamiento?
Sí, lo sé, el término es muy poco definitorio y casi nadie entiende de qué se habla cuando lo explicas con estas palabras. No sé por qué le pusieron este nombre, pero bien podrían haber cambiado agitación por rechazo, "rechazo del amamantamiento", que me parece más fácil de entender a bote pronto.
Bien, sea cual sea la manera de llamarlo está claro que la cosa no puede quedar ahí, porque seguro que si no habéis oído nunca el término estaréis pensando que cómo es posible que una madre llegue a rechazar a su hijo que le pide pecho, como ha hecho siempre, que es justo lo que yo me preguntaba cuando Miriam me lo decía: "no puedo más, duérmelo tú, no lo soporto".
A Miriam le sucedió en ambos embarazos. Estando embarazada y con el hermano anterior mamando sucedía a veces, sobretodo por las noches, que no soportaba que le pidiera el pecho. Se apartaba, se enfadaba, resoplaba, me pedía que la ayudara y yo no la entendía, porque no lograba comprender cómo podía enfadarse con él, con un niño que llevaba ya dos años mamando sin problemas y con el que tanto había disfrutado dándole el pecho.
Le pasó con los dos embarazos, pero puede suceder también cuando el niño es mayor y no hay embarazo, o cuando una madre está dando el pecho a dos niños en tándem y lo siente con el mayor.
Es un rechazo inconsciente e irracional
Cada mujer lo puede explicar un poco a su manera, pero resumiendo de todas las mujeres a las que he oído o leído explicarlo, se trata de una sensación inconsciente, algo psicológico que escapa a la razón. La madre lo explica como un calambre nervioso, como un hormigueo que recorre todo el cuerpo, como una sensación de la que debe huir. Hay mujeres que incluso explican que notan cierto placer sexual, como un cosquilleo que aparece en un momento, cuando mama tu hijo o tu hija en el que no quieres sentirlo, no lo necesitas, no lo deseas.
Para entenderlo debéis pensar en algo que no podáis controlar, alguna sensación que no soportéis y de la que siempre queráis huir, y poner a vuestro hijo, al ser que más amáis en el mundo, como culpable de ello. Hay personas que tienen claustrofobia, hay personas que no pueden soportar estar en lugares con mucha gente, hay personas que no pueden ver la sangre porque se desmayan... cuando sucede algo de eso empiezan a sentir una presión en el pecho, unas ganas locas de huir de ello y una necesidad imperiosa de dejar de notar esa sensación. Pues bien, la agitación del amamantamiento sería algo así. La madre se siente de ese modo cuando su hijo mama, quiere apartarlo, necesita separarse, quiere evitarlo, pero odia sentirse así porque es su hijo, lo que más quiere.
Es algo que a las mujeres les cuesta mucho explicar, porque sienten vergüenza. Es muy duro decir que rechazas a tu hijo, que no quieres que venga a pedirte pecho y que cuando al fin se lo das sólo estás pensando en quitárselo como sea. La realidad es que no hay razón para avergonzarse, aparece la contradicción pero no es tal, porque es un sentimiento animal, lo genera el cuerpo, no la mente. No es un rechazo que haya creado la mente consciente, sino todo lo contrario, nace de las entrañas. No es dolor, no es que el niño haga daño. De hecho muchas madres dicen que ojalá fuera dolor, porque el dolor pueden llegar a soportarlo.
Quién lo sufre y por qué
Como hemos dicho suele suceder en madres de niños ya mayorcitos y parece que se da más cuando hay un embarazo, cuando ya se está haciendo lactancia en tándem y a veces sucede cuando la mujer tiene la regla o está ovulando.
La causa de la aparición de la agitación del amamantamiento no está clara, pero viendo los momentos en que suele darse parece que las hormonas pueden estar bastante relacionadas.
La madre quiere, pero no puede
Lo más fuerte del asunto es que la madre quiere darle el pecho. Es su hijo, lleva mucho tiempo dándole el pecho y lo último que quiere es decirle que "no te doy más teta", precisamente porque muchos niños sienten el rechazo y lloran desconsolados. La madre quiere darle, pero no puede porque es una sensación que domina a la razón. Un sudor y un malestar que recorre todo el cuerpo.
Puede ser que suceda sólo en algunas tomas, parece que molesta más por la noche y en muchas ocasiones la sensación desaparece con el tiempo. En otras ocasiones no desaparece y la madre acaba por dejar de dar el pecho.
¿Qué se puede hacer?
Si al final nada sirve, si al final no hay solución, si el rechazo acaba haciendo que la madre prefiera destetar, está claro que es la mejor solución para ambos. Amamantar es cosa de dos y debe algo consentido y que quieran hacer madre e hijo. Si sólo uno de ellos disfruta y la otra persona sufre lo indecible no hay razón alguna para seguir con ello. En casos así, un destete respetuoso, hablando con el niño, dejándolo de manera gradual y buscando alternativas para minimizar sufrimientos parece la solución más lógica.
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