Mientras pasa el tiempo, mientras los nuevos profesionales sanitarios están cada vez mejor formados, los antiguos se van reciclando y las madres van poniendo reclamaciones o "agradecimientos" para que los que no saben, sepan que no saben, se siguen escuchando mitos relacionados con la lactancia, no sólo en las consultas de los profesionales de la salud, sino también en casa, en la calle y allí donde haya una mujer embarazada o que ha parido recientemente con problemas y dudas.
Uno de esos mitos es el que sufren muchas mujeres cuyo pezón, al ser estimulado, en vez de salir hacia afuera, entra hacia dentro. Vamos, lo que se conoce habitualmente como pezón invertido. El mito del que hablo es el que dice que "Si tienes el pezón invertido no podrás amamantar a menos que lo prepares antes o uses pezonera".
Preparando el pezón para cuando el bebé nazca
Ahora ya no se hace, o habitualmente no se hace, que no puedo poner la mano en el fuego por nadie, pero antiguamente se podía llegar a hacer una exploración del pecho de la mujer para ver si iba a ser capaz de amamantar. Algo así como ver que los pezones eran normales para dictaminar si el bebé podría tomar leche materna o no, y en el caso de ver que eran planos o invertidos, sugerir prepararlos para cuando naciera el bebé. Con el empleo de unos ejercicios, se le decía a la mujer que de ese modo conseguiría tener los pezones listos para el día en que su bebé quisiera lactar.
El problema es que se hicieron estudios para valorar la eficacia de esos ejercicios y se concluyó que no servían de mucho y que, más que beneficios, podían incluso suponer un perjuicio, porque al decirle a una mujer que sus pechos estaban "mal" y que los tenía que "reparar" la confianza en sus posibilidades de dar pecho disminuían mucho y después, al nacer el bebé, la probabilidad de fracaso con la lactancia era mucho mayor.
Además, hasta el octavo mes de embarazo, al crecer el pecho y cambiar de forma, muchos pezones que parecían que iban a dificultar la lactancia se muestran perfectamente evertidos. De todas maneras, da igual: el bebé no mama del pezón.
¿El bebé no mama del pezón?
No, y mucha gente sigue creyendo que es así. Pero si así fuera, el mundo estaría lleno de madres lactantes llorando en cada toma curándose unas grietas que nunca desaparecen. Los bebés maman del pecho. Abren la boca, lo atrapan, hacen ventosa y meten dentro de su boca el pezón y, dependiendo del tamaño, la areola entera o parte de ella, y parte del pecho. Vamos, que mama de todo ello, no sólo del pezón. Con esto quiero decir que el tipo de pezón que tenga una madre no determina el éxito que tendrá cuando vaya a dar de mamar a su bebé.
"Pues a mí me dieron pezoneras"
Suele pasar. El bebé se coge en las primeras tomas. Hay dolor, molestias y parece que el bebé no se agarra demasiado bien porque tienes el pezón invertido. Ya, sé que acabo de decir que el pezón no determina el éxito o el fracaso, pero sí es cierto que un pezón invertido puede dificultar la lactancia al principio. El pezón no es realmente necesario para que un niño mame, pero sí que es de gran ayuda (si no fuera de ayuda probablemente no estaría ahí). Al niño le sirve de guía, es la puntita del pecho que al estimularse se pone un poco más dura y evertida y le sirve al bebé para saber que es justo ahí de donde se tiene que coger. Entonces sucede, cuando una mujer tiene el pezón invertido, que el bebé pierde esa guía y entonces esa madre necesita más ayuda y paciencia.
Surgen dos opciones, darle unas pezoneras a la mujer, para que así tenga esa guía de la que hablamos, o bien ayudarle a que consiga un agarre óptimo con un pezón invertido que al bebé no le sirve de mucha ayuda ¿Cuál es la opción correcta? Pues la segunda, pese a que la mayoría de mujeres reciben la primera.
"¿Tienes el pezón invertido? Pues toma, unas pezoneras. ¡Hala, ya tienes pezón!". Y listo, ya no te quejes por que el niño no se coja al pecho que ahora no tienes excusa: ahora ya tienes un pezón que le sirve al niño de guía. El problema es que si el niño tiene un mal agarre, si tiene una posición errónea al mamar, ya puedes poner pezoneras y lo que quieras, que eso no irá bien. Lo primero es evaluar el agarre, ver cómo succiona el bebé, ayudarle a cogerse, tratar de que mame sin la guía, tener mucha paciencia con él y con la mamá (y que la mamá la tenga con el bebé) y tratar de conseguir tomas sin guía natural ni artificial.
Si no se logra, se puede intentar con pezonera. Cuántas lactancias se han salvado gracias a ellas, y cuántas lactancias se habrán estropeado cuando una madre se acostumbra a ellas, el bebé mama perfectamente, gana peso y alguien le dice "pero es mejor que se las quites", momento en que todo empieza a fallar de nuevo. Ahora bien, las pezoneras son, deben ser, el último recurso, porque igual que pueden ayudar, pueden acabar de estropear una lactancia, si antes no se ha corregido la postura del bebé.
A veces son las mujeres y bebés con lactancias más largas
Carlos González explica en su libro "Un regalo para toda la vida" que muchas veces las mujeres con pezones invertidos, esas por cuyos pechos nadie daría un duro y parecen destinadas a no poder amamantar a menos que se preparen los pezones antes de dar a luz o usen pezoneras, conchas y no sé qué más artilugios, son las que tienen lactancias más largas y exitosas.
Parece un contrasentido, pero si acabamos de decir que son madres que pueden necesitar ayuda y mucha paciencia, precisamente con ayuda y mucha paciencia pueden lograr un agarre tan sólido, tan perfecto del bebé al pecho, que pueden llegar a ser de las que tienen lactancias más eficientes. Pero ojo, esto sucede si una madre que tiene problemas, que ve que la cosa no va bien, acude a un grupo de apoyo a la lactancia o a algún profesional que tenga el tiempo y los conocimientos que se requieren para ayudarle. Si la solución pasa por decirle que compre unas pezoneras sin observar la toma y escribirle en un papel los sobres de no sé qué producto comercial para tener leche suficiente, en pocos días o semanas estará tomando biberón de leche artificial, que es el primer consejo que seguro había recibido de algún familiar: "nena, no te compliques la vida, si te molesta le das biberones y listo... si total, las leches de ahora son buenísimas". Que ojo, no digo que no lo sean, pero, ¿nadie piensa en que esa mujer quizás quería amamantar durante mucho tiempo? Que no es cuestión de complicarse o no, sino de que cada mujer pueda hacer lo que quiere hacer.
Fotos | Thinkstock
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