El desarrollo motor de los niños fascinante. Lo que durante mucho tiempo se interpretó como la utilización por parte el cerebro de una serie de palancas y fuerzas para lograr un objetivo, se considera en la actualidad como una dualidad cuerpo y mente que actúa de forma coordinada para lograr obejtivos concretos.
Uno de los factores que favorecen el desarrollo motor es la motivación por el movimiento y por las actividades que generan estimulación vestibular, es decir, por aquellos juegos en los que se producen desplazamientos y aceleraciones en el espacio. Vamos a explicar por qué a los niños les gusta columpiarse.
La estimulación vestibular podría definirse como el conjunto de experiencias corporales en las que el niño vive un cambio de posición en el espacio. Dependiendo de su intensidad genera emociones muy diferentes.
El balanceo suave y lento que recibe el recién nacido o el bebé cuando está en brazos de su madre le genera estabilidad, tranquilidad y seguridad. Es una de las medidas más frecuentes para facilitar el sueño o para atenderle en caso de que esté llorando.
Por otro lado, cuando queremos despertar a un niño también recurrimos a la estimulación vestibular levantándole de la cuna o incorporándole (cuando se está quedando dormido durante la comida, por ejemplo).
Estas utilizaciones del cambio de postura en el espacio termina de utilizarlas el niño por sí mismo en los columpios para experimentar sensaciones intensas. Es un buen recurso para aquellos chavales con tendencia al sedentarismo que pueden encontrar una motivación mayor hacia el movimiento empleando este tipo de elementos.
Los hinchables, las camas elásticas, las máquinas de las ferias... son otros ejemplos de elementos de estimulación vestibular que suelen ser muy bien aceptados por los niños. El único aspecto que hay que tener en cuenta (a parte de la seguridad de los diferentes elementos) es que, como ya hemos dicho, aumentan el nivel de alerta mental cuando son bruscos y rápidos, por lo que pueden poner a los niños "como una moto", pero es también uno de los factores que hacen que a los niños les guste columpiarse.
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