Adhara Pérez tiene diez años, pero ya cursa dos carreras universitarias y sueña con ser astronauta. Y es que con un coeficiente intelectual de 162, esta niña mexicana es toda una celebridad, e incluso fue reconocida en 2019 por la revista Forbes como una de las 100 mujeres más poderosas de México.
Pero su vida no ha sido fácil y la pequeña ha tenido que superar numerosos obstáculos para llegar hasta donde está. Te contamos su apasionante historia y reflexionamos sobre por qué el caso de Adhara es un ejemplo claro de lo importante que es apoyar a los niños superdotados para que puedan desarrollar todo su potencial.
Fue diagnosticada con síndrome de Asperger y sufrió bullying en la escuela
Con tan solo tres años Adhara fue diagnosticada de Síndrome de Asperger, un trastorno del espectro autista que afecta a entre tres y cinco recién nacidos por cada 1.000.
Como tristemente ha explicado su madre a diversos medios de comunicación, en el colegio la consideraban una "niña rara", y sus compañeros la acosaban y se burlaban de ella. Adhara tampoco terminaba de encontrar apoyo en sus profesores, quienes le criticaban que no pusiera interés en los estudios.
Viendo lo que su hija estaba sufriendo en la escuela, su madre decidió llevarla a terapia a la edad de cuatro años, y fue entonces cuando su psiquiatra sospechó que la niña no solo tenía Asperger, sino que también podía ser superdotada. Y efectivamente, así fue.
Adhara tiene un coeficiente intelectual (CI) de 162, dos puntos superior al de Einstein o Stephen Hawking; un dato realmente impactante.
No en vano, según la Asociación para el Apoyo Emocional a la Sobredotación Infanto-juvenil (AAESI), la mayoría de la población tiene un CI de entre 85 y 115. A medida que nos alejamos de estos extremos, el número de personas va reduciéndose, y a partir de 130 sólo encontramos a un dos por ciento de la población.
Una vez confirmadas sus altas capacidades, Adhara abandonó la escuela tradicional e ingresó en el Centro de Atención al Talento (CEDAT) de México, donde terminó la Educación Primaria a los cinco años y cursó el Bachillerato en tan solo dos años.
Ahora, Adhara tiene la mente puesta en la Universidad de Arizona, en Estados Unidos, donde le gustaría estudiar astrofísica. Sin embargo, y a pesar de que el centro le ha ofrecido una beca de estudios, la pequeña no podrá cumplir su sueño por el momento, pues su madre explica que conseguir los papeles y vivir en Estados Unidos supondría un coste imposible de asumir para la familia.
Pero Adhara no se rinde, y desde su cuenta de Instagram gestionada por un adulto, comparte sus avances y deja bien claro que las mujeres también pueden ser astronautas si lo desean. Y sin duda, ella será un buen ejemplo.
La importancia de entender y apoyar a los niños supordotados
Adhara no es la primera niña superdotada que llega a la universidad a una edad tan temprana. Y aunque hay personas que creen que la aceleración curricular de los niños superdotados les impide disfrutar de su infancia y "ser niños" durante un tiempo, para otros en cambio es un error negar el avance de estas mentes privilegiadas.
Según nos explican desde la Asociación Española de Superdotados y con Talento (AEST), la mayoría de los educadores no están familiarizados con los beneficios de la aceleración educativa, pero es importante conocer las ventajas que esto puede aportar a determinados alumnos.
"El alumnado superdotado, como estudiantes extraordinarios que son, precisan de una respuesta educativa adecuada a su diversidad, cualidades y características, en recursos, desarrollo, utilización de conocimientos, capacidades, competencias, destrezas y alicientes" - afirma la profesora Carmen Llata Martín en el reportaje 'Los niños de altas capacidades tienen unas necesidades educativas especiales' de la AEST.
Por eso, los expertos en este tema insisten en la importancia de que ante la menor sospecha de altas capacidades o superdotación, los padres soliciten una evaluación completa en un sitio especializado, pues es la única forma de conocer el perfil exacto del niño y sus necesidades, y así poder atenderlas con el mayor acierto posible.
Y es que en la inteligencia hay un importante componente genético, pero también influye el entorno y la estimulación. Es decir, la persona nace con un potencial que se irá desarrollando (o no) con el paso del tiempo. Por eso, un niño con una capacidad natural por encima de la media que no obtenga los estímulos ambientales necesarios (a través de la familia, la escuela, el entorno...) no terminará de desarrollar todo su potencial, pudiendo incluso llegar al fracaso escolar si sus necesidades no son correctamente atendidas.
En este sentido, desde la AEST nos recuerdan que aunque todavía queda mucho camino por recorrer en materia educativa, las necesidades educativas derivadas de una mayor capacidad intelectual están reconocidas en la legislación española.
Así pues, y en función de las capacidades y necesidades concretas, el niño podría requerir desde una aceleración hasta un enriquecimiento educativo:
"Hay que tener en cuenta además, que cada niño tiene su estilo de aprendizaje, su carácter, sus inquietudes y su personalidad diferente. También es básico conocer cómo es su desarrollo emocional y si tiene alguna disincronía o una doble excepcionalidad (es decir, altas capacidades y, además, algún tipo de dificultad de aprendizaje)" - explica Alicia Rodríguez, presidenta de la AEST.
Y es que no todos los niños superdotados están listos para la aceleración, por lo que deben ser los padres y educadores quienes reflexionen conjuntamente sobre ello para tomar una decisión al respecto, valorando el grado de motivación, la madurez social y emocional y otros intereses del menor.
Además, es fundamental entender que el niño superdotado tiene una vida emocional de enorme intensidad, por lo que necesitan sentirse apoyados e incluso atendidos psicológicamente para evitar desequilibrios emocionales que puedan derivar en estrés, ansiedad, tristeza o depresión.
Fotos | iStock, Pixabay
Vía | El Espectador, El Mundo
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