Adiós al salto de la adolescencia a la adultez, saludemos a la adultolescencia: la nueva etapa de la vida que dura cada vez más

Adiós al salto de la adolescencia a la adultez, saludemos a la adultolescencia: la nueva etapa de la vida que dura cada vez más
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Nuestra sociedad está en constante evolución y esto es algo que podemos ver claramente cuando comparamos una generación con otra, por ejemplo, la nuestra y la de nuestros padres. Muchas cosas van cambiando con el paso de los años, y las expectativas sociales son indudablemente una de ellas.

Por ejemplo, mientras que antes la vida familiar se esperaba comenzara prácticamente al dejar de ser adolescentes y apenas entrados en los veintes, hoy en día es común que muchas personas se conviertan en padres por primera vez pasado los 30 años.

Ésto y otras situaciones de vida son un claro ejemplo de los cambios generacionales, que poco a poco han ido presentándose conforme vamos evolucionando como sociedad. Ahora, algunos expertos proponen que dentro de la lista de las etapas del desarrollo, que comprenden desde la infancia hasta la vejez, se incluya un término nuevo: adultolescencia.

El salto de la adolescencia a la adultez, prácticamente inexistente

Desde hace muchos años, en la mayoría de los países cumplir 18 años implica convertirse en un adulto y, como tal, lograr o alcanzar en los años inmediatos algunos hitos de vida importantes, como independizarse, terminar la universidad y comenzar una familia propia.

Sin embargo, la transición de la adolescencia a la adultez, que antes se consideraba un parteaguas en la vida del ser humano, ha dejado de ser un salto inmediato y se ha ido convirtiendo poco a poco en un camino aparte, en donde se posponen o retrasan cada vez más esos cambios que solían realizarse al llegar a la adultez. Y para ello, basta con revisar los datos.

Un estudio analizó la información del censo de Estados Unidos e identificó los hitos que indican la transición a la adultez -entre los que incluyen dejar el hogar de los padres, volverse financieramente independientes, tener una relación romántica estable y tener hijos-, para posteriormente comparar los porcentajes de jóvenes que completaron dicha transición en 1960 y en 2000 a las edades de 20, 25 y 30 años.

Tras analizar los datos, se observó que en 1960, el 19% de los jóvenes alcanzaba la adultez a los 20 años, el 56% a los 25 años y el 71% a los 30 años. En 2000, todos estos porcentajes eran notablemente más bajos: 4%, 19% y 38.5%, respectivamente.

Pero esto no es algo que solamente suceda en Estados Unidos. Si volteamos a ver los datos nacionales de natalidad, encontramos que en España las mujeres retrasan la llegada del primer hijo a los 31,5 años, y la edad media de la maternidad en este país se sitúa en los 32,6 años, una tendencia que ha ido en aumento, pues unos años antes la media era de 31,9 años, la más alta de la Unión Europea.

Adultolescencia: ¿inmadurez o evolución social?

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Foto | Buro Millennial en Pexels

A simple vista podríamos simplemente pensar que se trata de una falta de madurez, especialmente cuando vemos ciertas actitudes de los adultos jóvenes ante el trabajo y que sus metas de vida están más enfocadas a aprovechar sus veintes en cosas que les produzcan placer, como viajar.

Pero lo cierto es que el nacimiento de la adultolescencia no es algo reciente. Es un fenómeno que se ha observado desde hace más de una década como producto de cambios sociales graduales, especialmente en cuanto a las expectativas educativas, sociales y culturales.

A diferencia del siglo pasado, la presión para cumplir con ciertos hitos al llegar a determinada edad es algo que ha ido disminuyendo y hay varios factores positivos que pueden haber influido en esto.

Primeramente, actualmente hay más oportunidades educativas para todos, lo que hace que muchos se enfoquen en terminar sus estudios superiores y hacer especialidades o másters, antes que pensar en independizarse o buscar formar una familia.

Asimismo, el tema de la salud mental es uno que ha tomado mucho protagonismo en los últimos años, y eso es definitivamente una buena noticia: más que presionarse por cumplir ciertas metas de la adultez a determinada edad, los adultos jóvenes se están tomando el tiempo para trabajar en ellos mismos y definir qué es lo que quieren de sus vidas.

También tenemos que tomar en cuenta el tema de la longevidad: la esperanza de vida ha aumentado bastante en comparación con siglos pasados, haciendo que sintamos que tengamos más tiempo para hacer las cosas y no haya tanta presión por llegar a todo antes de cierta edad.

Sin embargo, a pesar de tener sus cosas a favor, la adultolescencia también tiene sus contras -especialmente si ésta se extiende demasiado-, entre las que destaca el hecho de que cada vez se pospone más la llegada de los hijos por darle prioridad a otras metas, algo que aumenta los riesgos de salud para madres e hijos y hay que tener en cuenta.

Por otro lado, no podemos dejar de reconocer que también existen algunos factores negativos que han hecho de la adultolescencia algo prácticamente inevitable para los adultos jóvenes.

La generación Z (con edades actuales entre los 12 y 27 años aproximadamente) es un ejemplo de ello, pues actualmente está lidiando con trabajos volátiles, frustración por no encontrar pareja estable y una mala situación económica, cosas que, sin duda alguna, han ido retrasando la llegada de los tradicionales hitos de la adultez.

Foto de portada | Andrea Piacquadio en Pexels

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